IV Jornadas «Católicos y Vida Pública»

Alocución del Arzobispo de Sevilla en la Inauguración de las IV Jornadas Católicos y Vida Pública y Encuentro Diocesano de Laicos, el 18 de febrero de 2011 en el Campus CEU de Bormujos.

1. Inauguramos en esta tarde la IV edición de las Jornadas Católicos y Vida Pública, organizadas conjuntamente por la Delegación Diocesana de Apostolado Seglar y la Asociación Católica de Propagandistas, que desde su fundación por D. Ángel Herrera lleva en el alma el anhelo de ser en el mundo "testigos del Dios vivo", y que en los últimos años está recordando con insistencia a los católicos españoles que la vocación propia de los laicos es la realización de la misión general de la Iglesia a través de su participación en las instituciones y tareas de la sociedad civil. Lo está haciendo con particular énfasis en los últimos años a través de las Jornadas que cada otoño organiza en Madrid y que han llegado a su XII edición, y también por medio de las versiones en pequeño formato que, con la colaboración de las Delegaciones Diocesanas de Apostolado Seglar, se organizan en la Iglesia particulares, y que están siendo como un banderín de enganche de muchos católicos preocupados por la avalancha laicista que nos invade y que no quieren permanecer impasibles ante la pérdida de unos valores que han dado consistencia a la vida de nuestra sociedad y que hoy son más necesarios que nunca.

2. Iniciamos estas Jornadas, que para mí y espero que también para vosotros, deben ser un  verdadero acontecimiento de gracia y un venero fecundo de comunión de toda la Iglesia diocesana al servicio de la evangelización de nuestra sociedad. Este tipo de encuentros, en los que participan las distintas realidades apostólicas de las Diócesis son siempre muy provechosos: ayudan a estrechar vínculos entre los diversos movimientos y carismas. Los Obispos españoles hemos reflexionado más de una vez sobre las causas de la escasa presencia de los católicos en la vida pública, y hemos aludido a la atomización excesiva de los grupos de apostolado seglar en España y a su desconexión entre sí. Lo negativo no es que estos grupos sean numerosos. Todo lo contrario, pues cada uno de ellos es un don del Espíritu a su Iglesia. Lo negativo es que trabajando cada uno en su propia parcela, nos conocemos poco, nos miramos a veces con recelo y somos en ocasiones reacios, probablemente no por mala voluntad, sino para custodiar celosamente nuestra propia identidad, a anudar lazos de comunión, comunicación y colaboración, con lo cual nuestra presencia pública se debilita, siendo en ocasiones casi inaparente. En la EA Pastores Gregis, el Papa Juan Pablo II, al que vamos a rendir  homenaje en estas Jornadas en las vísperas de su beatificación,  nos encarecía a los Obispos el deber apoyar a todas las realidades asociativas de nuestras Diócesis, favoreciendo la comunión y la colaboración, "favoreciendo la complementariedad entre los movimientos de diversa inspiración" (n. 51). Porque son complementarios, porque en su pluralidad son una riqueza para la Iglesia, porque en la Iglesia y en el anuncio de Jesucristo no sobra nadie y todos somos necesarios, el Obispo debe acogerlas a todas y favorecer la comunión y el conocimiento entre los diversos grupos, asignándoles tareas comunes, especialmente a través de los Planes Pastorales Diocesanos.

3. Por mi experiencia anterior, y por lo que yo escucho a otros hermanos Obispos, estas Jornadas, junto con otras iniciativas de carácter diocesano, a las que son convocados todos los grupos y movimientos apostólicos, están sirviendo para conocernos, para estimarnos y apreciarnos, para eliminar prejuicios y fortalecer  la comunión entre los diversos grupos, organizaciones y movimientos, sin olvidar a nuestras Hermandades y Cofradías, que tanta importancia tienen en la vida de la Iglesia en Sevilla y en Andalucía. En ocasiones como estas reconocemos que es mucho más lo que nos une que lo que nos separa, que el otro, cualquiera que sea su procedencia, sus acentos o su carisma, es alguien de mi familia, alguien que me pertenece, pues nos une el Señor y la tarea inmensa que tenemos ante nuestros ojos: anunciarlo a todos y dar razón de nuestra fe y de nuestra esperanza a todo aquel que nos la pidiere. En suma estas Jornadas están sirviendo para fortalecer nuestra conciencia de familia diocesana, marcándonos un camino a seguir. Por ello, felicito a los responsables de la Asociación Católica de Propagandistas de Sevilla y al Delegado Diocesano de Apostolado Seglar por haber sido capaces de organizarlas conjuntamente, convirtiéndolas en un autentico encuentro diocesano de laicos.

4. El año pasado, en el acto inaugural de estas Jornadas afirmé que la Iglesia en España necesita imperiosamente cultivar un catolicismo militante, un catolicismo activo, con una implantación fuerte, significativa y evangelizadora en la vida pública, con coraje, con valentía y sin complejos; unos laicos con una fuerte experiencia de Dios, bien formados, alimentados y estimulados desde los grupos y movimientos apostólicos.

5. Este objetivo, es decir, la promoción de un laicado bien preparado, que participe en las tareas eclesiales, dinámico, con empuje apostólico y visiblemente presente en todos los ámbitos y foros de la sociedad es hoy más necesario que nunca en Europa y en España. Hace pocos días he manejado un informe publicado hace un par de años por la fundación inglesa Theos, titulado «Un futuro para la fe en la plaza pública», cuyo prologo firman conjuntamente el arzobispo anglicano de Canterbury, Rowan Williams, y el entonces cardenal arzobispo de Westminster, Cormac Murphy-O’Connor. Según este informe, son muchos los creadores de opinión de tendencia laicista que tratan lo religioso con cajas destempladas, al mismo tiempo que sostienen que el papel de la fe en la sociedad británica representa un peligroso desarrollo para las libertades individuales e, incluso, para la propia democracia. Dice también el informe que son muchos los que se esfuerzan por arrinconar a los cristianos, que tratan de que las navidades se conviertan en un festival de invierno; se retiren las  cruces de los lugares públicos, al mismo tiempo que se presiona para que en los programas sociales llevados a cabo por la Iglesia se elimine cualquier mensaje cristiano; y se amenaza a las organizaciones cristianas con acciones legales si no admite a no cristianos. Ambos Arzobispos sostienen que el cristianismo jugó un importante papel para la cohesión social en Gran Bretaña y debe seguir jugándolo porque “la fe no sólo es importante para el florecimiento humano y la renovación de la sociedad sino que la sociedad sólo puede florecer si se da espacio a la fe para que aporte su contribución y su desafío”.

6. Así debe ser efectivamente. Sin embargo, en los últimos años aparecen con frecuencia en los Medios manifiestos y programas de grupos y fundaciones, que desde el prejuicio, el menosprecio hacia los cristianos y un celo digno de mejor causa, bus
can artificialmente por los más variados caminos el afianzamiento del laicismo entre nosotros, calificando a la religión y en concreto al cristianismo como una “actividad primitiva, infundada y perniciosa” para el desarrollo de la persona y de la sociedad, enemiga de la razón, de la libertad y del progreso, que históricamente ha sido la causa desencadenante de enfrentamientos, guerras y conculcaciones de los derechos humanos, y que en consecuencia, debe desaparecer, o en el mejor de los casos, debe quedar relegada a un lugar marginal de la vida social.

7. En el discurso dirigido al Cuerpo Diplomático acreditado ante la Santa Sede el pasado 11 de enero, el Santo Padre se refería a aquellos “países que conceden una gran importancia al pluralismo y la tolerancia, pero donde la religión sufre una marginación creciente. Se tiende a considerar la religión… como un factor sin importancia, extraño a la sociedad moderna o incluso desestabilizador, y se busca por diversos medios impedir su influencia en la vida social. Se llega así a exigir que los cristianos ejerzan su profesión sin referencia a sus convicciones religiosas o morales, e incluso en contradicción con ellas, como, por ejemplo, allí donde están en vigor leyes que limitan el derecho a la objeción de conciencia de los profesionales sanitarios o de algunos profesionales del derecho”. Se refería también el Papa a la marginación de la religión y, en particular, del cristianismo, que “consiste en desterrar de la vida pública fiestas y símbolos religiosos, por respeto a los que pertenecen a otras religiones o no creen”, limitando el derecho de los creyentes a la expresión pública de su fe e ignorando las raíces culturales que alimentan la identidad profunda y la cohesión social de muchas naciones.

8. Hace dos años el Observatorio para la Libertad Religiosa y de Conciencia (OLRC) publicaba un interesante informe titulado “100 motivos para estar alerta”. En él se recogían 100 declaraciones o pronunciamientos de responsables políticos y entidades públicas emitidos en España entre los años 2004 y 2008. En la conclusión del informe, sus autores advertían que “en España se viene detectando un retroceso en el respeto debido a las creencias de los ciudadanos, con una orientación dirigida a restringir la presencia pública de toda manifestación religiosa”. Se decía también que son muchas las instancias que “transmiten la idea de que quienes pertenecen a determinados grupos religiosos o de creencias son ciudadanos de segunda clase, incapaces de aportar nada al diálogo y al proceso democrático del país”. Concluía el informe con esta afirmación: “Se abandona, en consecuencia, el pluralismo, para optar (faltando a la neutralidad) por una creencia muy concreta que pretende alzarse como monopolio del espacio público”.

9. Porque esto es así, urge que los católicos defendamos nuestro derecho a comparecer en pie de igualdad con otros grupos en la plaza pública. Urge robustecer nuestro compromiso en el anuncio del Señor resucitado, pues nada necesita nuestro mundo con más urgencia que a Jesucristo, manantial de sentido y de esperanza para nuestras vidas. El es “el centro de la humanidad, el gozo del corazón del hombre y la plenitud total de sus aspiraciones”, en frase feliz del Concilio Vaticano II. Por todo ello, sean bienvenidas estas IV Jornadas, en las que van a intervenir destacados ponentes, a los que de antemano agradezco su disponibilidad para compartir con nosotros sus experiencias y convicciones. Gracias también al  Secretario de la Asociación Católica de Propagandistas de Sevilla, D. Juan Carlos Hernández Buades, y al Delegado Diocesano de Apostolado Seglar, D. Enrique Belloso. Que Dios les pague a todos su esfuerzo y entusiasmo.
 
+ Juan José Asenjo Pelegrina
Arzobispo de Sevilla

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