«Te encontraste conmigo en la cárcel»

Diócesis de Málaga
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La diócesis de Málaga es una sede episcopal dependiente de la archidiócesis de Granada, en España. Su sede es la Catedral de la Encarnación de Málaga.

Nicolás, miembro de Pastoral Penitenciaria.

Nicolás Gámiz Mateos es funcionario de correos jubilado. A sus 72 años, vive en Fuengirola con su mujer, y aunque ya colaboraba en todo lo que podía antes de retirarse laboralmente, cuando lo hizo aumentó su compromiso.

Colabora asiduamente en su Cáritas parroquial y además, desde hace 14 años, lo hace en un lugar al que pocos quieren acercarse: el centro penitenciario de Alhaurín de la Torre. Allí acude martes y sábado por la mañana, para prestar un servicio que, asegura, le ha cambiado la vida.

«Cuando entro los internos me abrazan, y me llaman padre», afirma Nicolás, «y yo les digo que soy padre de tres hijos, pero no «padre-cura»» (ríe). Y es que la familia de este malagueño se ha visto aumentada incalculablemente por el número de internos de la prisión. Ellos, con su cariño, han venido a engrosar la «cartera emocional» de este hombre bueno, del que se percibe en seguida su honestidad y su franqueza. Entre los hijos carnales de Nicolás se encuentra una religiosa, la que, según él motivó el que él y su mujer hicieran una opción por los pobres y decidieran dedicar su tiempo a ayudar al necesitado.

Nicolás es uno más de los 60 malagueños laicos que acuden semanalmente a la prisión. «Somos personas de Iglesia, creyentes, que vamos a la cárcel a pasar la mañana con nuestros hermanos, a servirles, a llevarles la Palabra de Dios y a decirles que les quiere. Muchas veces ellos te dicen «¿Si Dios me quiere tanto porqué me ha traído aquí?» Y tú tienes que explicarles que no es Dios quien les ha llevado allí, que han sido ellos mismos, hacérselo ver es difícil pero nuestra principal herramienta de trabajo es el Evangelio. Las parábolas que Jesús le explica a sus discípulos, nosotros se lo llevamos a ellos.» El Evangelio obra milagros también entre los muros de la cárcel. «A veces, uno de los internos te saca el tema de Dios y de su desconfianza en Él, y tú lo coges y lo llevas al patio y te das cuarenta vueltas por allí y charlas con él, así te vas ganando a la persona, que es lo más importante».

Él acude al módulo de enfermería, una de las realidades más duras de la cárcel, ya que a la privación de libertad hay que unir la enfermedad. Sin embargo, su presencia es como un soplo de aire fresco que entra a través de las rejas. «La sociedad está muy equivocada con la cárcel. Allí hay personas de todo tipo, como tú y como yo». Nicolás está convencido de que para hacer lo que él hace hay que ser una persona de Iglesia, creyente, porque a la cárcel no se puede ir a buscar nada. «Tenemos muy claro que nuestra misión es llevar la Palabra de Dios, y lo único que buscamos es a la persona y su recuperación.» También se convierten en puente entre los internos y las familias. «Te piden que hables con sus padres, con su mujer… y tú lo haces. En muchas ocasiones son familias buenas pero que encuentran dificultades para aceptar la situación, y tú tienes que hablar con ellos, y ayudarles en lo que sea posible. A veces se consigue el acercamiento y eso te llena de alegría».

Entre sus anécdotas, guarda con especial cariño el testimonio de un interno que, después de conocerle y de oírle hablar, le dijo que, a pesar de estar preso, se sentía ya un hombre libre, porque había conocido a Jesús de Nazaret. Y cuando Nicolás abre su correo y se encuentra la carta de un interno que han trasladado a otro centro, no puede reprimir las lágrimas, como aquella vez que leyó: «cómo me acuerdo de cada mañana de sábado en que te esperaba y entrabas. Me dabas un abrazo y me preguntabas por mi familia, mi mujer, mis niños… no lo podré olvidar, ese cariño que tú me tenías sin haberte conocido, sin tener ninguna relación contigo… te encontraste conmigo en la cárcel y eras una persona diferente de todo lo que yo me había encontrado.» Cuando lo recuerda, una sonrisa transparente se dibuja en su rostro.

PASTORAL PENITENCIARIA

La Pastoral Penitenciaria actúa en: prevención y sensibilización, acompañamiento de personas privadas de libertad y de sus familiares y ayuda a la reinserción. Está presente en cuatro centros penitenciarios: Archidona, Alhaurín de la Torre, Melilla y el Centro de Inserción Social Evaristo Martín Nieto, en Guadalhorce, Málaga.

También apoya la labor de las casas de acogida en la diócesis: dos en Melilla, dos en Málaga y una en Antequera. La capacidad de cada casa es de entre 5 y 10 personas. Durante un año pasan por cada una entre 30 y 50 personas.

Sede: C/ Postigo de San Juan, 5, jueves de 17.00 a 19.00 horas. Teléfono de contacto (Ángel Antonio Chacón, delegado) 620 85 16 26.

Más información sobre Pastoral Penitenciaria en la web www.pastoralpenitenciariamalaga.es. Una web visitada por los familiares de los internos naturales de otra ciudad para buscar información

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