Cuaresma cofrade, volver a lo esencial

La Cuaresma, camino hacia la Pascua del Señor, es un momento extraordinario para detenernos y reflexionar sobre nuestra fe, sobre la calidad de nuestra fe.

Las hermandades y cofradías, y los que las forman, se han de distinguir por el amor a la Iglesia, un amor que ha de ser afectivo y efectivo. Las hermandades han nacido y viven en el seno de la Iglesia, y cuanto hacen lo hacen en nombre de la Iglesia. Por esta razón, es la cuaresma una ocasión para renovar la fe en la comunión de la Iglesia, de adhesión cordial y obediencia a su doctrina, y a vivir, a lo largo de todo el año, su vida y acción.

Además, es tiempo para dejarnos conducir por el Espíritu para cumplir la misión de Jesús. Tiempo para que, siguiendo los pasos de Jesús, renovemos nuestra fidelidad al Evangelio; para prepararnos a subir a Jerusalén y acompañarlo en su pasión y muerte y disponernos a recibir en plenitud la gracia de su resurrección. Tiempo, en definitiva, para volver a lo esencial.

En el caso de las Hermandades y Cofradías, lo esencial no son aquellos datos que aparecen, de vez en cuando, en los medios de comunicación: la adquisición de nuevos enseres, la restauración de piezas o imágenes, la variación del recorrido de una procesión o la hora de salida, la celebración de elecciones o las divisiones internas entre los hermanos,… que en ocasiones traslada a los demás algo muy distinto de lo esencial.

Volver a lo esencial, lo constitutivo, aquello sin lo cual faltarían algunos elementos esenciales es «fomentar una vida más perfecta, promover el culto público o la doctrina cristiana, o realizar otras actividades de apostolado, a saber, iniciativas para la evangelización, el ejercicio de obras de piedad o de caridad y la animación con espíritu cristiano del orden temporal».

ENTREVISTA

«El Cristo sufriente está presente en muchos hermanos nuestros»

Diego Capado Quintana, vicario para la Celebración de la Fe de la Diócesis de Huelva.

En este tiempo cuaresmal, nos invita a vivir con mucha más dedicación y entrega lo que debemos tener presente todo el año: oración, ayuno y limosna.

«Se hizo pobre para enriquecernos con su pobreza» (cfr. 2 Cor 8, 9). Así ha titulado el Papa Francisco su mensaje de Cuaresma. ¿Cómo alude esta cita a las hermandades?

El Cristo sufriente y paciente sigue estando presente en muchos hermanos nuestros. Entonces, el Cristo que hay que alzar y procesionar es el que sufre y padece. En esta situación de crisis que estamos viviendo, las hermandades dan mucha importancia a su labor caritativa y social de asistencia y de promoción. Dentro de la Cuaresma, la limosna no significa sólo dar, sino darse también uno mismo.

No podemos obviar el peso de la religiosidad popular en Andalucía pero, ¿está reñida con la asistencia a los cultos propios de la Semana Santa?

Este es un tema que está siendo objeto de análisis y de revisión. Hay que despertar la conciencia de que se debe participar más en los cultos, porque a veces nos encontramos con triduos y quinarios a los que asisten muy pocos hermanos. Es una asignatura pendiente, por eso, hay que hacer hincapié en la necesidad de que se viva más el culto, para que lo que se saca a la calle sea manifestación de lo que se ha vivido en el encuentro con Jesucristo vivo. Sí hay que decir que ya se va dando una respuesta en esa dimensión, aunque no tan rápida como quisiéramos.

El tiempo de Cuaresma también es propicio para la conversión…

Por supuesto. Muchos hermanos sacerdotes y yo mismo insistimos en que no finalice este tiempo sin haber celebrado el encuentro en el sacramento de la reconciliación. Hay algunas hermandades que un día de los triduos o quinarios tienen una celebración comunitaria del sacramento del perdón. Son pocas, pero se abren horizontes en ese sentido.

Los días 23 y 24 de mayo será la Asamblea de Hermandades y Cofradías de la Diócesis de Huelva. ¿Cómo van los preparativos?

En la encuesta que se ha enviado, se han contabilizado 294 hermandades. Se ha hecho un cómputo de hermanos con derecho a voto y que lleven, al menos, un año en una hermandad. Es el colectivo más numeroso de asociación de seglares. En total, cerca de 140.000 hermanos y hermanas en toda la diócesis, sin contar los niños. De todas maneras, lo más importante no el criterio cuantitativo, sino el cualitativo y ahí hay que trabajar, en el caso de las hermandades y también de otras realidades eclesiales.

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