Esta curiosidad del proceso constructivo de la Catedral ha sido desvelada durante el acto organizado en el centro cultural La Malagueta por Diario Sur con motivo de la grabación del episodio número 200 del podcast «Memoria Sur» que coordinan los periodistas Ana Pérez-Bryan y Curro Fernández Sibaja

Sánchez La Chica ha explicado que, en la zona donde ha aparecido la escalera, los cálculos previos mostraban un espacio que no cuadraba por lo que «soñábamos que íbamos a encontrar algo». Y así fue, como él mismo relata: «picando, de pronto empezó a aparecer una escalera maravillosa cubierta de tierra. Tras retirarla, hemos visto que está absolutamente nueva, por lo que podemos decir que estamos estrenando una escalera del siglo XVI».

Según el arquitecto, la escalera cegada demuestra que «las terrazas intermedias estaban pensadas entonces para tener cubierta inclinada porque la escalera desembarcaba en ese espacio bajo cubierta».

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El responsable de la obra de la Catedral ha explicado la emoción que sintió el equipo de técnicos y personal de la obra al encontrar este elemento hasta ahora oculto: «aquello ha sido de Indiana Jones, cuando empezamos a sacar a la luz esa talla absolutamente perfecta que parecía que estábamos en Egipto. Allí estábamos todos emocionados celebrando ese hallazgo tan sublime, con esa perfección de la cantería. Cómo trabajaban de bien en aquella época y con qué maestría».

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Se cegó porque en el 1588 llegó el obispo García de Haro que dijo que había que acabar la obra y todo fue muy a prisa y entonces lo que no se pudo hacer –las cubiertas no se podían hacer porque estaba a media catedral hecha– se recubrió con cerámica como más o menos pudieron, embelleciendo en cierto modo alguna de sus partes pero otras de una manera más provisional. Es igual que cuando nos acercamos por Calle Postigo de los Abades y vemos que hay unos muros que sobresalen, unas piedras, los enjarjes. Pues esos Canteros nos dejaron preparada ese fábrica para para construir ahí la sacristía Sur. Pues igual ellos hicieron una escalera, vieron que en ese momento no se podía hacer el tejado y lo rellenaron de tierra».

Aquí puedes ver la grabación del programa:

Editado por la editorial Bendita María, su autora recopila su testimonio de fe y el de otros hermanos de su comunidad ante el sufrimiento (un aborto, una enfermedad, la muerte de un hijo, una temporada en cuidados paliativos, la atención a un padre o una madre en estado terminal).

«¿Eres madre o padre, esposa o esposo, hija, hijo…?» –se pregunta en la introducción del libro– «¿Eres consciente de que, tras el «Sí, quiero» y el «En la salud y en la enfermedad» puede llegar la Cruz a la vida familiar antes de lo previsto?. Son cuestiones que, cuando comienza la vida familiar, tantas veces nadie nos plantea, puesto que son esperadas más adelante».

En esta obra, a su vez, se recopilan una serie de testimonios de diversa índole: experiencias reales de familias que conviven con enfermedades y situaciones que ayudan al lector a redescubrir el amor de Dios, observando el poder de vivir la Cruz a través de la Gracia.

SOBRE LA AUTORA

Ángela Maldonado Fernández. Madre de familia numerosa y maestra de Educación Especial. Nació en Pozoblanco (Córdoba) en 1990, donde vivió su infancia y posteriormente se trasladó a Granada. Viviendo allí realizó los estudios universitarios de Magisterio y se especializó en Musicoterapia y Atención Temprana, a la vez que obtuvo la titulación para poder ejercer la enseñanza en Religión Católica.

Fruto de estos estudios y tras su experiencia en el trato con estos niños, nace en ella un deseo e interés por la maternidad y la crianza. Actualmente está casada y es madre de seis hijos. Durante esta etapa familiar, acompañada de su esposo, comienza un proceso de aprendizaje en la maternidad acompañado de una enfermedad que ha durado varios años, descubriendo aquellas dificultades que se plantean diariamente en el hogar cuando se convive con una dolencia. Actualmente, tras varios años como familia misionera en la ciudad de Melilla, vive en Granada con su esposo e hijos.

Este evento está organizado por el «Servicio de Pastoral Vocacional» de la Conferencia Episcopal Española, en el que se integran las comisiones episcopales de Laicos, Familia y Vida, Misiones, Vida Consagrada, Clero y Seminarios, con la colaboración de la CONFER (religiosos) y de CEDIS (institutos seculares).

El Congreso de Vocaciones que se está viviendo este fin de semana en Madrid tiene aire malagueño pues son 33 los representantes de esta diócesis que están participando, entre ellos el Sr. Obispo, D. Jesús Catalá, y el responsable de la Pastoral Vocacional, Fernando Luque, quien afirma que van «con mucha ilusión y con expectativas porque es una oportunidad para aprender, escuchar y conocer experiencias».

«Es el momento de ilusionarnos con el trabajo por las vocaciones y de ver formas de trabajar que se llevan a cabo en todo nuestro país. Vamos con mucha ilusión y con los oídos muy abiertos y volveremos con la mochila llena de experiencias para seguir creciendo en nuestro trabajo vocacional», asegura Fernando.

Más de un año se ha estado preparando este congreso que pretende ser «una fiesta de la Iglesia que nos recuerde que todos somos llamados y que el Señor no deja de llamar. Desde ahí es desde donde estamos impulsando nuestra pastoral vocacional en la diócesis de Málaga, en la que hemos sido pioneros con experiencias como Monte Horeb», añade Fernando.

Como el anterior Congreso de Laicos, este Congreso de Vocaciones ha estado precedido por un trabajo previo, el Pre-Congreso, en el que se ha profundizado sobre el discernimiento. Tras este Congreso vendrá el Post-Congreso, que será una continuidad de lo vivido consolidando en las iglesias locales un trabajo sinodal que anime la vida, vivida como vocación, promoviendo todas las formas de vida cristiana (laical-matrimonial, consagrada, ministerial), en comunión.

Y es que «la cuestión vocacional es un reto de nuestro tiempo y de nuestra Iglesia, y juntos queremos ponernos a la escucha del Señor, para hacernos eco de la pregunta que el papa Francisco formula en la Exhortación Christut Vivit (n. 286): “¿Para quién soy yo?”, y que da nombre a este Congreso», explican desde la organización, «queremos dar pie a un ejercicio de colaboración, un proyecto compartido entre laicos, matrimonios, consagrados y sacerdotes. No podemos hablar de vocación sin vocaciones y no tienen sentido las vocaciones sin vocación. Somos la asamblea de los llamados para la Misión», añaden.

CONFERENCIA: Miércoles 26, 20.00 h.:  “El destino del Universo y la Tierra”, por el Dr. Alberto Castro Tirado, profesor de Investigación del Instituto de Astrofísica de Andalucía

Aula de cine: Viernes 21 de febrero, 20.00 horas. «Pan de limón con semillas de amapola» (2021) de Benito Zambrano.

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El sacerdote Juan Manuel Barreiro, desde Ciudad Bolívar, cuenta que «el día 25, fiesta de la conversión de Saulo de Tarso en el cristiano san Pablo, tuvimos la inauguración del año jubilar en todo el territorio de la arquidiócesis. Fue precioso, hicimos una estación desde una capilla cercana a la Catedral, y era un río de gente que, realmente, sorprendió. El arzobispo, que ya había distribuido la arquidiócesis por zonas pastorales para una atención más directa y adecuada, ha aprovechado este Año Santo para dedicar cada una de ellas a un patrono. Para sorpresa, que a mí me hizo vibrar y me emocioné, la zona pastoral cinco, de El Guri, Ciudad Piar y La Paragua, han sido «encomendadas» al patronazgo del P. Salvador Gámez Portillo, misionero malagueño natural de Almarcha, ya fallecido. Allí atendió el padre Salvador pastoralmente desde que llegó a Venezuela, sobre el año 1969, me parece, hasta que falleció, unos tres años antes que el padre Manolo Lozano. El arzobispo ha dicho que los restos se trasladen allí a la parroquia que él fundó en el Guri, donde últimamente vivía y que la denominó Cristo, luz de los pueblos. Así que ahora están ahí ya descansando sus restos mortales en el presbiterio de esa parroquia que él construyó».

«Fue muy emotivo. En el decreto pone, entre otras cosas, que el padre de Salvador Gámez Portillo, que tenía una sensibilidad misionera increíble,  estaba solo en esa zona, kilómetros y kilómetros y kilómetros, que atendía por motus propio, yendo a Ciudad Piar desde el Guri, luego a San Francisco, a Santa Cruz, a La Paragua; que construyó numerosas capillas y templos en toda la zona», continúa contando el actual misionero malagueño en la Misión Diocesana de Venezuela. 

Él mismo recuerda que el propio Salvador le contaba «que cuando era un niñito y estaba en la escuela de primaria, la maestra un día preguntó a los alumnos: «cuando seas mayor, ¿qué quieres ser?» Pues uno decía que si maestro, que ingeniero, que policía, que militar, lo que fuera. Salvador dijo: «yo quiero ser misionero». Tenía unos 10 años y todos los compañeritos se rieron de él. Pero bueno, Dios le concedió ese don de verdad y lo puso a valer hasta el extremo. Este patronazgo es una cosa más que nos afirma en esta hermandad bonita y eclesial, fraterna entre la diócesis de Málaga y la arquidiócesis de Ciudad Bolívar».