Al servicio de una Iglesia en camino

El domingo 20 de marzo celebramos el Día del Seminario. Una ocasión propicia para que todo el pueblo de Dios dé gracias por las vocaciones sacerdotales y pida al dueño de la mies que siga enviando obreros a sus campos; para reflexionar sobre la importancia del Seminario en la vida de nuestra Archidiócesis. En el contexto del Sínodo universal convocado por el papa Francisco, el lema de este año destaca el gran don que supone peregrinar unidos, tras las huellas de Cristo, buen pastor y sumo y eterno sacerdote: ‘Sacerdotes al servicio de una Iglesia en camino’. El Seminario es el corazón de la diócesis y ha de estar en el corazón de todos los diocesanos.

En cada tiempo y lugar, la Providencia divina actúa conforme a sus designios de misericordia. También en nuestra época Dios sigue actuando y sigue suscitando vocaciones sacerdotales entre nuestros jóvenes. Nuestro Seminario Metropolitano no es solo un lugar físico, sino más un tiempo significativo en la vida de un discípulo del Señor, como un tiempo fuerte de búsqueda y de encuentro con Cristo. Tiempo de formación y discernimiento, y también de búsqueda y descubrimiento del Señor, porque solo desde una experiencia personal de encuentro con Él se puede comprender la vocación, la llamada. El Seminario es un tiempo de preparación para la misión. Una misión que no es iniciativa propia, sino consecuencia de la llamada y del envío del Señor, que es quien elige, quien llama y envía.

Cristo sigue llamando, y la Iglesia y la sociedad necesitan sacerdotes; para predicar la Palabra de Dios, para celebrar los sacramentos, para guiar y servir a la comunidad. Cristo llama para llenar de amor y de sentido la vida, para darle una plenitud más allá de cuanto se pueda imaginar. Es preciso escuchar su voz, dejarlo todo y seguirlo, y vivir como Él vivió, amando a los demás, haciendo el bien. Cuando se responde a la llamada, es Él mismo quien llena el corazón y da la fuerza para desarrollar la vocación sacerdotal sin añoranzas. ¡Cuántos jóvenes conozco generosos de corazón y sedientos de sentido en sus vidas! Cada uno tendrá que seguir su vocación, pero es Cristo el único capaz de saciar su sed de infinito. Por eso es tan importante que reflexionen, que cada uno descubra su camino, y que los llamados al sacerdocio respondan con presteza, porque solo siguiendo la llamada del Maestro alcanzarán la felicidad plena, como Juan y Andrés, que buscaban algo más en sus vidas, y con la indicación de Juan Bautista se encontraron con Jesús para no dejarlo ya jamás.

El Seminario es responsabilidad de todos, también de las familias. Los padres cristianos que aman la Iglesia y valoran su misión evangelizadora en el mundo han de recibir con gozo la gracia de tener un hijo sacerdote. Las comunidades cristianas deben orar por las vocaciones sacerdotales y ayudar a encontrar los futuros pastores que la Iglesia necesita. Los sacerdotes deben vivir y testimoniar el gozo de su consagración y de su ministerio. En este Día del Seminario hemos de mirar al futuro, y hemos de reflexionar, rezar y colaborar generosamente, porque ahí está en buena parte el futuro de nuestra Iglesia diocesana.

En tiempo de secularización y consumismo, de individualismo y liquidez, de falta de sentido, Dios llama más que nunca al sacerdocio, porque hacen falta más que nunca sembradores de la fe, mensajeros de esperanza, constructores de amor y de paz. Por eso, desde mi propia experiencia sacerdotal, me atrevo a decir a los jóvenes que por Cristo y por los demás, vale la pena comprometer la vida al servicio de una Iglesia en camino.

+José Ángel Saiz Meneses
Arzobispo de Sevilla

Contenido relacionado

Contra la Esclavitud Infantil

El 16 de abril se celebra el Día Mundial contra la...

Enlaces de interés