Manos Unidas para una maternidad sana

Queridos Diocesanos:

Fiel a su cita anual, desde 1960,  al comienzo de febrero MANOS UNIDAS inicia su campaña de “lucha contra el hambre y la pobreza” en los países subdesarrollados. El viernes 8 de febrero se nos invita a una Jornada de Ayuno Voluntario, como gesto de solidaridad con quienes ayunan por necesidad y para destinar lo que ahorramos ese día como ayuda a los más pobres. Luego, el domingo 10 de febrero, será la colecta en todas las parroquias; a lo que se une, a lo largo de todo el mes, la aportación de los colegios públicos y privados donde, especialmente a través de los profesores de Enseñanza Religiosa y otros profesores colaboradores,  se realiza una importante campaña de sensibilización con los niños y jóvenes, que también hacen efectiva su solidaridad de acuerdo con sus posibilidades, en la mayoría de los casos renunciando a sus gastos personales.

La de este año 2008, es la Campaña 49ª de MANOS UNIDAS y tiene como objetivo principal la “promoción del derecho de toda mujer a una maternidad saludable”, como apoyo y exigencia del cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo del Milenio, acordados en el año 2000 por los 191 países miembros de las Naciones Unidas que se propusieron conseguir para el año 2015 estos ocho objetivos: 1.- Erradicar la pobreza extrema y el hambre; 2.- Lograr la enseñanza primaria universal; 3.- Promover la igualdad entre los géneros y la autonomía de la mujer; 4.- Reducir la mortalidad infantil; 5.- Mejorar la salud materna; 6.- Combatir el VIH/SIDA, el paludismo y otras enfermedades; 7.- Garantizar la sostenibilidad del medio ambiente; y 8.- Fomentar una asociación mundial para el desarrollo. En concreto, la Campaña de este año, centrada en el 5º Objetivo, se propone recaudar fondos para realizar, en los países más empobrecidos, proyectos orientados a mejorar la salud de las madres y contribuir así  a la meta de reducir, para 2015, en tres cuartas partes la tasa de mortalidad materna.

Como puede verse en las Memorias Anuales de la Organización, MANOS UNIDAS viene trabajando ya en este campo, y quiere seguir haciéndolo, a través de proyectos de apoyo y financiación para garantizar a las mujeres el derecho a una maternidad saludable en más de sesenta países de África, América Latina, Asia y Oceanía. Apoyar y promover este derecho supone un amplio campo de actuación que abarca desde la creación de centros de formación y alfabetización para las mujeres en todas las etapas de la vida, hasta la creación de las infraestructuras necesarias para garantizar la asistencia sanitaria indispensable para una maternidad sana desde la gestación hasta el post-parto, pasando por una mejora de la nutrición de las mujeres embarazadas y de las madres lactantes como principal prevención de la mortalidad materno-infantil. Como dice MANOS UNIDAS en los materiales de esta campaña: “Mejorar la salud materna es promover la capacidad y la autonomía de la mujer para que su condición de madre no haga peligrar su propia vida. De este modo la maternidad saludable es esperanza para las mujeres, para sus hijos, sus familias y para la misma sociedad a la que pertenecen. Con el lema “Madres sanas, derecho y esperanza”, reclamamos para todas las mujeres el derecho a vivir la maternidad como una experiencia elegida, gozosa, compartida y segura para su vida y la de sus hijos”.

Aunque es ampliamente conocida, no está de por demás recordar que MANOS UNIDAS es una Organización No Gubernamental para el Desarrollo, de ámbito español, católica y de voluntarios, cuyo fin es la lucha contra el hambre, la pobreza, el subdesarrollo y las causas que lo provocan. Desde su fundación en 1960, todo su trabajo se ha centrado en dos acciones complementarias: 1.- Sensibilización de la población española para que conozca y sea consciente de la realidad de los países en vías de desarrollo; 2.- Apoyo y financiación de proyectos en los países más pobres para colaborar con el desarrollo de los pueblos del Sur. Está presente en todo el territorio español a través de 71 Delegaciones atendidas por un gran número de voluntarios que trabajan con gran entusiasmo y tenacidad. Los fondos para sus proyectos proceden de las cuotas de socios, la colecta anual en las parroquias, aportaciones de colegios, empresas, donativos, etc. Más información en su página WEB [www.manosunidas.org].

Por su larga experiencia, por su trayectoria impecable, por su forma de trabajar, por la transparencia de sus cuentas, por el riguroso y eficaz uso de las donaciones en proyectos de desarrollo, por la verificación constante del empleo de los fondos en los países de destino, MANOS UNIDAS es una Organización de máxima confianza y —por su amplio y variado campo de acción— es, junto con Cáritas, el organismo más global que tenemos los católicos en España para apoyar la acción social de la Iglesia en los países más pobres del mundo en pro de su pleno y verdadero desarrollo. MANOS UNIDAS es un magnifico cauce para poner en práctica aquel ideal de los primeros cristianos: «El que mucho recogió, no tuvo de más; y el que poco, no tuvo de menos» (2Cor. 8, 15).
Este año se cumple el 40 aniversario de la Encíclica Populorum Progressio, del Papa Pablo VI, auténtica Carta Magna de la concepción católica del “verdadero progreso de los pueblos” y que durante todos estos años ha servido de inspiración y guía para ir conformando el ideal al que tiende MANOS UNIDAS. Sólo recordar la preciosa definición de Pablo VI sobre el «verdadero desarrollo» ya nos pone al tanto de la “mística” que inspira todos los proyectos de la Organización. Como se aprecia en la letra y el espíritu de la Encíclica, el desarrollo no se reduce a un simple crecimiento económico; para ser auténtico debe ser integral, es decir, que debe promover a todos los hombres y a todo el hombre.

El “verdadero desarrollo” —dice textualmente— «es el paso, para cada uno y para todos de condiciones de vida menos humanas, a condiciones más humanas. Menos humanas (como son) las carencias materiales de los que están privados del mínimo vital y las carencias morales de los que están mutilados por el egoísmo. Menos humanas: las estructuras opresoras que provienen del abuso del tener o del abuso del poder, de las explotaciones de los trabajadores o de la injusticia de las transacciones. Más humanas: el remontarse de la miseria a la posesión de lo necesario, la victoria sobre las calamidades sociales, la ampliación de los conocimientos, la adquisición de la cultura. Más humanas también: el aumento en la consideración de la dignidad de los demás, la orientación hacia el espíritu de pobreza (cf. Mt 5, 3), la cooperación en el bien común, la voluntad de paz. Más humanas todavía: el reconocimiento, por parte del hombre, de los valores supremos, y de Dios, que de ellos es la fuente y el fin. Más humanas, por fin y especialmente: la fe, don de Dios acogido por la buena voluntad de los hombres, y la unidad de la caridad de Cristo, que nos llama a todos a participar, como hijos, en la vida de Dios vivo, Padre de todos los hombres» (nn. 20-21).
Todos estamos llamados a contribuir a este “verdadero desarrollo” que también —al menos en algunos aspectos— está por realizarse plenamente incluso en nosotros mismos. Ayudar a cada uno, y a todos, a pasar “de condiciones de vida menos humanas, a condiciones más humanas”. La campaña de MANOS UNIDAS de este año apuesta por aplicar este principio al don maravilloso de la maternidad, un don que hace posible la transmisión de la vida humana. También está en nuestra mano el que millones de mujeres puedan pasar de una “maternidad inhumana” (amenazada por la soledad, las enfermedades y la muerte), a una maternidad más humana (compartida, sana y protegida) que haga posible el nacimiento de hombres y mujeres que puedan desarrollarse con normalidad y contribuir con sus capacidades al futuro desarrollo de la sociedad a la que pertenecen.

Como ya sabemos el problema no es la escasez de recursos, sino la injusta distribución de las riquezas del planeta que, siendo de todos los hombres, sin embargo, están en manos de una minoría que vive en la opulencia (el derroche y los gastos superfluos) mientras otros carecen de lo necesario para vivir dignamente. Los cristianos —bajo ningún concepto— podemos estar en esa minoría egoísta, insolidaria e indiferente ante los que sufren. Urgidos por el ejemplo y la palabra de Jesucristo, no podemos permanecer indiferentes ante el prójimo necesitado. Al ver la pobreza y la miseria de millones de personas en todo el mundo, como el Samaritano de la parábola evangélica, estamos llamados a conmovernos y consecuentemente a socorrerlos de acuerdo con nuestras posibilidades. Como nos recuerda San Pablo: «Cada cual dé según el dictamen de su corazón, no de mala gana ni forzado, pues: Dios ama al que da con alegría» (2Cor. 9,7-8).

Que el Señor, dador de todo bien, nos conceda la gracia de ser solidarios y generosos. Así lo deseo y lo pido para mí y para todos mis diocesanos ante esta Campaña de MANOS UNIDAS.

Con todo afecto y gratitud, “todo de todos”,

+ Bernardo Álvarez Afonso
Obispo Nivariense

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