«Dijeron que el padre Arnaiz no llegaría a beato; pero Dios tiene otros planes»

Diócesis de Málaga
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La diócesis de Málaga es una sede episcopal dependiente de la archidiócesis de Granada, en España. Su sede es la Catedral de la Encarnación de Málaga.

Entrevista publicada en SUR con motivo de la próxima beatificación del Padre Arnaiz.

«La labor educativa de la Iglesia de Málaga en las zonas rurales tiene su semilla en él»

Nacido el mismo año en que falleció el padre Arnaiz, Vicente Luque ha sido su biógrafo y vicepostulador de su causa. Es uno de los mayores impulsores de su beatificación, que está prevista para finales de año en Málaga, aunque humildemente, afirma que su único trabajo ha consistido en «ser perseverante».

-¿Cómo conoció al padre Arnaiz?

-Soy malagueño y de niño venía por la comunidad de los estanislaos y de los luises. Conseguí su primera biografía, pero no la leí (sonríe). Un 18 de julio, día en el que se conmemora la muerte del padre Arnaiz, dije mi primera Misa y el padre Mondéjar, aludió ya a este jesuita santo. Cuando en el año 1988 regresé a Málaga, con 62 años, me ofrecieron hacerme cargo de su causa, y acepté encantado. Ante su sepultura oran diariamente muchas personas. Es mucha la devoción que se le tiene.

-¿Qué fue lo que más le enamoró de él?

-El contacto con los santos siempre conmueve y anima, pero uno tan cercano a nosotros como él, aún más. El alcalde me escribió una carta dándome las gracias en nombre de la ciudad por dar a conocer su vida porque, en sus propias palabras, «es para Málaga un gran bien».

-El monumento de la glorieta de la calle Armengual de la Mota, levantado por suscripción popular, da fe de ello.

-Ese lugar, hoy centro neurálgico de la Málaga comercial, es muy significativo porque en el Perchel Alto desempeñó su primera labor de atención a los pobres que vivían en los corralones. Los visitó nada más llegar a Málaga, junto al hospital y la cárcel, y enseguida quiso llevar la educación y la fe. Ayudado por jovencitas de clase acomodada llevaba a sus habitantes las letras y el Evangelio. El monumento representa al padre Arnaiz en camino, «en salida», hacia las periferias. La parte tosca horizontal quiere reflejar cómo la gente humilde está siempre a ras de tierra. Los laterales, en leve pendiente, el esfuerzo que hacen por superarse sin éxito, y la superficie lisa donde se levanta su figura simboliza cómo él definitivamente los levantó.

-En un ambiente de anticlericalismo, ¿cómo venció los obstáculos para lograr llegar a todos?

-En la Málaga de entonces había animadversión hacia los curas, pero cuando vieron cómo era, le abrieron las puertas. Los ricos le ayudaban y acudían a él para acompañarse espiritualmente. Los pobres, veían que amaba a Dios y se entregaba a los hombres.

-¿Alguna anécdota que refleje cómo era?

-Frente a la parroquia de la Divina Pastora visitó una vez a un enfermo con una dolencia severa en el vientre al que consoló. Nada más emprender el camino para despedirse y salir a la calle, el enfermo quedó curado. En otra ocasión, estando predicando en Facinas (Cádiz), enfermó, llegando a tener hasta cuarenta de fiebre. Pero no dejó de evangelizar hasta terminar la Misión, y ya cuando regresó a la capital, se metió en cama. A su hermano le contó por carta que «el Señor le permitió poder terminar la Misión». Esa constancia era clave en su personalidad.

-¿Qué huellas suyas siguen vivas?

-La labor educativa de la Iglesia de Málaga en las zonas rurales tiene su semilla en él. Aunque empezó en los corralones, su idea era siempre llegar a las aldeas y cortijadas donde nadie iba. Se movió mucho por Álora, Valle de Abdalajís, Montecorto y la Sierra de Gibralgalia. Era algo muy difícil, pero Dios lo hizo posible poniéndole en su camino a María Isabel González del Valle, primera misionera de las Doctrinas Rurales.

-Como vicepostulador de la causa, ¿cómo ha sido el proceso?

-Cuando comenzamos con la Causa, me decían: «Esto no tiene porvenir». Pero Dios tiene otros planes, y comenzaron a aparecer testigos de su vida y a llegar limosnas. El proceso consistió primero en demostrar las virtudes heroicas del padre Arnaiz, se presentó la Positio, y tras pasar por historiadores, teólogos y cardenales llegó por fin al Papa Francisco, que en octubre de 2016, lo declaró venerable. Luego vino el milagro que, por su intercesión, recibió un malagueño, y en diciembre de 2017, el Papa firmó el decreto que lo reconoce, y que da paso a la beatificación que estamos preparando.

-¿Cómo espera que sea ese día?

-Me gustaría que toda Málaga se comprometiera, porque organizar un acto como éste es algo muy costoso, y si colaboramos todos, llegaremos a vivir ese día como se merece, será más gozoso aún y podremos decir: «Él se entregó a Málaga, Málaga se entrega a él también».

-¿Veremos su canonización?

-¡Dios dirá! Yo creo que está en los planes del Señor. No sé si yo lo veré pero creo que llegará a estar canonizado.

Ana María Medina

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