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Festividad de San Francisco de Sales, patrono de los periodistas

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Mañana, día 24 de enero de 2012, se celebrará una Eucaristía con motivo de la festividad de San Francisco de Sales, patrono de los periodistas, a la que están invitados todos los agentes de medios de comunicación social. La celebración eucarística estará presidida por el Delegado Diocesano de Medios de Comunicación, José Juan Jiménez.

FECHA: Martes, 24/01/2012

HORA: 13:00 h.

LUGAR: Iglesia de San Roque.

El Obispo de Jerez y el Arzobispo Catrense concelebrarán el funeral por Carlos González

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La Eucaristía tendrá lugar en la Catedral mañana martes, día 24 de enero, a las 19,30 horas, a la memoria de este conocido vinatero jerezano y benefactor de la Iglesia diocesana.

Ejercicios Espirituales para sacerdotes en la diócesis de Guadix

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Del 29 de enero  al 4 de febrero  tendrá lugar  una tanda de Ejercicios Espirituales para sacerdotes en la diócesis de Guadix. Tendrán lugar en el Centro Diocesano de Espiritualidad, a las afueras de la ciudad accitana y están abiertos a aquellos sacerdotes tanto de la diócesis de Guadix como de las diócesis vecinas. De hecho, todos los años suelen hacer ejercicios sacerdotes de las diócesis de Almería, de Granada y de Jaén.

El director de esta tanda de ejercicios será el sacerdote de Murcia Miguel Ángel Gil López, delegado de catequesis de diócesis de Cartagena y Profesor del Instituto Teológico San Fulgencio. Forma parte de su amplia experiencia pastoral la dedicación a los sacerdotes en el acompañamiento espiritual. También ha sido confesor del seminario durante muchos años y director de numerosas tandas de Ejercicios Espirituales para sacerdotes y religiosas.

Aún quedan plazas libres para asistir a estos ejercicios. Quienes deseen hacerlo pueden contactar con el Centro en el teléfono 958 663011.

Las situaciones conflictivas de la familia a debate en el encuentro diocesano

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El pasado sábado, 21 de enero, se celebraba en el Seminario Diocesano el encuentro diocesano de familia de la diócesis de Jaén. Un año más, con el objetivo de fomentar y mantener la comunicación entre los distintos grupos y movimientos familiares, así como de reflexionar sobre temas de actualidad que afectan directamente a las familias, la Delegación de Familia y Vida ha organizado este encuentro diocesano de la familia. “No se trata de que nadie pierda su identidad, si no de que avancemos en la comunión dentro de la pastoral familiar”, asegura D. Francisco de la Torre, delegado episcopal de Familia y Vida.

En primer lugar, el encuentro comenzó con una mesa redonda que trató el tema “Respuestas de la Iglesia Diocesana antes situaciones problemáticas de la familia”. En este coloquio intervenían Ana Teresa de Dios Mesa, representante de la Plataforma de ayuda a la mujer embarazada, Juan José Gay Torres, representante del Centro de Orientación Familiar de Jaén y Pedro José Martínez Robles, Vicario Judicial y representante del Tribunal Eclesiástico.

Los tres ponentes comenzaron con una breve presentación de su colectivo o institución  y aportaron datos relevantes en las problemáticas de la familia actual. A continuación, se dio paso a un turno de preguntas y un breve debate sobre temas de interés para los participantes. Así, se trataron temas como los malos tratos, la preparación al matrimonio, el aborto o la nulidad matrimonial, entre otros. Finalmente, la Delegación de Familia y Vida obsequió a los tres representantes con un libro sobre los principales problemas éticos relacionados con la vida.

Este encuentro diocesano de familia culminó con una reunión de los responsables de los movimientos matrimoniales de la diócesis de Jaén con los miembros de la Delegación. Durante la reunión trataron diversas cuestiones: comentaron los contenidos de la mesa redonda, aportaron ideas para ampliar los encuentros con otros temas, hicieron una valoración sobre la comunión de los distintos movimientos familiares y se avanzaron las fechas de los encuentros más significativos para la pastoral familiar diocesana.

Virgen de la Paz, Patrona de Ronda (Iglesia de la Merced-Ronda)

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Homilía pronunciada por el Obispo de Málaga, D. Jesús Catalá, en la Eucaristía celebrada con motivo de la Virgen de la Paz, Patrona de Ronda en la Iglesia de la Merced de Ronda el 23 de enero de 2012.

VIRGEN DE LA PAZ, PATRONA DE RONDA

(Iglesia de la Merced-Ronda, 23 enero 2012)

Lecturas: Is 9, 1-3.5-6; Sal 84; Ap 21, 1-5ª; Lc 1, 26-38.

1.- La ciudad de Ronda se congrega en estos días para honrar a su Patrona, la Virgen de la Paz. Muchos fieles acuden a este templo de la Iglesia de la Merced, vinculado al Monasterio de Carmelitas Descalzas.

Están siendo días de reflexión, de oración intensa, de conversión al Señor. La Virgen de la Paz toca los corazones de sus hijos, para orientarlos hacia el “Príncipe de la Paz” (Is 9, 5), Jesucristo, el Hijo de Dios. Venerar a la Madre implica también dirigir la mirada y el corazón hacia su Hijo.

Deseo saludar a la Agrupación de Hermandades y Cofradías de Pasión y de Gloria, que viene esta tarde con actitud filial y como peregrinos a dar gracias a Dios por los muchos dones recibidos de su bondad, y a pedir la maternal intercesión de la Virgen de la Paz.

Son muchos los fieles de las distintas comunidades cristianas, que participan en esta novena a la Virgen, para agradecer sus favores y pedir su ayuda en las necesidades materiales y espirituales. María es Madre de todos y nos ofrece a su Hijo Jesús, para que alcancemos la salvación de nuestros pecados.

2.- En los días de preparación para las fiestas navideñas meditábamos el texto del profeta Isaías, que hoy ha sido proclamado: «El pueblo, que andaba a oscuras, vio una luz grande. Los que vivían en tierra de sombras, una luz brilló sobre ellos» (Is 9, 1-2).

Cristo Jesús es la luz del mundo, que viene a iluminar nuestros pasos por el camino de la paz. Caminando a su luz no tropezaremos nunca; siguiendo sus pasos, él nos llevará al reino de la luz y de la paz (cf. Lc 1, 79).

La Virgen María es quien nos ha traído tan hermoso regalo a nosotros los hombres. De ella ha nacido el Hijo de Dios. La profecía de Isaías se ha realizado en el seno de María: «Porque una criatura nos ha nacido, un hijo se nos ha dado. Estará el señorío sobre su hombro, y se llamará su nombre “Maravilla de Consejero”, “Dios Fuerte”, “Siempre Padre”, “Príncipe de Paz” (Is 9, 5).

Demos gracias a nuestra Madre, la Virgen, que aceptó la voluntad de Dios en su vida, engendrando a Jesucristo en sus entrañas. Con gran valentía pronunció las palabras de amor, correspondiendo así a la invitación de Dios: «He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra» (Lc 1,38). Por eso ella es, en verdad, Madre de Dios.

3.- La venida de Jesús al mundo ha sido el hecho más importante de la historia de la humanidad. Con Jesucristo se ha realizado una maravillosa transformación; ha aparecido un mundo nuevo, como hemos escuchado en la lectura del libro del Apocalipsis: «Vi un cielo nuevo y una tierra nueva» (Ap 21, 1).

            El nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo ha marcado un hito en la historia. Dios ha puesto su morada entre los hombres: «Ésta es la morada de Dios con los hombres. Pondrá su morada entre ellos y ellos serán su pueblo y Él será su Dios» (Ap 21, 3).

La humanidad vive desde entonces una etapa nueva, en la que encuentra sentido al dolor, a la enfermedad, e incluso a la muerte: «Y enjugará toda lágrima de sus ojos, y no habrá ya muerte ni habrá llanto, ni gritos ni fatigas, porque el mundo viejo ha pasado» (Ap 21, 4).

Más aún, la relación del hombre con Dios y de los hombres entre sí, rota por el pecado, queda restablecida y es posible la armonía y la comunión entre ellos. La presencia del “Príncipe de la Paz” en el mundo ha transformado la vida del hombre, iluminando sus ojos y derrotando la muerte.

            Esta maravillosa re-creación y renovación de la humanidad ha sido posible gracias a la Virgen María, que nos ha traído al Salvador del mundo; Ella nos lo ha hecho cercano.

4.- Ser fieles devotos de la Virgen de la Paz implica trabajar por la paz. El Señor Jesús llamó bienaventurados a quienes trabajaran por la paz: «Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios» (Mt 5, 9).

            En la descripción de otras bienaventuranzas se dice cómo hay que ser para alcanzar la felicidad: pobres de espíritu, afligidos, mansos, puros de corazón. En esta bienaventuranza se hace más hincapié en lo que hay que hacer. Se trata de trabajar por la paz; de empeñarse en pacificar las relaciones humanas; de amar mucho la paz; de procurar la paz entre quienes están divididos. El trabajo por la paz empieza con uno mismo, es decir, en dejarse reconciliar con Dios; después sigue en las relaciones más cercanas: familia (esposos, padres e hijos), amigos, miembros de la misma comunidad cristiana, cofradía o asociación, los que profesan una misma religión, paisanos, compañeros de trabajo, conciudadanos. En resumidas cuentas, el trabajo por la paz abarca a todo el mundo.

            Los que trabajan por la paz no se identifican con las personas tranquilas o pacíficas, que evitan los conflictos, pero se desentienden de los problemas; tampoco es sinónimo de “pacifista”, entendiendo con ello a quienes protestan contra la guerra, pero no hacen nada para reconciliar entre sí a los adversarios. El término más adecuado es de “pacificadores” o “promotores de la paz”.

            Trabajar por la paz se desprende del mandamiento nuevo del amor fraterno; es una forma en la que se expresa el amor al prójimo. Como ha dicho el Papa Benedicto XVI: “La verdad de la paz llama a todos a cultivar relaciones fecundas y sinceras, estimula a buscar y recorrer la vía del perdón y la reconciliación, a ser transparentes en las negociaciones y fieles a la palabra dada” (Benedicto XVI, Mensaje para la Jornada Mundial de la paz, 6. Vaticano, 1.01.2006).

5.- Un campo específico del trabajo por la paz es la relación entre los seguidores de las diversas religiones y creencias. Asistimos actualmente a un recrudecimiento de la persecución contra los cristianos en diversos lugares del mundo, desatada sobre todo por algunos seguidores del islam. Hemos conocido los atentados contra iglesias cristianas en Nigeria y en la India. Estos hechos no son más que los más recientes de una nefasta cadena de atentados contra personas y lugares de culto cristianos. El setenta y cinco por ciento de las víctimas del odio religioso en el mundo son cristianos.

            Las manifestaciones de cristofobia hacen más urgente el testimonio de nuestra unidad y de nuestra solidaridad con nuestros hermanos cristianos, sean de la confesión religiosa y de la nación que sean.

Estamos en pleno Octavario de “Oración por la Unidad de los Cristianos”. El verdadero motivo para la unidad no nace de unas circunstancias históricas, que la hacen más útil o más conveniente. Nace de la voluntad de Dios y de la oración de Cristo, que pidió al Padre nuestra unidad para que el mundo creyera (cf. Jn 17, 21). La voluntad de Dios corresponde, además, con el deseo de unidad, que llevamos inscrito en el corazón, unidad de la que la Iglesia es, en Cristo, signo e instrumento eficaz (cf. Lumen gentium, 1).

6.- Como nos ha recordado el Papa Benedicto XVI: “Gracias a la ayuda divina, resultará ciertamente más convincente e iluminador el anuncio y el testimonio de la verdad de la paz. Dirijamos con confianza y filial abandono la mirada hacia María, la Madre del Príncipe de la Paz. Al principio de este nuevo año le pedimos que ayude a todo el pueblo de Dios a ser en toda situación agente de paz, dejándose iluminar por la Verdad que nos hace libres (cf. Jn 8,32). Que por su intercesión la humanidad incremente su aprecio por este bien fundamental y se comprometa a consolidar su presencia en el mundo, para legar un futuro más sereno y más seguro a las generaciones venideras” (Benedicto XVI, Mensaje para la Jornada Mundial de la paz, 16. Vaticano, 1.I.2006)

            Le pedimos a la Virgen de la Paz que interceda ante su Hijo, para que todos los cristianos vivamos unidos en el mismo amor; para que sepamos superar las dificultades del diálogo ecuménico; para que abramos nuestros corazones, acogiendo a todos los que profesan la misma fe en Jesucristo; para que la unidad entre los cristianos vaya siendo cada día una realidad más cercana.

Pidamos a la Virgen de la Paz que nos ayude a ser promotores de paz y de comunión entre nosotros y entre todos los hombres; que sostenga nuestras relaciones fraternales como hijos de una misma familia; que apoye las actividades en pro de la concordia entre las naciones y entre los diversos pueblos; que sea nuestra protectora en la misión, que el Señor nos confía como cristianos y testigos del Evangelio.

            ¡Queridos rondeños, miembros de las Hermandades y Cofradías, y fieles cristianos todos, que os congregáis para venerar a la Virgen de la Paz, anunciad la Buena Nueva de la salvación y de la paz, siendo valientes testigos del Evangelio!

¡Que la Virgen de la Paz interceda con su maternal solicitud por todos nosotros! Amén.

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Miles de cursillistas participan en la celebración jubilar de la Catedral

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Presidida por el Cardenal y Presidente del Pontificio Consejo para los Laicos, Stanislaw Rylko, más de 2.000 cursillistas han asistido a la ceremonia de Acción de Gracias por los mil Cursillos en la Diócesis.

Hermandad de la Sagrada Cena (Parroquia de los Santos Mártires (Málaga)

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Homilía pronunciada por el Obispo de Málaga, D. Jesús Catalá, en la Eucaristía celebrada en Hermandad de la Sagrada Cena en la Parroquia de los Santos Mártires de Málaga el 22 de enero de 2012.

HERMANDAD DE LA SAGRADA CENA

Parroquia de los Santos Mártires

(Málaga, 22 enero 2012)

Lecturas: Jon 3, 1-5; Sal 24; 1 Co 7, 29-31; Mc 1, 14-20.

1.- Llamada a la conversión

Acabamos de escuchar la palabra de Dios que ha sido proclamada en esta celebración. Hoy el Señor nos invita a la conversión. Tanto en la lectura primera del libro del profeta Jonás, como en el Evangelio hay una llamada clara, personalísima y directa dirigida a cada uno de nosotros. Decimos esto, aunque esté dirigida la pregunta de parte de los que proclaman la palabra de Dios a los que les escuchan en ese momento.

El profeta Jonás recibió la palabra del Señor en estos términos: «Levántate, vete a Nínive, la gran ciudad y proclama el mensaje que yo te diga» (Jon 3, 2). «Jonás comenzó a adentrarse en la ciudad, e hizo un día de camino proclamando: «Dentro de cuarenta días Nínive será destruida» (Jon 3, 4), por el pecado de sus habitantes, por la conducta que llevan.

A veces pensamos que el mundo tiene difícil solución, que se va a acabar. Hace cien o cincuenta años a nuestros antepasados no les habría cabido en la mente la manera en que el mundo se podría destruir. Hoy cualquier persona puede captar la idea de que si se apretara un botoncito en cualquier parte del mundo, el mundo podría estallar. Unas bombas atómicas tienen la capacidad de destruir a la humanidad.

«Los ninivitas creyeron en Dios: ordenaron un ayuno y se vistieron de sayal desde el mayor al menor» (Jon 3, 5). Cambiaron de conducta. Lo de vestirse de sayal es una manera de expresar que aceptaban el mensaje de Dios. Y Dios no destruyó la ciudad de Nínive.

Pasan los siglos y en lugar de un simple profeta, como Jonás, viene el profeta por antonomasia. Después de Juan el Bautista, por las tierras de Galilea, aparece Jesús proclamando la Buena Nueva de Dios (cf. Mc 1, 14). Iba diciendo: «El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios está cerca; convertíos y creed en la Buena Nueva» (Mc 1, 15).

Tanto Jonás como Jesús, uno a los ninivitas, otro a los galileos y a los judíos en general, predican la necesidad de una conversión a Dios.

Y hoy día, ¿no necesitamos convertirnos también nosotros? ¿Estamos en plena sintonía con Dios? ¿Es Dios el centro de nuestra vida? ¿Es Dios aquel que da sentido a mi vida? ¿Es Aquel al que adoro absolutamente por encima de todo y de todos? O más bien, ¿no es más que una pequeña parte de mi vida a quién dedico un tiempo muy reducido de mi existencia?

Hoy se nos hace también la llamada a la conversión a través de Jonás y a través de Jesús, a través de la Palabra del Señor.

2.- Significado de la conversión

¿Qué significa la conversión? La conversión nace ante todo como respuesta a una persona: La presencia de Cristo; es una respuesta a un acontecimiento que se ha dado en la historia. Cristo, el hijo de Dios, ha venido al mundo para sacarnos de la miseria, del egoísmo, de la miseria que nos atan.

En Jesús ha aparecido, en toda su profundidad, el amor increíble, sorprendente e infinito de Dios al hombre, a cada uno de los hombres, a todos y a cada uno de nosotros; un amor que no tiene fronteras ni palabras con las que pueda ser expresado. Dios nos ama, Dios te ama a ti tal como eres, con lo que eres, quiere hacerte suyo; quiere que vivas como fiel hijo suyo.

La conversión supone la fe, la aceptación de Dios en mi vida. El acontecimiento de Cristo debo aceptarlo por fe y tengo que fiarme; tengo que dejarme modelar por Cristo. Creer en la buena nueva no sólo consiste en aceptar unas cuantas cosas de la verdad y meterlas en mi cabeza como sucede con las cosas de la historia, de la geografía o de la ciencia… no es un simple saber. Es, sobre todo, una relación personal con Cristo, con Dios.

Cuando se habla de conversión no se trata de un cambio parcial, no se trata de ponerse un sayal o ceniza en la cabeza o de dormir en el suelo como hicieron los ninivitas. Estas cosas eran expresiones, gestos. También, cuando llegue el tiempo cuaresmal, haremos gestos que expresan amor. Se trata, por tanto, de pasar del egoísmo al amor, de pasar de mirarme a mí mismo a mirar al otro, de dejar de defender mis privilegios y derechos para pensar en la solidaridad hacia los demás.

Se trata de un cambio, cuyo fin es cambiar las estructuras viejas, transformar las viejas mentalidades personales y sociales. Las viejas estructuras fueron creadas para servir a otros dioses; obedecían a otra visión del hombre. Dice el mismo Jesús: “a vino nuevo, odres nuevos” (cf. Mt 9,17). Una relación personal con Dios que sea nueva necesita un estilo de vida nuevo.

3.- Novedad radical en el acontecimiento Jesucristo

Hay por tanto una novedad radical con Jesucristo. Con Jesús ha llegado el Reino de Dios; hay que tomar conciencia de ello y convertirse.

El Mesías asume la historia del hombre, la hace suya, toma en sus espaldas nuestras miserias y nuestros pecados y los trasforma. Él se ha embarrado con nosotros, ha venido a estar con nosotros y a sacarnos de donde estábamos.

Entrando en el dinamismo de nuestra historia, se hace solidario de nuestra humanidad y con cada uno de nosotros (Concilio Vaticano II; cf. Ch. Duquoc, Cristología 1: El hombre Jesús. Ed. Sígueme. Salamanca 1971). Nuestras miserias, nuestros pecados, nuestros dolores, nuestros egoísmos se los carga en sus espaldas; ya los lleva Él; por eso podemos ser sanados y salvados por Él. “Él se cargó con nuestros pecados”, como dice el profeta Isaías (Is 38,17).

4.- Llamada de Jesús a sus discípulos

En un primer momento hay una llamada a la conversión. Esto ocurre tanto con Jonás como con Jesús. Y en un segundo momento, es la llamada al seguimiento de Jesús.

Hemos leído en el Evangelio de hoy: «Bordeando el mar de Galilea, vio a Simón y Andrés, el hermano de Simón, largando las redes en el mar, pues eran pescadores. Jesús les dijo: “Venid conmigo, y os haré llegar a ser pescadores de hombres”. Al instante, dejando las redes, le siguieron. Caminando un poco más adelante, vio a Santiago, el de Zebedeo, y a su hermano Juan; estaban también en la barca arreglando las redes; y al instante los llamó. Y ellos, dejando a su padre Zebedeo en la barca con los jornaleros, se fueron tras él» (Mc 1, 16-20).

5.- El seguimiento es una forma de conversión

La conversión a Dios implica un seguimiento a Jesucristo. Ser hermanos cofrades, ser cristianos, ser feligreses de una parroquia, si no ponemos toda nuestra vida y todo nuestro empeño en ser buenos hijos de Dios y en ser buenos discípulos de Jesús, de muy poco sirve.

La breve narración que el evangelista Marcos pone antes del anuncio del Reino -la llamada de los primeros discípulos (Mc 1, 16-20)- pretende ser un ejemplo concreto de conversión.

No se trata de una conversión para que se les proponga a los especialistas del Reino de Dios, sino simplemente de la conversión necesaria para ser cristianos.

6.- La iniciativa parte de Jesús

Los apóstoles no dijeron: “Jesús, vamos a ir contigo, queremos ser tus discípulos”. Eso lo hacían los discípulos de los rabinos que se buscaban un maestro. Eso lo hacen hoy también los que quieren ser buenos discípulos en música, por ejemplo, van buscando a los grandes maestros, en pintura, en arte, en las ciencias, en el saber… Los hombres buscan a maestros para aprender, para conocer cosas y técnicas, y después pueden llegar a superar al maestro.

Jesús llama a quien quiere para que vaya detrás de Él, para que sea un discípulo suyo. Jesús nos ha llamado a todos a ser sus discípulos. No somos nosotros los que le hemos pedido que sea nuestro maestro; es Él quien nos ha llamado a nosotros: “venid conmigo”. ¿Qué significa eso? Se trata de asimilar en la propia vida la persona, el estilo y el mensaje de Jesús.

Cada uno puede pensar en la llamada que le hace el Señor: ¿qué puedo dejar? ¿Qué redes debo dejar? ¿O qué familia, o qué padre, o qué hermano, o qué amistad debo dejar? ¿Qué debo dejar para seguirlo como hicieron los discípulos? Dejando las redes, dejando a sus padres, abandonando la barca, sus cosas, siguieron a Jesús (cf. Mc 1, 20) ¿Qué debemos dejar nosotros?

            Queridos hermanos, no se trata de seguir una doctrina, sino a una persona y un proyecto de existencia, un proyecto de vida.

7.- Imposición de la Casulla al Rvdo. D. Francisco Aranda

En esta Eucaristía y en el marco de estas lecturas, la Cofradía de la Cena y de María Stma. de la Paz, habéis querido imitar un gesto de la vida de San Ildefonso, como ya se nos dijo a comienzos de la Eucaristía. ¿Cómo se engarza esto con el seguimiento del Señor y con las lecturas en las que hoy Jesús de Nazaret, el Cristo, nos habla y nos invita a seguirle? Son muchas las conclusiones que podríamos sacar.

Está bien que repaséis la historia, los orígenes de la titular Virgen de la Paz, precioso nombre, no porque se hiciera a raíz de San Ildefonso, sino porque María es la Madre del Príncipe de la Paz, que es Cristo, y por tanto, es la Reina de la Paz. Así la llamamos cuando le dirigimos nuestra oración al recitar las letanías. Lleva siendo la Madre del Príncipe de la Paz desde hace dos mil años.

Está bien que vayamos a los orígenes de la historia y de las motivaciones de los Titulares. Quiero agradecer el gesto que ya habéis tenido para con el párroco de los Santos Mártires, Rvdo.D. Federico Cortés, aquí presente, y hoy queréis hacer el mismo gesto con el delegado diocesano para las Hermandades y Cofradías, Rvdo. D. Francisco Aranda. Unos gestos que os honran y que recuperan una tradición y os lo agradezco.

Imponer la Casulla es un acto con un sentido muy profundo; es algo que va más allá de esta invitación del Señor de convertirse a él. Por el bautismo hemos sido constituidos en hijos de Dios, y en el caso de los sacerdotes, también por ordenación. Nadie menos que el Señor mismo nos constituye en representantes suyos ante los hombres. Esto es un don que nos apabulla, al menos a mí me pasa esto. La misma idea nos deja anonadados. Tanto es así que lo único que podemos hacer es dar gracias. Supongo que tanto D. Federico como D. Francisco el sacerdocio, el haber recibido este ministerio, lo verán como un don grandioso, un regalo grandísimo de parte del Señor.

Si vosotros les ayudáis a que vivan ese seguimiento de Jesús, cuya invitación va dirigida a todos, a vivir ese seguimiento de una manera cada vez más honda mediante el ejercicio del ministerio sacerdotal, si esa ayuda les resulta provechosa, ¡bendito sea Dios! Os felicito.

Ayudadles también con vuestra conducta, con vuestra palabra, apoyadles porque son hombres y necesitan vuestro apoyo. Queredles, amadles de verdad. Si nos quisiéramos de verdad, ¡cuántas cosas cambiarían! ¡Cuántos comentarios y cuántas críticas dejarían de hacerse! ¡Cuántas tensiones se disiparían!

El gesto que les habéis hecho y que hoy le hacéis a D. Francisco, lo quiero ver en la praxis, en la vida. Se trata de ser un poquito más convertidos. Un gesto de cariño, un gesto de amor, pero que sea un gesto que represente una actitud de vuestro corazón, algo que sale desde dentro: el diálogo, el entendimiento, la obediencia a los pastores cuando toca. Os invito, pues, a que el gesto de hoy se prolongue con otros gestos de vida y de actividad.

8.- Llamada a la Cofradía

Y una última llamada a la Cofradía. Normalmente las Cofradías tenéis dos Titulares: Jesucristo, por una parte, que es el fundamento de todo y que está por encima de todo. Por eso las cofradías de Pasión, lógicamente, tienen que tener un Cristo, y también a la Virgen.

En vuestro caso es Jesús, el de la última Cena, el de la sagrada Cena, donde nacen la Eucaristía y el sacerdocio, no lo olvidéis. Si estáis promoviendo la parte mariana, hoy, es un acto mariano más. También lo que hacéis tiene una dimensión cristológica y esto tiene su lógica, porque la Casulla hace referencia al sacerdocio de Jesucristo. Ahora bien, ya que éste es un acto más en la promoción de la devoción mariana, de la Virgen de la Paz, os invito a que penséis en cómo podríais desarrollar otro gesto o gestos que reflejasen la dimensión sacramental de vuestra Cofradía. Sois una Cofradía sacramental. El Cristo que celebra la última cena, entregándose por todo el mundo, el Cristo que al día siguiente se ofrece en la cruz, esto se perpetúa en la Eucaristía y se plasma como presencia real de Jesucristo entre nosotros.

Pues bien, promoved la devoción eucarística, promoved la participación de todos y de cada uno de vuestros hermanos de comunidad y de fraternidad y de cofradía para que participéis todos los domingos en la Eucaristía. Procurad promover esta dimensión. La Virgen estará más que contenta.

            Vamos a pedírselo a Ella, a la Virgen de la Paz, que nos conceda a su Hijo, el Príncipe de la Paz, que nos haga vivir cada día mejor la comunión entre nosotros, entre todos los fieles de la Iglesia, entre fieles y fieles, entre fieles y pastores, entre pastores y fieles, entre hermanos que no están en plena comunión.

9.- Oración por la unidad de los cristianos

Estamos celebrando la semana por la Unidad de los Cristianos que culminará el día 25, fiesta de la conversión de san Pablo. En esta semana por la Unidad hemos de intensificar nuestra oración. Esta tarde en la Catedral presidiré un acto de oración conjunta con otros hermanos procedentes de otras iglesias y comunidades de fe: ortodoxas, evangélicas, protestantes, y de diversos credos.

Recemos por la unidad. ¡Que la Virgen de la Paz nos ayude a alcanzar la unidad entre cristianos y esa unidad entre familias (padres, madres, hijos y hermanos)! La familia parroquial, la familia de cofrades, la familia de los mismos ciudadanos que estamos bajo el mismo régimen administrativo, político y social, y por último, la familia de los hijos de Dios, en una palabra, la familia de la humanidad.

Que la Virgen de la Paz nos conceda realmente esa paz que es Cristo y que seamos todos más cofrades, es decir, más y mejores hermanos, unos de otros. Que así sea.

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Oración ecuménica por la unidad de los cristianos (Catedral-Málaga)

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Homilía pronunciada por el Obispo de Málaga, D. Jesús Catalá, Oración ecuménica celebrada por la unidad de los cristianos en la Catedral de Málaga el 22 de enero de 2012.

ORACIÓN ECUMÉNICA

POR LA UNIDAD DE LOS CRISTIANOS

(Catedral-Málaga, 22 enero 2012)

Lecturas: Ha 3, 17-19; 1 Co 15, 51-58; Jn 12, 23-26.

Todos seremos transformados

por la victoria de nuestro Señor Jesucristo

1.- Estimados pastores de las diversas iglesias cristianas, presentes en la diócesis de Málaga, y muy queridos fieles, que os unís a esta celebración ecuménica con motivo de la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos. En diversas comunidades, templos y lugares de la diócesis se están elevando oraciones al Señor con esta misma intención.

Los materiales de este año para la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos han sido preparados por el “Consejo ecuménico polaco”, teniendo muy presente la historia civil y religiosa de su país. Polonia ha experimentado a lo largo de los siglos muchas derrotas y victorias: Ha sido divida y anexionada en distintas ocasiones por potencias extranjeras y a veces ha sido hecha desparecer por completo del mapa de Europa; gran parte de su población ha tenido que emigrar, lo que ha causado cambios significativos en la distribución de la población, también en lo que se refiere a la religión; experimentó el ateísmo materialista estatal de los países, que cayeron bajo la influencia de la antigua Unión Soviética, después de la segunda Guerra Mundial; después surgió un potente movimiento social y sindical, que fue decisivo en la caída del muro de Berlín; ha sido la tierra natal de Juan Pablo II, con todo lo que ha significado su pontificado para el mundo, Europa, la Iglesia y el compromiso ecuménico.

Todo esto ha llevado al grupo ecuménico, que ha preparado los materiales de este año a interrogarse sobre el significado de ‘victoria’ y ‘derrota’ a la luz de la fe. La reflexión sobre estos conceptos tiene una gran actualidad en nuestro mundo y también, de manera especial, en la Iglesia en España. El texto bíblico que se ha tomado como referencia se encuentra en el capítulo quince de la primera Carta del apóstol Pablo a los Corintios, en el que se habla de la resurrección de Cristo y de sus efectos.

 

2.- El apóstol Pablo nos exhorta a dar gracias a Dios, «que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo» (1 Co 15, 57).

No es una victoria fruto de nuestro esfuerzo humano, ni una victoria según los criterios mundanos de éxito y fracaso, sino una victoria conseguida por Jesús, a través del misterio pascual y en la que participamos por la fe. 
Al hacer nuestra la victoria del Señor nos vamos transformando y configurando a Cristo, nosotros, nuestras iglesias y comunidades eclesiales: «Todos seremos transformados en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, cuando suene el último toque de trompeta. Porque sonará la trompeta y los muertos serán resucitados para no volver a morir. Y nosotros seremos transformados» (1 Co 15, 51-52). 
Todos vamos caminando hacia la unidad de los que creemos en la victoria del Señor, según los criterios y los tiempos de Dios y no según los nuestros. Imagino que todos nosotros, pastores y fieles, deseamos vivir ya la plena unidad entre cristianos, pero no es así, por desgracia.
Este esfuerzo ecuménico requiere paciencia, servicio, disponibilidad a abandonar algunas formas eclesiales, que acaso nos sean familiares, pero no se corresponden adecuadamente al significado verdadero y lleno de la experiencia cristiana (cf. Comisión Episcopal para las Relaciones Interconfesionales, Mensaje para la Semana de Oración por la unidad de los cristianos, 1 [2012]).
El objetivo final es la participación en el Reino de Dios, en el cielo, revestidos de inmortalidad. Como dice san Pablo en su carta: «Cuando nuestra naturaleza corruptible se revista de lo incorruptible y nuestro cuerpo mortal se revista de inmortalidad, se cumplirá lo que dice la Escritura: La muerte ha sido devorada con victoria» (1 Co 15, 54). 

3.- El papa Benedicto XVI nos ha recordado que “el camino de la Iglesia, como el de los pueblos, está en las manos de Cristo resucitado, victorioso sobre la muerte y sobre la injusticia que él soportó y sufrió en nombre de todos. Él nos hace partícipes de su victoria. Sólo él es capaz de transformarnos y cambiarnos, de débiles y vacilantes, en fuertes y valientes para obrar el bien. Sólo él puede salvarnos de las consecuencias negativas de nuestras divisiones” (Benedicto XVI, Audiencia en la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos, Vaticano, 18.01.2012).
 

           

El objetivo final es la participación en el Reino de Dios, en el cielo, revestidos de inmortalidad. Como dice san Pablo en su carta: «Cuando nuestra naturaleza corruptible se revista de lo incorruptible y nuestro cuerpo mortal se revista de inmortalidad, se cumplirá lo que dice la Escritura: La muerte ha sido devorada con victoria» (1 Co 15, 54).

3.- El papa Benedicto XVI nos ha recordado que “el camino de la Iglesia, como el de los pueblos, está en las manos de Cristo resucitado, victorioso sobre la muerte y sobre la injusticia que él soportó y sufrió en nombre de todos. Él nos hace partícipes de su victoria. Sólo él es capaz de transformarnos y cambiarnos, de débiles y vacilantes, en fuertes y valientes para obrar el bien. Sólo él puede salvarnos de las consecuencias negativas de nuestras divisiones” (Benedicto XVI, Audiencia en la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos, Vaticano, 18.01.2012).

Para poder resucitar en Cristo, hemos de morir a nosotros mismos. El evangelista Juan así nos lo recuerda: «Os aseguro que si un grano de trigo no cae en la tierra y muere, seguirá siendo un solo grano; pero si muere, dará fruto abundante» (Jn 12, 24). Y también: «El que ama su vida, la perderá; pero el que desprecia su vida en este mundo, la conservará para la vida eterna» (Jn 12, 26).

4.- Estamos siendo testigos de la persecución contra los cristianos en diversos lugares de la tierra. Hemos vivido últimamente atentados contra iglesias cristianas en Nigeria y en la India. Estos hechos no son más que los últimos de una nefasta cadena de atentados contra personas y lugares de culto cristianos. El setenta y cinco por ciento de las víctimas del odio religioso en el mundo son cristianos.

Estas manifestaciones de cristofobia son un motivo, que hace mucho más urgente el testimonio de nuestra unidad y de nuestra solidaridad con nuestros hermanos cristianos, sean de la confesión religiosa y de la nación que sean.

5.- Haciéndome eco del mensaje de los obispos de la Comisión episcopal de relaciones interconfesionales para esta semana de oración por la unidad de los cristianos, os recuerdo, queridos hermanos, que “el camino hacia la unidad pasa por vivir intensamente y coherentemente la propia fe, sin adulterarla, ni ceder a las presiones del secularismo. Pasa por no avergonzarse de dar testimonio público de ella. Pasa por comprometerse con los demás cristianos, los creyentes de otras religiones y los hombres de buena voluntad por la justicia y la paz en el mundo, por la defensa y promoción de la vida humana y de la familia, fundada en la unión estable y abierta a la vida de un hombre y una mujer. Pasa, en definitiva, por una conversión real y profunda, por una configuración cada vez más plena a Cristo, muerto y resucitado, haciendo nuestra por la fe su victoria sobre el pecado y la muerte y manifestándola a través de nuestras obras” (Comisión Episcopal para las Relaciones Interconfesionales, Mensaje para la Semana de Oración por la unidad de los cristianos, 6 [2012]).

La nueva evangelización, a la que se nos convoca, pide también de todos nosotros un mayor esfuerzo ecuménico, para que nuestro testimonio cristiano sea más creíble.

¡Pidamos, pues, al Señor que la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos de este año nos ayude a todos a crecer en nuestra vida cristiana y en nuestra tarea ecuménica! Amén.

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El Presidente del Pontificio Consejo para los Laicos ha impartido una conferencia en el encuentro del Laicado Asociado y posteriormente ha respondido a las inquietudes de los jóvenes en la Compañía.

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El próximo miércoles, día 25, se clausurará la semana de oración por la unidad de los cristianos, que se está desarrollando en toda la Iglesia con una serie de actos en los que se implica a representantes de las distintas confesiones cristianas.

En el caso de Sevilla, la clausura del programa será en la Parroquia de S. Antonio Mª Claret (Heliópolis), con la participación del párroco, P. Márquez CMF, y Manuel Portillo, delegado diocesano de Ecumenismo.

Hasta entonces, siguen desarrollándose las actividades previstas en el programa diocesano. Un programa que inauguró el arzobispo, mons. Juan José Asenjo, en el Seminario Metropolitano, el pasado 18 de enero.

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