El Convento de Santa Isabel, con la mujer que sufre

Archidiócesis de Sevilla
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Sede metropolitana de la Iglesia Católica en España, y preside la provincia eclesiástica de Sevilla, con seis diócesis sufragáneas.

A mediados del siglo XIX nace en Sevilla una congregación religiosa con el fin de ayudar a jóvenes abandonadas o excluidas por la sociedad que querían ser redimidas. Madre Dolores intuyó el sufrimiento de estas «arrepentidas», como las llamaban en la época, y dedicó su vida a esta labor.

En la Sevilla actual encontramos a las religiosas Filipenses Hijas de María Dolorosa que, con el mismo celo, sirven a toda mujer en exclusión social, abandonada o golpeada en su dignidad, conduciéndola hasta encontrar su sitio en nuestra sociedad. Nos atiende Madre Enriqueta, superiora del Convento de Santa Isabel.

¿Cómo empezó todo?

La llamada a fundar la congregación vino del padre Francisco García Tejero. En la puerta del hospital de las Cinco Llagas de Sevilla, cuando veía a las mujeres a las que él atendía en las catequesis, salidas de la prostitución, sin trabajo o sin familia, quiso poner solución para «que no se perdieran ninguna de esas almas». Lo habló con el grupo de catequistas que él tenía en Sevilla y una se ofreció. Rosario Muñoz Ortiz fue la primera, pero no se encontraba con fuerzas ni capacidad para trabajar con estas mujeres. Un día el padre Tejero se encontró en el confesionario con Dolores Márquez, mujer de carácter y dulce a la vez. Ella tenía intención de ser carmelita descalza y el padre Tejero la convenció para que trabajara con estas mujeres.

¿Su carisma es herencia de San Felipe Neri o de su fundadora?

Nuestra espiritualidad se inspira en San Felipe Neri: sencillez, alegría, caridad, humildad, la devoción a la Virgen de los Dolores… Todo esto nos lo transmitió el padre Tejero que era filipense, pero nuestro carisma es heredado de nuestros dos fundadores. Las primeras constituciones las redactó el padre Tejero adaptando las de los filipenses y nuestra madre fundadora puso su impronta y dio el visto bueno. De Madre Dolores hemos heredado, sobre todo, el carisma de familia y la capacidad de acogida.

¿Qué diferencias destacaría entre la actividad que desarrollaban en aquella época y hoy?

Antes sólo se recogían a las que querían dejar esa vida. Hoy día vienen desde otras situaciones y necesidades: por abandono, drogas, ruptura de parejas, por no tener viviendas, jovencitas solteras con hijos… Vienen personas de distintas religiones; tenemos una ortodoxa. Nosotras somos respetuosas con ellas. Por ejemplo, con las mujeres marroquíes, procuramos que tengan su comida y horario adecuado, cuando están haciendo el ramadán.

¿Cómo llegan esas mujeres?

Por distintos organismos. Desde el Instituto Andaluz de la Mujer y el Ayuntamiento, cuatro plazas con el Instituto y dos con el Ayuntamiento. Tenemos convenido con ellos un año de estancia.

¿Y cómo es su estancia con ustedes?

El tiempo que las mujeres están aquí les ofrecemos, sobre todo, cariño. Les enseñamos a cuidar a sus niños, bañarlos, alimentarlos, porque son menores o no han tenido posibilidad de aprender. El segundo objetivo es prepararles para un trabajo y que, al salir de aquí, puedan independizarse. Tratamos de procurarles una vivienda, solicitando al ayuntamiento viviendas baratas. Se les da cursos de formación, de valores; vienen psicólogas a hablar con ellas. No sólo las religiosas están pendientes de ellas, tenemos educadoras, personas que les acompañan al médico, a juicios y a tramitar documentos.

Pasado el año estipulado de permanencia ¿qué ocurre con las que no han encontrado trabajo o medios de subsistir?

Cuando eso ocurre intentamos negociar o dialogar con los organismos oficiales y pedirles una prórroga hasta que consigamos resolver la situación. Tenemos un piso de la congregación que ofrecemos para que lo compartan varias mujeres hasta que puedan valerse por sí mismas, porque no podemos mandarlas a la calle con menores y sin recursos.

¿Qué otros proyectos llevan a cabo?

Desde el comienzo de nuestra fundación tenemos colegios. Nuestra fundadora pasó por distintas casas que se quedaban pequeñas, hasta que consiguieron del ayuntamiento la Casa de Santa Isabel, pero con la condición de que abrieran una escuela gratuita en este barrio para alumnos pobres. Por ello tuvo que cambiar la prioridad en las Constituciones, que era la acogida de mujeres prostituidas o de la marginación, y se escribió: «para enseñar a las niñas pobres del barrio». En la actualidad son colegios concertados. El de esta casa tiene 300 niños. Los hijos de las mujeres acogidas también entran, incluso tienen prioridad en el momento que sea.

No es el único, ¿verdad?

Otro proyecto es el Centro Residencial Básico para menores, que vienen de la Delegación de Menores de la Junta de Andalucía. También repartimos casi 300 bocadillos diarios, ayudamos a las antiguas alumnas cuando se encuentran en mala situación y damos cestas de comida a familias necesitadas. Todo esto podemos sustentarlo gracias a la Junta de Andalucía, las pensiones de las religiosas mayores, organismos oficiales y la caridad de las personas.

Hace poco han abierto una casa en África.

Así es. Hemos abierto una misión en Machakos, cerca de Nairobi (Kenia). Han empezado dando la merienda a las niñas del poblado, enseñando a las mayores un oficio, como coser o tricotar. Los trabajos que hacen se venden y compartimos con ellas las ganancias. El terreno se ha repartido entre ellas para que siembren un huertecito y lo que sacan se lo llevan para comer. Hay cuatro religiosas, tres postulantes y dos aspirantes.Nuestro objetivo es construir una casa para acoger a las chicas que se quedan embarazadas muy jóvenes

Algo que les haga sentir que han hecho su trabajo y les aliente a continuar cada día su entrega.

Nos gusta cuando ellas vuelven con sus niños, nos cuentan sus vidas, sus penas, cómo van superando los obstáculos. Agradecen cómo aprendieron a llevar sus casas, cuánto recuerdan el tiempo que estuvieron aquí, cómo sienten su comportamiento y no haber podido aprovechar todo lo que les enseñábamos. Sólo con que vengan y nos cuenten como están, nos llena de satisfacción.

Autora: Loli Ramírez

Entrevista publicada en el nº 119 de Archisevilla Digital del viernes 11 de julio de 2014

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