El buen tiempo arropó la jornada de este domingo dos de febrero, solemnidad de la Presentación del Señor, para celebrar en la Villa Mariana de Candelaria, la fiesta litúrgica de la Patrona de Canarias. La imagen lució en esta ocasión su manto blanco brocado en oro.
El obispo Nivariense presidió la Eucaristía en una basílica repleta de fieles. En el templo se encontraban la alcaldesa del municipio mariano y su corporación municipal; el vicepresidente del Cabildo de Tenerife, el subdelegado del gobierno en la provincia de Santa Cruz de Tenerife, varios consejeros del Gobierno de Canarias, alcaldes de otros municipios, miembros del Parlamento de Canarias, así como las autoridades militares encabezadas por el teniente general jefe del Mando de Canarias.
La Misa fue cantada por el Coro Epifanía.
El obispo comenzó su homilía señalando que esta fiesta de la presentación del Señor, también la podríamos llamar la fiesta del encuentro. “Juntos como hermanos nos hemos congregado para venir al encuentro del Señor. Como hicieron en su momento Simeón y Ana movidos por el espíritu, tal y como nos dice en varios momentos el Evangelio. No nos olvidemos que es siempre Dios quien pone en nosotros el querer y el obrar”.
El prelado continuó desarrollando esta idea del encuentro. “La virgen María no es una imagen. Es una mujer, madre de Dios. Que vivió hace dos mil años para cumplir la misión que el Señor le encomendó. Pero también es verdad que frente a esta imagen de La Candelaria han pasado nuestros bisabuelos, nuestros abuelos, nuestros padres…Esta imagen conoce nuestras vidas, forma parte de la cultura y de la historia de nuestra tierra”.
Monseñor Álvarez expresó que una de sus intenciones para presentar hoy a los pies de María era el sufrimiento de tantos hermanos de Venezuela. “Cuánto debemos los canarios a ese país. Qué tristeza ver la situación que están pasando tantos compatriotas nuestros. Encomendémoslos a nuestra madre María de Candelaria que en Venezuela también la veneran en muchos lugares”.
En otro momento de su intervención, el obispo recordó que el niño y la candela encendida en manos de Maria, son el signo de lo que Dios quiere hacer con nosotros. “María nos ilumina a quien nos da la salvación. Esa palabra que algunas veces nos cuesta tanto trabajo admitir. Necesitamos que el señor entre hasta lo más profundo de nuestra alma, nos ilumine y nos sane por dentro”.
En la última parte de su homilía, el prelado indicó las diferentes vías que tienen los cristianos para mantener un encuentro vivo con Dios. “A Jesucristo lo encontramos cada domingo en la Eucaristía, rezando, leyendo y meditando su Palabra. Pero hay que exponerse a esa luz. Debemos estar conectados si queremos tener la luz. Con Cristo nos ocurre igual. Éste es el ejemplo que nos da María. En eso tenemos que imitarla. Vivimos unos tiempos en donde no podemos mantener una fe superficial”.
Al hilo de esta idea, el prelado hizo una invitación a que no caigamos en el individualismo. Asimismo, tomando como referencia el ejemplo evangélico de entrega de los ancianos Simeón y Ana, monseñor Álvarez señaló la importancia de estar junto a nuestros mayores. “Aquellos que tanto han hecho por nosotros, que hasta emigraron para tener lo que hoy día tenemos, no los podemos descuidar. Necesitamos la luz de Cristo. Esa luz que hace que nos preocupemos y nos ocupemos los unos por los otros. Por todo ello, pidamos a la Virgen María, como hizo Simeón, que nos deje tomar a Jesús en los brazos. Que sea él quien nos lleve por el camino de la vida. Le pedimos también a María que nos coja en sus manos como cogió a Jesús y nos presente ante Dios tal como somos. Pidamos por último que sepamos acoger en nuestros brazos a Jesús. Ese Jesús que está en el hermano y en la hermana que sufre. No menospreciemos a nadie. Que Dios nos dé esas entrañas de misericordia para ser capaces de entregar la vida por los demás”.
Terminada la celebración, tuvo lugar la procesión de la Imagen de la Virgen alrededor de la Plaza de la Patrona de Canarias.
