D. ANTONIO DORADO. MANOS UNIDAS

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CAMPAÑA DE MANOS UNIDAS

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Carta Pastoral de D. Antonio Dorado Soto, Obispo de Málaga

 

A mediados del mes de diciembre se celebró la sexta Conferencia Ministerial de la Organización Mundial del Comercio. Dirigentes políticos del mundo se reunieron para decidir sobre una posible reforma de las pautas que rigen el comercio, con el fin de que los países más pobres tuvieran la posibilidad de vender sus productos en nuestros mercados a un precio razonable. A pesar de las hermosas promesas de los 189 Jefes de Estado y Gobierno que se reunieron en la ONU el año 2.000, en esta sexta reunión no se logró dar pasos importantes. Y es que en torno a 1.200 millones de personas malviven con menos de un euro al día, mientras que percibe dos cualquier vaca de la Comunidad Económica Europea. En el año 2000, dirigentes de todo mundo se propusieron acabar con esta pobreza severa antes del 2015. Sin embargo, después de lo visto, esta meta parece alejarse más cada día.

 

En el mundo hay recursos suficientes, si queremos poner remedio esta situación de injusticia, que tiene sumidos en la pobreza a millones de personas y que provoca una emigración creciente. No piden limosna, sino justicia. La mayoría vive de la tierra, pero el sistema de subsidios a la agricultura en los países ricos impide que sus productos lleguen a nuestros mercados. El hambre, la falta de higiene, la carencia de agua potable y de medios para beneficiarse de los avances médicos hace que cada día mueran miles de personas, especialmente niños que son los más vulnerables.

 

Por eso, el lema de Manos Unidas para la campaña de este año nos dice a todos y a cada uno: Otro mundo es posible, depende de ti. Esta organización católica es suficientemente conocida, porque está presente en todas las parroquias y comunidades cristianas de la diócesis a través de sus enlaces. Y lo que intenta este año es implicar a más personas; decir sencillamente que cuenta con todos para seguir trabajando en favor de la justicia y de la paz. Pues aparte de poner en marcha proyectos de desarrollo con la colaboración directa de los más pobres, pretende que no caigamos en el desaliento a la hora de trabajar a favor de una humanidad más libre, más fraterna y más justa.

 

Cuando la cultura postmoderna nos invita a que cada uno viva placenteramente y se ocupe sólo de sí mismo, Manos Unidas nos propone vivir una existencia solidaria y esperanzada. Porque la mayor contribución para que se perpetúe el presente estado de pobreza y de injusticia consiste convencernos de que no hay nada que hacer. Esta falta de esperanza arruina toda iniciativa y esfuerzo, y perpetúa las estructuras de pecado en que vivimos.

Manos Unidas cuenta conmigo y contigo para frenar la ola de conformismo y desaliento que se expande entre los ciudadanos de los pueblos ricos. Muchos pueden echar una mano para recaudar fondos; otros disponen de medios que compartir; y todos tenemos acceso a ese gran bien que es la palabra para denunciar la injusticia y mantener viva la esperanza. Los proyectos que crean riqueza y futuro en los lugares más pobres son como el grano de mostaza del que nos habló Jesucristo: impulsos liberadores que un día crecerán para dar cobijo humano a mucha gente.

 

Ante el conformismo de los pesimistas, nosotros sabemos que nuestro trabajo con los pobres y nuestra certeza de que es posible vencer la injusticia hunde sus raíces en la fe. Esa fe que nos enseña que Jesucristo ha vencido el mal y nos cambia el corazón para continuar hoy su tarea; esa fe que, en la Eucaristía de cada domingo, anuncia la resurrección del Señor, como garantía de que también la muerte de miles de personas que carecen de lo más necesario puede ser vencida mediante el amor que hemos recibido del Espíritu; un amor que nos sostiene y nos moviliza en favor de los pobres.

 

+ Antonio Dorado Soto,

Obispo de Málaga

 

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