La pastoral de las vocaciones, una vez más

Carta semanal del Arzobispo de Sevilla, Mons. Juan José Asenjo Pelegrina.

Queridos hermanos y hermanas:

Comprendo que puedo resultar algo reiterativo volviendo una y otra vez sobre el tema de las vocaciones al ministerio sacerdotal. Espero que todos me sepan disculpar en atención a su importancia objetiva. En los comienzos del pasado verano escribí una carta a los sacerdotes diocesanos para expresarles la gratitud de un servidor y del señor Obispo auxiliar por su vida sacerdotal fiel y por su entrega incondicional al servicio de los fieles en todos los flancos de la pastoral parroquial. Les decía que los sacerdotes son nuestros necesarios e imprescindibles colaboradores en el pastoreo de la grey que el Señor ha encomendado a nuestro ministerio episcopal. Sin ellos no podríamos llegar a tantas parroquias, movimientos, grupos y hermandades. Tampoco podríamos responder a tantas necesidades pastorales. Por ello, les manifestaba el afecto, la amistad y el aprecio sincero de nosotros los Obispos y la certeza de nuestra oración por ellos.

Les decía que en los meses de mayo y junio hemos ido delineando los nombramientos para el curso 2014-2015, experimentando muchas dificultades para cubrir todos los destinos pastorales. Les decíamos también que tales dificultades se mantendrán en los dos próximos cursos, pues en el año 2016 no tendremos ninguna ordenación presbiteral y el número de solicitudes de ingreso en ambos Seminarios para el próximo curso 2014-2015 no es tan grande como desearíamos. Por ello, les pedíamos su apoyo para redondear el número de solicitudes para el próximo curso en ambos Seminarios, especialmente el Menor, y les encarecíamos la urgencia de la pastoral vocacional en nuestra Archidiócesis para un mejor servicio a nuestros fieles y para el anuncio del Evangelio en la misión ad gentes.

Hoy extiendo estas consideraciones a toda la comunidad diocesana. Como escribiera Benedicto XVI en su Carta a los seminaristas, «Dios necesita hombres que vivan para Él, y que lo lleven a los demás». Sí, nuestro mundo tiene necesidad de sacerdotes, pastores capaces de llevar a los hombres de la postración del pecado a la libertad verdadera y la felicidad; de brindarles el alimento del cielo, siendo al mismo tiempo pregoneros infatigables del Evangelio y padres de los pobres, de los enfermos y de los más necesitados, expresión de la solicitud de Dios por los pequeños y desvalidos. Por ello, todos debemos poner la mano en el arado de la animación vocacional de nuestros jóvenes para que el pueblo cristiano no carezca nunca de los ministros necesarios.

Los sacerdotes tienen un papel insustituible en la promoción vocacional en sus parroquias, orando y acompañando espiritualmente a los jóvenes, provocando la pregunta por su futuro y esclareciendo los gérmenes de vocación de aquellos que apuntan deseos de seguir al Señor. Proporcionalmente lo mismo se puede decir de los seminaristas en el curso y en vacaciones. Ellos son los primeros vocantes. El testimonio de su vida entregada, alegre, sencilla y entusiasta al servicio de Dios y de los hombres es una invitación tácita para que nuestros niños, adolescentes y jóvenes puedan preguntarse: ¿Qué es lo que Dios quiere de mí? ¿Cuál es la voluntad de Dios sobre mí? Éste ha sido muchas veces el comienzo de una aventura apasionante en el seguimiento del Señor, de la que muchos de nosotros hemos sido protagonistas.

Pero ésta es también obligación de los padres cristianos, de los educadores y singularmente de los profesores de Religión y de los catequistas. Una interpelación, un consejo o una palabra oportuna pueden cambiar la vida de un joven o de un adolescente. En vuestras manos está despertar la inquietud vocacional, que es una prioridad pastoral para el futuro de la Iglesia. Proponedles explícitamente el camino vocacional. No os calléis por un mal entendido respeto humano. Mostrad abiertamente la posibilidad del Seminario Mayor a aquellos jóvenes que veáis con claros signos vocacionales. Ofreced la posibilidad de ingresar en el Seminario Menor, donde pueden cursar secundaria y bachillerato, a aquellos adolescentes más cercanos que muestran inquietud por el sacerdocio. No traicionemos la confianza que los jóvenes han depositado en nosotros guardando silencio sobre los signos vocacionales que vemos en ellos.

No olvidéis la oración personal y comunitaria, alma de toda pastoral, en este caso para que el Dueño de la mies envíe obreros a su mies. La oración es un modo precioso de implicación en la pastoral de las vocaciones. Es algo que está al alcance de todos, también de los niños, ancianos y enfermos, cuya plegaria es especialmente grata a los ojos de Dios.

Encomiendo también esta intención mayor a la oración y el sacrificio de las monjas contemplativas. La ponemos en las manos maternales de la Santísima Virgen de los Reyes, e invocamos también la mediación de san Isidoro y san Leandro, de los beatos Obispos Marcelo Spínola y Manuel González y de todos los santos de la Archidiócesis. Que ellos bendigan a nuestros Seminarios, y que su intercesión ante el Señor fortalezca la fidelidad y la perseverancia de nuestros seminaristas y nos conceda las vocaciones que tanto necesitamos.

Con mi afecto y bendición para todos.

+ Juan José Asenjo Pelegrina Arzobispo de Sevilla

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