APUNTES PARA LA VIDA. Comentario Semanal de D. Juan del Río en COPE Jerez, 28 de mayo de 2006
Noticias sin trampas
Se suele achacar a la Iglesia Católica, a los cristianos, que llegamos tarde a todas las revoluciones o grandes transformaciones de la humanidad. Tendríamos que preguntarnos, por lo que se refiere a los mass media, si la Iglesia no ha sido, de alguna manera, una pionera ya que el hecho cristiano –a diferencia de otras religiones-está basado en la comunicación de Dios a los hombres. Llegada la plenitud de los tiempos, la humanidad recibió la Buena Noticia de que Dios se ha hecho hombre y ha puesto su morada entre nosotros (cf.Jn,1,14;Heb 1,1-2). Este acontecimiento histórico es la noticia más transparente y verdadera que se nos ha comunicado. Por eso dirán los apóstoles, convertidos en los primeros periodistas: nosotros no podemos menos que contar y lo que hemos visto y oído (Hech 4,20).
La recepción de este hecho salvador fue, para unos, escándalo y necedad y, para otros, fuerza y sabiduría de Dios (1Cor 1,23-25). Teniendo algo tan importante que comunicar a todos los pueblos, el cristianismo, desde sus orígenes, acogió sin reservas los medios de comunicación que estaban presentes en el mundo cultural judío y greco-romano. El soporte para dejar fijada esa Noticia singular de Jesucristo fue el papiro o el rollo. Luego se dio el salto al volumen, al códex, al manuscrito. Estos y otros datos nos llevan a decir que los Medios de Comunicación Social no son, ni nunca han sido, ajenos ni al ser ni a la misión de la Iglesia. Otra cosa es la relación de la Iglesia con el periodismo moderno y, más concretamente, con la cultura de la comunicación de masas. De hecho, no se puede negar que los mass media son hoy parte integrante de la cultura católica.
Por ello, cada año, coincidiendo con el domingo de la Ascensión del Señor, la Iglesia celebra, desde el Concilio Vaticano II, la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales. En estos cuarenta años, la Iglesia ha desarrollado un importante pensamiento sobre el poder y la influencia de los medios en la sociedad humana. En esta ocasión, el primer mensaje de Benedicto XVI sobre este tema parte de la idea de los medios como una red que facilita la comunicación, la comunión y la cooperación.
Los avances tecnológicos facilitan una comunicación instantánea y directa, lo que puede coadyuvar al bien común de la sociedad. Sin embargo, esta inmediatez de la comunicación moderna no se traduce, en muchas ocasiones, en una mayor cooperación entre los pueblos y en una más profunda comunión entre las personas. ¿Por qué? Sencillamente porque iluminar las conciencias, formar opinión y crear pensamiento nunca es una tarea neutral. Para que haya una comunicación verdadera en las actuales circunstancias de pensamiento único, de manipulación del lenguaje y de relativismo gnoseológico y moral, se requieren principios, valentía y decisión . En este nuevo siglo, el periodismo se enfrenta a desafíos nunca imaginados, porque los periodistas se han convertido “en oscuro objeto del deseo” de los grupos de presión, especialmente de los gobiernos. De ahí que el periodismo necesita hoy volver a razonar sobre los principios y fundamentos del oficio, ya que una comunicación sin trampas requiere superar las cortapisas ideológicas, económicas y políticas que a veces dificultan la auténtica información.
Es ineludible, por tanto, fomentar entre los periodistas y agentes de la información la necesidad de ser protagonistas de la verdad y promotores de la paz. También, por parte de los destinatarios de la comunicación, es necesaria la formación en el uso responsable y crítico de los medios, la participación mediante la cooperación y la co-responsabilidad en el uso de los mass media como servicio público. Es necesario, por último, el diálogo y el intercambio de conocimientos, a fin de construir entre todos una sociedad más justa y solidaria , donde la comunicación esté basada en la objetividad de las noticias, se faciliten los máximos datos de los hechos de interés público, sean respetados los diversos puntos de vista, se apoye la familia y se defiendan los grandes valores de la dignidad de la persona humana. Todo esto no es sólo obra de los periodistas, sino también del público en general. Las exigencias éticas en el campo de la comunicación no son únicamente para las entidades públicas, sino también para las empresas privadas. La conquista de una información veraz es oficio de creyentes y no creyentes, aunque los medios confesionales ciertamente tendrían que estar en la delantera del compromiso por la verdad y en la denuncia de la falsedad, en especial, como dice Benedicto XVI, “de aquellas tendencias perniciosas que corroen el tejido de una sociedad civil y de la persona”
+ Juan del Río Martín, Obispo de Jerez