«La Iglesia, constitutivamente, necesita de la aportación de 
todos para poder llevar adelante 
su única misión 
en el mundo»

Conversación con José San José Prisco, decano de la Facultad de Derecho Canónico de la Universidad Pontificia de Salamanca, que ha estado en nuestra diócesis para ofrecer una serie de conferencias al clero diocesano y a los laicos en torno a la «sinodalidad».

“La sinodalidad en la Iglesia diocesana” ha centrado la conferencia ofrecida en el marco de esta fase diocesana del sínodo de los obispos que estrenábamos hace un mes ya, el 17 de octubre. Situemos un poco el contexto: un sínodo con ciertas novedades…

La mayor novedad es que es la primera vez que hay un sínodo sobre la “sinodalidad”, que es el fundamento de cualquier reunión sinodal y el hecho de que la consulta se haya trasladado a todo el Pueblo de Dios y que haya un itinerario tan comprometido para las diócesis, para las parroquias,… esto no había ocurrido antes. En los últimos sínodos sí se hizo una encuesta, pero más informal, no estaba tan estructurada, no tenía un itinerario tan bien delimitado, y, luego, este sínodo pasará, tras la fase diocesana, a un nivel nacional, continental o internacional y, en fin, con un desarrollo algo más complejo que los anteriores sínodos.

No es una ocurrencia del papa Francisco o una moda… es el desarrollo lógico de la puesta en práctica de la eclesiología del Pueblo de Dios expresada en el Vaticano II. ¿No es así?

Exactamente, algunas personas piensan que las cuestiones doctrinales son ocurrencias y desde luego no lo son. Y en este caso menos todavía porque el hecho de que la Iglesia esté ahora reflexionando este tema es precisamente porque hubo un concilio, Concilio Vaticano II, que centró la mirada de la Iglesia sobre el Pueblo de Dios, después hubo una explicación más profunda sobre el significado de esta teología con la llamada Teología de la Comunión, en un sínodo que hubo en los años ochenta, y la comunión es un desarrollo de la Eclesiología del Pueblo de Dios y la sinodalidad una explicación aún más profunda de esta teología. Es un itinerario lógico que no sabemos si tendrá algún despliegue más.

¿Qué significa eso de que la “sinodalidad” es una “dimensión constitutiva de la Iglesia”?

Porque desde una perspectiva de la Iglesia comunión del Pueblo de Dios, la forma de estar ahora mismo como Iglesia en el mundo, es esta, un modo de estar que responde a su misma naturaleza. No es que sea más democrático o porque ahora resulta que hay que pedirle la opinión a todo el mundo. No. Es porque la Iglesia, constitutivamente, necesita de la aportación de todos para poder llevar adelante su única misión en el mundo. Y esa aportación de todos, caminando todos al unísono, juntos, es precisamente lo que significa “sinodalidad”.

Recordando esas palabras del papa Juan Pablo II en la Novo Millenio Ineunte sobre la necesidad de proponer y crecer en eso que llamaba “espiritualidad de la comunión” como un elemento decisivo para la edificación de la Iglesia del tercer milenio. Sinodalidad y comunión van de la mano, ¿no es así?

Sí, ya es dicho antes que es un desarrollo precisamente de esa teología del Pueblo de Dios. Y él, lo que nos identifica a todos es nuestra condición bautismal, en ella somos todos iguales, es decir, hay una radical igualdad por el bautismo, y luego lo que hay es una diferencia según la función que cada uno desempeña en el conjunto de la Iglesia. Esa diversidad vocacional en complementariedad es la comunión. Como todos somos partícipes de la misma misión , todos tenemos algo de decir y aportar. La forma de hacerlo es a través de una Iglesia cada vez más sinodal.

Ecclesia semper reformanda, es también unas de los principios motores del post concilio que, a través del Sínodo de los Obispos, quiere poner a la Iglesia en ese estado de concilio permanente, por decirlo de algún modo. ¿Qué trae de nuevo este momento a la Iglesia como ese aire fresco del Espíritu necesario?

La Iglesia nunca puede quedarse tranquila o estática, porque está formada por seres humanos que están ubicados en un tiempo y en una circunstancia y la Iglesia tiene que acercar el mensaje del Evangelio a los hombres del tiempo y de las circunstancias actuales, no hablar un lenguaje del pasado, ni constructoras del pasado, sino que tiene que acercarlo. Por eso, tiene que estar siempre en permanente cambio, no de lo fundamental que es la verdad del Evangelio que permanece para siempre, sino la forma de acercar la verdad a la gente. Yo creo que este modo de caminar juntos pastores, laicos, religiosos… lo que hace es presentar una imagen más clara de lo que es la Iglesia a la sociedad contemporánea.

Desde su experiencia en su recorrido por diversas diócesis, ¿cuál es el clima eclesial que está encontrando en torno a este sínodo?

Habitualmente voy a las jornadas de formación permanente con clero, aunque también aquí he tenido la oportunidad de compartirlo con los laicos. Es muy importante que el clero se forme adecuadamente en esto porque ellos son los primeros agentes de todo este movimiento del Espíritu en la Iglesia. Si vamos a tener que hacer estructuras más sinodales en las parroquias, los primeros que tienen que estar convencidos son los párrocos. Y, en general, me estoy encontrando bastante receptividad y, tanto curas como otros agentes con los que he tratado, están muy en la mentalidad de que hay que caminar por aquí.

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