D. ADOLFO GONZÁLEZ. ANTE LOS JUEGOS MEDITERRÁNEOS

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ANTE LOS XV JUEGOS MEDITERRÁNEOS

INVITACIÓN A LA HOSPITALIDAD Y AL TESTIMONIO

 

 

                Queridos diocesanos:

                Estamos en las vísperas los XV Juegos del Mediterráneo y ya han comenzado a llegar las legaciones deportivas de los países participantes. Con ellas llegan también a Almería los grupos humanos que las acompañan y animan, gozando con la pericia, disciplina y deportividad de los atletas. Almería se convierte toda ella en un gran estadio de competición, metáfora y parábola de la carrera de la vida hacia la meta definitiva, tal como les recordaba san Pablo a los Corintios, animándoles a imitar a los atletas, pero sabiendo que su corona será, no el laurel que se marchita, sino la corona de la vida eterna (1ª Corintios 9,24ss).

                El ambiente deportivo y juvenil de una ciudad joven como Almería será paradigma de la lucha por un futuro que hemos de ganar con esfuerzo, mientras hacemos de nuestra entrega a la construcción del futuro una deportiva forma de competir por el triunfo de la esperanza.

                Haciéndome eco del entusiasmo y la ilusión que han generado estos Juegos en todos los ciudadanos de Almería, quiero invitarles a todos a acoger con el corazón abierto a los visitantes. Siendo como somos los almerienses generosos y gente de corazón con las puertas de par en par, hagamos cuanto esté en nuestras manos para plasmar en realidades nuestra proverbial hospitalidad.

Como Obispo de esta Iglesia invito a todos los católicos a ofrecer un testimonio vivo de generosidad, pero sobre todo de fraternidad cristiana, porque Jesús nos ha descubierto la clave y el secreto de la solidaridad entre los hombres, aspiración con la que tropiezan los egoísmos más tenaces. Esa clave no es otra que ser hijos del mismo Padre, del que venimos todos y el que a todos nos espera para coronar nuestra vida con la gloria. La que Cristo conquistó para nosotros con su cruz regenerando nuestra humanidad perdida: la meta hacia la que hemos de correr por ver si logramos el premio de una corona incorruptible.

No sólo invito a la amabilidad y a la acogida circunstancial, sino a dejarse impactar por la diversidad de gentes que formamos en la diferencia de razas y culturas una misma y única humanidad. Algo que en Almería ya conocemos porque la diferencia es para nosotros un reto que hemos de cubrir con la igualdad, meta que nos hemos propuesto con realismo, conscientes de las enormes dificultades que tenemos que vencer.

Invito a dar testimonio de tal modo de nuestra fe que, abiertas nuestras iglesias y nuestras asambleas a quienes en ellas pueden ser recibidos como católicos, puedan ofrecer al mismo tiempo un respetuoso ejemplo de comunión que haga sentir a los que no son cristianos que en nuestra congregación se adivina ya la fraternidad futura de todos los hombres. Quienes por el ejercicio de nuestro ministerio somos “hombres religiosos” estamos particularmente impelidos a reclamar un espacio para descubrir, mientras cultivamos el ocio creador de los Juegos, que Dios es el descanso definitivo de los que le aman porque es la felicidad de los justos.

Si así lo hacemos, el recinto de nuestras iglesias abiertas a la plegaria de los creyentes será un oasis donde percibir que Dios es la vida del hombre. No sólo se percibirá en ellas una muestra y sucesión de estilos de la historia occidental del arte sacro, sino el testimonio del reclamo misterioso de Dios. Nuestros templos no quedarán reducidos a mero pretexto de contemplación estética, como si sólo fueran un cúmulo de piedras ordenas en sucesión de estilos pero sin alma. ¿Qué podemos hacer para que los visitantes de nuestra ciudad se sientan impactados por nuestra historia artística  sobre todo porque en ella es Dios mismo el que les sale al encuentro?

Cuando por la noche recorran la ciudad vieja siguiendo las secuencias de un paseo que jalonan nuestra Catedral fortaleza y nuestras iglesias, tengo la esperanza de que los haces de luz que deslumbren los ojos del alma de nuestros visitantes les permitan adivinar el misterio de nuestros monumentos.

 

 

Almería, a 19 de junio de 2005

 

 

                                                                                              + Adolfo González Montes

                                                                                                        Obispo de Almería

 

 

 

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