Palabras de Mons. Jesús Catalá en el acto de liberación del preso indultado el Miércoles Santo.
SALUDO DEL OBISPO
EN LA LIBERACIÓN DEL PRESO
(Málaga, 4 abril 2012)
El ciego inmóvil se pone en camino
Pasaba un día Jesús de Nazaret por una ciudad llamada Jericó. Y un ciego, que estaba sentado junto al camino, al enterarse de que era Jesús, se puso a gritar: «¡Hijo de David, Jesús, ten compasión de mí!» (Mc 10, 47). Muchos le increpaban para que se callara; pero él gritaba mucho más: «¡Hijo de David, ten compasión de mí!» (Mc 10, 48). Jesús, dirigiéndose al ciego, le dijo: «¿Qué quieres que te haga?» El ciego le replicó: «Señor, ¡que vea!» (Mc 10, 51). Y cuando recobró la vista, por la fuerza de Jesús, se levantó y le seguía por el camino.
Querido hermano, esta noche recibes la fuerza de Jesús Nazareno, para pasar de la ceguera a la luz, como el ciego de Jericó; para salir del encerramiento, donde te han llevado tus acciones, a la vida cotidiana.
Dale gracias a Cristo Redentor, Rico en misericordia, que te concede su perdón, para que puedas volver de nuevo al camino de la libertad y seguirle con todo tu amor. Simbólicamente le seguirás en la procesión, detrás de esta imagen majestuosa y a la vez humilde, cargada con el peso del madero de nuestros pecados. Pero Jesús Nazareno te invita a seguirle siempre y a vivir como él nos ha enseñado. ¡No te separes jamás de quien es tu Redentor!
Queridos hermanos, salgamos todos de nuestro anquilosamiento y parálisis, para caminar a la luz de Cristo resucitado, y vivir con alegría la salvación que nos otorga.
Como signo de acción de gracias y de perdón, os invito a rezar juntos la oración que el Señor nos enseñó: Padrenuestro.