«Esta Medalla la merecen otros muchos antes»

Diócesis de Málaga
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La diócesis de Málaga es una sede episcopal dependiente de la archidiócesis de Granada, en España. Su sede es la Catedral de la Encarnación de Málaga.

Rafael García y Remedios Vera (Ardales, 1946) comenzaron a colaborar con la parroquia de la Natividad en 1973, antes de la construcción de la iglesia. El obispo de Málaga les ha hecho entrega de la Medalla Pro Ecclesia Malacitana, que reconoce una vida de entrega a la Iglesia en su reciente visita pastoral a esta comunidad de la zona oeste de la capital.

¿Cómo empezaron ustedes a colaborar con la parroquia?

Rafael: La Natividad comenzó a funcionar en 1971 con el sacerdote Don Diego Franco Barea, en un local del colegio Rosario Moreno. Nosotros llegamos a la barriada en 1973, veníamos a Misa los domingos y un día el párroco nos pidió que fuéramos catequistas. Nos apuntamos y hasta el día de hoy. Aunque yo era policía nacional, había trabajado en una tienda de azulejos y conocía albañiles, marmolistas… Así que los párrocos siempre me pedían ayuda para las obras. He hecho y sigo haciendo de todo aquí: ¡hasta jardinería!

Remedios: Yo también he hecho de todo: catequesis de niños, atención al despacho parroquial, limpieza del templo… Aunque lo que siempre me ha tirado más ha sido la liturgia y la catequesis con las madres de los niños de la Iniciación Cristiana.

¿Cómo han cambiado la parroquia y el barrio?

Remedios: En la parroquia hubo un momento en el que estábamos más de 100 personas trabajando. Cuando en el carné de identidad ponía aquello de “sus labores”, esto era la cosa más maravillosa que puedas imaginar. Llevábamos a cabo eso que se está queriendo ahora hacer de “Iglesia en salida”. Teníamos edad de trabajar y lo pasábamos muy bien. Se hacía la hojita “Renacer” y se repartía por las casas. Dividimos los dos barrios en 14 zonas. Cada zona tenía una responsable que coordinaba 10 mensajeras que éramos las que íbamos por las casas, repartiendo las hojitas y explicando lo que se hacía en la parroquia. ¡Entró en la parroquia una cantidad de gente! Hacíamos excursiones y llenábamos tres o cuatro autocares, también teatro… Había más catequistas que madres. Después de 45 años aquí, la gente se ha hecho mayor, los hijos se fueron y fue mermando la cosa.

¿Y ha merecido la pena el esfuerzo?

Remedios: Totalmente. Gracias al trabajo en la parroquia yo puedo decir que no he necesitado tener un hijo, ni plantar un árbol ni escribir un libro para sentirme realizada. Mi cosa ha sido siempre ayudar en todo cuanto puedo y siempre que puedo.

¿Cómo se sienten tras recibir esta Medalla?

Rafael: Se lo dije al Obispo el otro día. No soy solo yo, aquí ha habido mucha gente muy buena trabajando (se emociona), hay muchos que ya están en el cielo y que también han ayudado mucho. Lo que yo he hecho es lo que aprendido viendo a los que me han precedido. La Medalla me la han dado a mí, pero tenemos parte de ella todos los que hemos trabajado.

Remedios: Cuando el párroco, Juan Manuel Parra, me dijo que nos iban a dar la Medalla me iba a morir. ¡Qué irritacion! ¡Si yo no he hecho nada para eso! Además, eso se lo dan a las viejas (ríe). Nunca había pensado que me lo podían dar a mí porque yo nunca le he dado importancia a lo que he estado haciendo. Estoy muy agradecida por la Medalla, aunque yo sé que hay otros muchos que la merecen también y la merecían y la merecerán.

Antonio Moreno Ruiz

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