El convento de las Oblatas acogió ayer jueves la Eucaristía presidida por nuestro obispo, José Vilaplana, para celebrar el día de Jesucristo, sumo y eterno sacerdote. En la celebración estuvieron presentes numerosos presbíteros de nuestra Diócesis. Fue el Papa Pablo VI quien instituyó la festividad litúrgica de Jesucristo Sumo y Eterno Sacerdote tras el Concilio Vaticano II. De esta forma se pone de manifiesto cómo el Señor nos ha querido hacer partícipes de su Sacerdocio. Él ya no muere más después de resucitar de entre los muertos, porque ha entrado de una vez para siempre en el Santuario del Padre. Así ha anulado los sacrificios de la Antigua Alianza. Nosotros pertenecemos a una Sangre purificadora que habla mejor que la de Abel. Vosotros os habéis acercado al Monte Sión, la Montaña del Dios Vivo. No temas pequeño rebaño, mi Padre ha tenido a bien daros el Reino. Los dos últimos Pontífices, Juan Pablo II y Benedicto XVI, han querido dar una importancia especial a este día que se celebra el jueves siguiente a Pentecostés, pidiendo que se ore de forma especial por las vocaciones sacerdotales.
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