La Iglesia y los inmigrantes

Artículo de D. Bernardo Álvarez Afonso, Obispo de Tenerife. De nuevo, un año más, y con este van 94, el próximo domingo 20 de enero, la Iglesia Católica celebra el “Día del Emigrante y del Refugiado”, en esta ocasión bajo el lema “Los jóvenes migrantes”. Es una Jornada en la que la Iglesia pide a sus fieles, y a todos los que quieran escuchar su mensaje, que presten una mayor atención al fenómeno de las migraciones, tomando conciencia de la situación personal, familiar, social y religiosa de las personas emigrantes e implicándose directamente en todo lo que sea necesario para mejorar sus condiciones de vida. Es una Jornada en la que se educa y exhorta a los fieles en la acogida y amor a los emigrantes y, también, se realiza una colecta en todas las misas del sábado y domingo para ayudarles en sus necesidades a través de las obras sociales de la Iglesia. Colecta a la que invito a todos a contribuir con generosidad, bien directamente en las misas del próximo domingo o en cualquier otro momento entregando un donativo a Cáritas con esa finalidad.
Actualmente, se calcula que en todo el mundo, entre migrantes y refugiados, hay 190 millones de personas, además de unos 25 millones de desplazados internos. Constituyen una multitud inmensa que, por razones económicas, políticas y de conflictos bélicos, tienen que abandonar su tierra, sus familias, sus costumbres, su lengua, su cultura… para buscar la supervivencia personal y de los suyos en otros lugares.
En España, en un solo año, el número de personas inmigrantes ha aumentado en 751.958, dando un total de 4.482.568 el número de los presentes en nuestro país en 2007 (un 9,9% de la población total).  Es un dato que no debemos pasar por alto: el año pasado entraron en España más de 750.000 personas inmigrantes. De éstos, ¿cuántos han llegado a Canarias vía cayucos o pateras? Unos 11.000 (no llega al 1,5 %). Ahora bien, aproximadamente la mitad han sido repatriados a sus países de origen y el resto enviados a la Península, salvo los menores que permanecen en las islas. Digo esto porque, a veces, como lo que se visualiza en los Medios de Comunicación es el drama —y a veces la muerte— de estos hermanos de África, da la impresión de que estamos siendo invadidos desde el vecino continente y se corre el peligro de sembrar entre los canarios un infundado temor hacia estas personas que se juegan la vida en busca de un futuro mejor para sus familias —con el mismo derecho que lo hemos hecho los canarios en otras épocas— y que, lejos de ser una amenaza, su presencia puede tener repercusiones muy positivas, pues con su fortaleza de ánimo, con su trabajo, con sus valores… seguro que harán mucho bien en nuestra sociedad. No lo olvidemos, sólo el 1,5% llega en pateras y cayucos (y aquí sólo permanecen los menores); el 98,5 % restante han llegado a España (también a Canarias) por otras vías. Todos los cristianos, y particularmente los agentes de pastoral, debemos promover el respeto y la acogida positiva de los inmigrantes sean de la nación que sean.
Precisamente, para llevar a cabo una adecuada tarea en este campo, el 22 de noviembre pasado, los obispos españoles hemos publicado el documento “La Iglesia en España y los inmigrantes”,  en el que se hace una reflexión —desde la fe cristiana— sobre los inmigrantes y se dan orientaciones prácticas para una acción pastoral con ellos. Como decimos en el propio texto,  “va dirigido principalmente a todas las personas, instituciones y organizaciones de la Iglesia que se ocupan de la atención pastoral, en su sentido más amplio, de este sector de la población. Incluimos obviamente a nuestras comunidades cristianas. También incluimos a los propios inmigrantes en cuanto que están llamados a ser, junto con nosotros, agentes de transformación de nuestras comunidades y de nuestra sociedad. No excluimos como destinatarios de nuestra palabra, menos aún de nuestra acción, a la misma sociedad, al menos en lo que respecta a su sensibilización ante un fenómeno que a todos nos afecta e interpela”. Su lectura, sin duda, nos ayuda a comprender mejor el complejo fenómeno de la inmigración, con sus causas y consecuencias, y nos orienta para actuar convenientemente a fin de posibilitar sus repercusiones positivas y atenuar las negativas, de modo que la inmigración constituya un factor positivo en los aspectos sociales, económicos, políticos y religiosos. El documento se puede adquirir en las librerías diocesanas o leerlo directamente en Internet: www.obispadodetenerife.es

Por otra parte, los obispos de la Comisión Episcopal de Migraciones, bajo el lema “Joven inmigrante, la parroquia sale a tu encuentro”, han publicado un breve mensaje en el que nos dicen que  “ante la especial situación de los inmigrantes en nuestro país, de la problemática de los indocumentados o «sin papeles», nuestras parroquias y comunidades cristianas deben adoptar una postura activa para dar una respuesta en la medida de sus posibilidades. La razón última ha de ser siempre no tanto la situación legal o jurídica, sino la igual dignidad de toda persona, sus derechos fundamentales y el mandato del Señor”. En nuestra Diócesis ya se está trabajando en este sentido, pero debemos hacer mayores esfuerzos, no ya sólo para acoger a los que acuden a nosotros, sino para salir al encuentro de todos, especialmente de los más necesitados, y ofrecerles nuestro apoyo y solidaridad y, particularmente, a los que son cristianos invitarles a participar como un fiel más en la vida de la parroquia, en la seguridad de que con su presencia y acción las comunidades cristianas se renuevan y se enriquecen.

Además de lo que hacen las parroquias con sus Cáritas respectivas, también Cáritas Diocesana tiene dos centros de acogida de inmigrantes. Uno en Granadilla para inmigrantes adultos y otro en la Vuelta de los Pájaros para inmigrantes jóvenes, que actualmente está ocupado por jóvenes que, una vez cumplida la mayoría de edad, abandonan los centros tutelados por el Gobierno de Canarias. En estos centros, que son de tránsito o de temporalidad limitada hasta que puedan independizarse, además de la atención básica de alimentación, salud y vestido, se les ofrece formación, orientación jurídica y se les ayuda a conseguir algún trabajo acorde con sus capacidades. Dios quiera que, con el apoyo de todos, estos centros puedan seguir realizando esta magnífica labor y ojalá contáramos con más medios y personas para realizar otros proyectos de acogida digna y trato humano a los inmigrantes que lo necesiten.

Bernardo Álvarez Afonso
Obispo Nivariense

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