CÓMO PODEMOS AYUDAR AL SANTO PADRE
El Papa sólo podrá desarrollar su tarea con la colaboración de todo el Pueblo de Dios.
2005-06-26
Se acaban de cumplir dos meses de la elección de Benedicto XVI para ocupar la Cátedra de San Pedro. A pesar de que se oyeron voces que pretendían descalificar a la persona designada, mediante su bondad, su sencillez y su inteligencia, el nuevo Papa se ha ido ganando el corazón del Pueblo de Dios. Por mi parte, no pretendo enjuiciar sus primeras actuaciones, porque no es mi cometido como Obispo y, además, es pronto para ver los resultados de su trabajo. Sin embargo, en vísperas de la fiesta de San Pedro, primer Papa de la historia, considero oportuno ofrecer algunas reflexiones.
En primer lugar, os recuerdo, como dije en su día, que una forma de manifestar nuestro afecto y nuestro apoyo al Santo Padre consiste en intensificar nuestra vida de fe y nuestro compromiso evangelizador. Los católicos sabemos que, por encima de las decisiones de los cardenales que lo eligieron, está la presencia del Espíritu Santo que los llevó a tomar su decisión
Y eso significa que Benedicto XVI es el hombre que Dios ha designado para ser signo visible de la unidad de la Iglesia, para confirmarnos en la fe y para alentar las misiones evangelizadoras del Pueblo de Dios, en estos momentos tan interesantes y difíciles. Pero el Papa sólo podrá desarrollar dicha tarea con la colaboración de todo el Pueblo de Dios, pues como dice San Pablo, la Iglesia es el Cuerpo Místico de Jesucristo y para que camine y dé frutos abundantes, necesita que todos los miembros nos mantengamos activos y que cada uno de nosotros cumplamos con el cometido que se nos ha encomendado, de acuerdo con los dones recibidos.
En segundo lugar, tenemos que materializar nuestro afecto. Por supuesto que la mejor forma de hacerlo es orar por el Papa cada día, para que el Señor lo sostenga y le dé la fortaleza necesaria. Esta oración, cuando es sincera, no sólo enriquece y beneficia, por caminos que desconocemos, al Santo Padre, sino que repercute también sobre cada uno de los que la realizamos, pues mientras suplicamos a Dios que lo guíe y lo ilumine, oímos en lo profundo del alma una voz que nos invita a contribuir a este deseo por medio de nuestra vida evangélica.
Ésa es la fuerza transformadora de la oración, que repercute eficazmente también sobre la persona que la practica. Además de la oración, la Iglesia nos ofrece otra manera de materializar el afecto al Papa: aportando algún dinero a la colecta que se realiza hoy domingo, y que lleva el curioso nombre del «óbolo de san Pedro». Es una costumbre que surgió en Inglaterra, en el siglo VIII, y que se ha convertido en la manera habitual en que los católicos de todo el mundo ayudamos al sucesor de Pedro. Aunque sea un testimonio modesto de cercanía y afecto hacia quien ha puesto su vida al servicio de todos, estos recursos le permiten a él disponer de fondos para atender a las necesedades de la Iglesia universal. Espero de todos y cada uno que contribuyamos con generosidad y con alegría. Son tres formas concretas, al alcance de todos, de expresar nuestros mejores sentimientos a su santidad Benedicto XVI, en la fiesta de San Pedro, primer Papa de la historia. Porque los aplausos y las hermosas palabras, cuando no están respaldadas por las obras y por el compromiso personal de cada uno, terminan en una especie de culto vacío más folclórico que evangélico, y lo que la comunidad cristiana necesita hoy con más urgencia es el lenguaje expresivo de los hechos.
+ Antonio Dorado,
Obispo de Málaga