Bajo el lema «Fuego en el corazón del mundo» miembros de la Familia Eucarística Reparadora, junto con amigos y simpatizantes, han celebrado el I Congreso Internacional «Beato Manuel González» en Ávila.
Aquel 4 de enero de 1940, fecha en que Manuel González retornaba a la Casa del Padre, no concluía la misión del «apóstol de la Eucaristía», sino que comenzaba un nuevo camino que recorrerían quienes por gracia de Dios fuimos escuchando el eco de sus palabras y de sus escritos. Al conmemorarse los 75 años de aquella memorable fecha, hemos sido convocados para agradecer y rememorar la gracia de un carisma, dado por Dios a Manuel González.
Bajo el lema «Fuego en el corazón del mundo» miembros de la Familia Eucarística Reparadora, junto con amigos y simpatizantes, fuimos convocados para celebrar el I Congreso Internacional Beato Manuel González, quien fuera obispo de nuestra Diócesis de 1917 a 1935, años en los que dejó la huella de su amor por la diócesis, por los sacerdotes y por su pueblo.
El 29 de abril, coincidiendo con la fecha en la que San Juan Pablo II declaraba en Roma a Manuel González como beato de la Iglesia, y hasta el 2 de mayo, nos reunimos en Ávila, en la sede del CITES, por coincidir con la celebración del Centenario de Santa Teresa. Manuel González, entre las recomendaciones que dejó a sus Nazarenas, había escrito a los pies de un cuadro de la Santa, la frase: «A tu estilo todas».
La participación de más de 200 personas llegadas desde diferentes puntos de Europa y América, ha hecho posible un encuentro de Iglesia donde se han ido integrando en profundidad los ecos de la rica historia de salvación que Dios fue haciendo en don Manuel, en un clima de fraternidad, de gozo, también de orden y eficacia por el buen hacer de los organizadores.
La cita culminó con la celebración eucarística presidida por Mons. Salvador Piñeiro, arzobispo de Ayacucho y presidente de la Conferencia Episcopal Peruana, precedida por las palabras de la Superiora General, Mª Leonor Mediavilla, quien en su discurso de clausura nos invitó a vivir la conversión al carisma eucarístico, a invadir el mundo con el Evangelio siguiendo los pasos de Manuel González, con la certeza de que mientras dure la pasión, será posible el fuego.
Precisamente el fuego, en el corazón de un hombre «tocado» por el fuego del amor de Dios, fue caldeando también nuestra experiencia durante los cuatro días del Congreso, en los que nos fueron presentando a don Manuel González como «Guía y modelo de santidad», de la mano de S.Em.R. D. Angelo Card. Amato; don Manuel «hombre místico, testigo de la experiencia de un amor desbordante» de la mano del Prof. Dr. D. Miguel Norbert Ubarri; don Manuel, urgido por la misión de enseñar y catequizar, de la mano del Prof. D. Daniel Padilla Piñero; don Manuel, que hizo de la Liturgia alimento de vida espiritual, de la mano del Prof. Dr. D. Manuel González Lopez-Corp; don Manuel, chiflado de amor a los hermanos más carenciados, de la mano de la Prof. Drª Dª Aurora María López Medina; don Manuel, retratado en su personalidad como apóstol de la Eucaristía, por S.E.R. D. Rafael Palmero Ramos; Don Manuel, instrumento de un Carisma por el encuentro con la mirada de Jesucristo Sacramentado, de la mano de la Hermana Mª Teresa Castelló Torres, Vicaria General de la Congregación de las Misioneras Eucarísticas.
Igualmente en las Mesas redondas, los talleres, las celebraciones, las exposiciones, los testimonios entre los que no podían faltar la experiencia del Rvdo. D. José María Marín, párroco de la Parroquia Beato Manuel González de Madrid, y el mensaje pedagógico de nuestro Seminario de Málaga, que presentó junto a su experiencia, el diácono D. José Miguel Antequera, seminarista de nuestra Diócesis.
Todo nos ha situado ante nuevos retos, invitándonos a buscar formas nuevas de comunicar lo eterno sin vacilar en la certeza de lo esencial, ni renunciar a lo que vale la firmeza de la fe: Cristo, mendigo del corazón del hombre; y el corazón del hombre, mendigo del Corazón de Dios.
Atrás quedó Ávila y tantos momentos para recordar; pero en cada congresista seguirá resonando el agradecimiento. Así se expresaba en las conclusiones, pues ciertamente la gratitud crece con el paso del tiempo, porque crece la conciencia del tesoro recibido.
Mª Antonia Moreno Arboleda
Misionera Eucarística de Nazaret