Mons. Saiz bendice e impone la cruz a los doce nuevos seminaristas del curso 2021-22

Archidiócesis de Sevilla
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Ocho jóvenes de distintas parroquias de la Archidiócesis hispalense y cuatro procedentes de otras latitudes geográfica,  fueron admitidos este domingo en el Seminario Metropolitano de Sevilla para iniciar su proceso formativo en el ámbito académico y espiritual, como itinerario preparatorio al presbiterado.

La ceremonia de bendición e imposición de cruces fue presidida por monseñor José Ángel Saiz Meneses, arzobispo de Sevilla y, concelebrada por el equipo de formadores del Seminario.

Los nuevos seminaristas son: Pablo Benavente Rico, de la Parroquia de Santa María Micaela de Melilla; Manuel Carrasco García-Moreno, de la Parroquia de San José Badajoz; Manuel Ezequiel Chacón-Manrique de Lara y Barrau, de la Parroquia del Sagrario de Sevilla; Carlos Corento Calado, de la Parroquia del Espíritu Santo de Mairena del Aljarafe (Sevilla); Javier Garrido Iglesias, de la Parroquia de San Juan Pablo II de Montequinto, Dos Hermanas (Sevilla); León Isidoro Machlum Rykzja, de la Parroquia de la Concepción Inmaculada de Sevilla; José Manuel Moreno Tirado, de la Parroquia de San Juan Pablo II de Montequinto, Dos Hermanas (Sevilla); Antonio Romero Ramos, de la Parroquia de San Agustín de Alcalá de Guadaira (Sevilla); José Tao, de la diócesis de Zhaxión (China); Alberto Torres Urbano, de la Parroquia del Santísimo Cristo del Perdón de Sevilla; Juan Xie, de la diócesis de Zhaxión, China  y Elder Joao Tavares Fortes, de la diócesis de Mindelo (Cabo Verde).

Inicio de curso

Durante su homilía, mons. Saiz alentó a los jóvenes “a vivir el curso con mucha intensidad, a aprovechar el tiempo cultivando la relación con Jesús a través de la oración, de los estudios y del conocimiento de la verdad y del bien”.

Exhortó a los doce nuevos seminaristas a “ser generosos con Jesús que nunca se deja ganar en generosidad”. El arzobispo felicitó a los familiares de los nuevos seminaristas, “porque Dios los ha premiado con un regalo grande.  Pueden estar seguros de que sus hijos sacerdotes nunca les van a abandonar, son los hijos que más se van a preocupar de sus padres, los van a querer y los van a cuidar”.

Refirió, tal como se proclamó en el  Evangelio dominical,  “el contraste entre el celo de Jesús por llevar a cabo la obra de la Salvación y las ambiciones personales que preocupaban a los apóstoles. Su interés parece centrarse en quién de ellos era el más importante”. Podemos resaltar – expresó don José Ángel– la paciencia y pedagogía de Jesús “que va modelando en ellos un nuevo corazón para que puedan entender que el que quiera ser el primero debe ser el último y el servidor de todos, es decir, actitud de servicio y humildad”.

Contrario, por tanto, “a la soberbia y a la ambición, tan humanas y tan nuestras. El humilde reconoce que no es nada por sí mismo, que todo lo ha recibido de Dios y, de esta forma vive en paz y serenidad, feliz y confiado como un niño en brazos de su madre”.

La humildad es el fundamento de las demás virtudes

En esta línea, afirmó el arzobispo de Sevilla, “que para vivir la humildad hay que ser conscientes de la omnipotencia de Dios, sabiendo que todo es don suyo. La humildad se aprende también de la humillación del camino de Jesús, muerto en la cruz. La humildad no es solamente una virtud importante, sino que es el fundamento de las demás virtudes”.

Expresó también que “Dios santifica siempre en la verdad, y donde no hay humildad no hay tampoco verdad, por lo que no hay santificación posible”.

Resaltó que, “el servicio es un rango esencial en la misión”. Por tal motivo, “María es el modelo, la persona humana más importante en el plan de Salvación, que nos enseña la humildad como experiencia profunda en la vida de fe, en cuya persona Dios se muestra todopoderoso”.

Por tanto, “¿Nosotros quienes somos?, se preguntó; somos los discípulos de Cristo, el siervo de Yahvé, somos los hijos de María, la esclava del Señor”.

Galería fotográfica de la ceremonia:

 

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