Día del Papa 2005
EL SUCESOR DE PEDRO
El día 29 de junio celebra la Iglesia la solemnidad de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo. Esta es una ocasión singular para meditar acerca del ministerio del sucesor de Pedro, el Papa Benedicto XVI, y su importancia en la Iglesia y en nuestra vida cristiana.
1. Los sucesores de Pedro
La festividad de San Pedro y San Pablo encierra, en efecto, importantes valores catequéticos, porque nos hace pensar espontáneamente en la figura y en la misión del sucesor de Pedro: el Papa.
Nuestra fe católica confiesa que la función del Pastor Supremo que el Señor confió a Pedro en la Iglesia naciente se perpetua y permanece en la historia a través de los sucesores de Pedro. Decía el Papa Benedicto XVI en la Basílica de San Juan de Letrán: El poder conferido por Cristo a Pedro y a sus sucesores es, en sentido absoluto un mandato para servir, y el Papa explicó, que «la misión de todos los sucesores de Pedro es la de ser guías en la profesión de fe en Cristo, el Hijo de Dios vivo«.
2. Ministerio Petrino
El «ministerio petrino», función eclesial de los sucesores de Pedro, tiene como finalidad fundamental salvaguardar la unidad de la Iglesia universal en el respeto a la autonomía y variedad de las Iglesias particulares. «El Romano Pontífice, como sucesor de Pedro, es el principio y fundamento perpetuo y visible de unidad, tanto de los obispos como de la multitud de los fieles» (LG 23). La unidad de la Iglesia es un tesoro precioso que debe ser defendido, protegido y promovido continuamente, de fe y unidad de la disciplina que todos los obispos esparcidos por el mundo deberán promover y defender, pero que tienen en el Romano Pontífice, sucesor de Pedro, su primer guardián y defensor, porque ha recibido del Señor la misión de confirmar a sus hermanos (cf. Lc 22,32).
3. Ministerio papal: la más grande de las cruces
En la solemnidad de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo, la Iglesia conmemora el martirio de estos dos Apóstoles en la ciudad de Roma. Hace unos años el entonces Cardenal Ratzinger, hoy el Papa Benedicto XVI, hablaba de una «estructura martiriológica del primado romano«, y citaba unas hermosas palabras de Reginald Pole: «El ministerio papal significa Cruz, la más grande de las cruces. Porque ¿qué cosa podría parecerse mejor a la Cruz que el ansia y responsabilidad por todas las Iglesias de la Tierra?» (J. Ratzinger, Iglesia, ecumenismo y política, pag. 50).
El título de Vicario de Cristo es, en su máxima profundidad, un título que arraiga en la cruz de Cristo y a la luz de las palabras que el Señor dijo a Pedro: «Cuando seas viejo, extenderás las manos, otro te ceñirá y te llevará donde no quieras» (Jn 21,18). Ese estar atado a la cruz puede considerarse como una señal definitiva del martirio petrino.
4. Demos gracias a Dios por el Papa Benedicto XVI
Debemos aprovechar la solemnidad de San Pedro para agradecer al Señor el ministerio petrino como don permanente a su Iglesia, en la persona del Papa Benedicto XVI. Debemos agradecer de modo especial el magisterio del Papa, que ilumina las situaciones y problemas de nuestro tiempo. Los sucesores de Pedro, los papas, mortales como todos los demás hombres, tal y como lo hemos experimentado con la muerte del Papa Juan Pablo II, de feliz memoria, desfilaron más o menos rápidamente por el escenario de la historia, pero el Primado de Pedro, con todos sus poderes y prerrogativas, y con la asistencia especial que Jesús le prometió al encargarle que confirmara en la fe a sus hermanos permanece a través de los tiempos.
Debemos ratificarnos en esta verdad de fe. No se trata de mitificar a una persona, ni de dar culto a la personalidad de ningún Papa concreto, sino de profesar sencillamente nuestra fe en el origen divino del ministerio del Papa.
5. Supliquemos por el Papa Benedicto XVI
La fiesta de San Pedro debe ser también un día en el que elevemos de manera especial nuestras súplicas por el sucesor de Pedro, el Papa Benedicto XVI y por su ministerio al servicio de la Iglesia. El libro de los Hechos de los Apóstoles nos cuenta como cuando detienen a Pedro la comunidad primitiva de Jerusalén oraba por él: «La Iglesia oraba insistentemente a Dios por él» (Hch 12,5). Nosotros tenemos que imitar esta actitud de la primitiva comunidad cristiana orando a Dios por el sucesor de Pedro y por su ministerio, que nos afecta a todos.
6. Óbolo de San Pedro
La fiesta de San Pedro debe ser, finalmente, una ocasión para organizar una colecta que enviamos a Roma, el tradicional «óbolo de San Pedro», como expresión de nuestra comunión con el que preside a las demás Iglesias en la caridad, según las célebres palabras de San Ignacio de Antioquía, y como reconocimiento a todos los servicios que el Papa Benedicto XVI y su Curia nos presta a las Iglesias locales. Seamos generosos y colaboremos económicamente, según nuestras posibilidades.
Reza por vosotros, os quiere y bendice,
+Antonio Ceballos Atienza
Obispo de Cádiz y Ceuta
Cádiz, 13 de junio de 2005.