Teilhard de Chardin VIII. Reivindicando a Teilhard

Diócesis de Jaén
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La diócesis de Jaén es una iglesia particular española sufragánea de la archidiócesis de Granada. Sus sedes son la Catedral de la Asunción de Jaén y Catedral de la Natividad de Nuestra Señora de Baeza.

En el año 1968 Joseph Ratzinger afirmaba en su “Introducción al Cristianismo”:   Después del escándalo producido por la publicación de la obra de Teilhard de Chardin, su pensamiento comenzaba   a ganar terreno en la conciencia occidental. Ratzinger, en esta obra, citará a Teilhard en numerosas ocasiones. Habían pasado seis años del monitum en el que Santo Oficio pedía a los obispos y superiores religiosos advertir a los fieles de los peligros presentados por las ambigüedades y errores filosóficos y teológicos contenidos en las obras de Teilhard.  El 18 de noviembre de 2017, la Asamblea Plenaria de la Asamblea Pontificia para la Cultura aprobó por una gran mayoría una petición concerniente para que se levantara el monitum a la obra de Teilhard de Chardin. Los miembros del Consejo Pontificio para la Cultura, en su petición, alabaron la «visión profética» del jesuita que «hoy sigue inspirando a los teólogos y científicos». Los miembros de la asamblea argüían entre otras cosas que todos los pontífices desde Pablo VI hasta Francisco habían hecho «referencias explícitas» a su obra.  De hecho, en la encíclica Laudato si’ (LS), n.º 83 citando a Teilhard afirma: El fin de la marcha del universo está en la plenitud de Dios, que ya ha sido alcanzada por Cristo resucitado, eje de la maduración universal.  Recientemente el papa Francisco, al final de la Misa celebrada en un polideportivo de la capital de Mongolia ha recordó, con elogios, la figura de Teilhard de Chardin y repitió algunas palabras de su Misa sobre el Mundo.  Sin embargo, el monitum sigue en pie.

Pierre Teilhard de Chardin logró situar en la agenda intelectual debates que, hasta el día de hoy, aún siguen siendo relevantes para el conocimiento humano del mundo. El espacio de Dios en un mundo determinado por el desarrollo de la técnica y la ciencia. El sentido de la creación, la revelación y la encarnación en un mundo evolutivo. El puesto del hombre en el cosmos.  El significado de un universo que parece sellado  por la entropía. La relación entre la ciencia, la filosofía y la teología, etc. Respecto a la religión supo ver que el espíritu religioso se estaba agitando y transformando. Esto implicaba que  a las cuestiones  que se suscitaban en el nuevo contexto científico, ideológico e histórico no  se podía dar  respuesta desde un pensar rígido y fosilizado .De hecho había que aprender de la propia historia y no confundir lo esencial con el ropaje cultural que olvida el espíritu  por repetir la letra. Todos conocemos casos que en un tiempo se consideraron un pensar recto y hoy han quedado reducidos a una mala y anacrónica ortodoxia.

Estemos de acuerdo o no con su visión del mundo, las preguntas que suscitó  Teilhard siguen estando encima de la mesa. El proyecto interdisciplinar de elaborar un sistema que integre los datos de la fe, la teología y lo que nos ofrecen las ciencias humanas y de la naturaleza es algo necesario. Un pensamiento del porvenir que desde un humanismo renovado sea fuente de esperanza nos parece imprescindible. Repensar la teología desde lo que nos va desvelando la ciencia es inexcusable.

Ciertamente Teilhard sigue siendo una fuente de inspiración para una ciencia que pretenda ser interdisciplinar, para una filosofía que rompa con prejuicios ideológicos en la búsqueda de la verdad y para una teología , que profundizando  en el dato revelado, no se deje enclaustrar en fórmulas e ideas periclitadas. Por lo tanto la senda que abrió  que él abrió debe proseguirse. Pero entonces ¿porqué, aún hoy, en algunas instancias existen ciertas reservas respecto a la obra de Teilhard? ¿Para quién es peligroso Teilhard?  Digámoslo sin ambigüedades: él es peligroso para aquellos que no saben leer ni sus textos ni los de la Iglesia.

Pero Teilhard  no solo es un  sabio, es un místico y un poeta  que tiene la rara capacidad de tener una visión iluminada y una expresión encantadora. Como botón de muestra os dejo este texto  que invita a una reflexión profunda:

“Lo que paraliza la vida es no creer y no osar. Lo difícil no es resolver los problemas; es plantearlos… Por consiguiente, pronto o tarde, a través de nuestra incredulidad, el mundo dará ese paso. Pues todo lo que es más cierto se encuentra y todo lo que es mejor acaba por llegar. Algún día, del éter, los vientos, las mareas y la gravitación, nosotros captaremos para Dios, las energías del amor. Y entonces, por segunda vez en la Historia del Mundo, el Hombre habrá encontrado el Fuego”.

Juan Jesús Cañete Olmedo
Sacerdote diocesano y Profesor de Filosofía

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