DÍA 8: RECONCILIARSE CON TODA LA CREACIÓN
«Para que participéis en mi alegría y vuestra alegría sea completa» (Juan 15, 11)
Colosenses 1, 15-20. En él todas las cosas se mantienen unidas
Cristo es la imagen del Dios invisible, el primogénito de todo lo creado. Dios ha creado en él todas las cosas: todo lo que existe en el cielo y en la tierra, lo visible y lo invisible, sean tronos, dominaciones, principados o potestades, todo lo ha creado Dios por Cristo y para Cristo. Cristo existía antes que hubiera cosa alguna, y todo tiene en él su consistencia. Él es también la cabeza del cuerpo que es la Iglesia; en él comienza todo; él es el primogénito de los que han de resucitar, teniendo así la primacía de todas las cosas. Dios, en efecto, tuvo a bien hacer habitar en Cristo la plenitud y por medio de él reconciliar consigo todos los seres: los que están en la tierra y los que están en el cielo, realizando así la paz mediante la muerte de Cristo en la cruz.
Marcos 4, 30-32. Tan pequeño como una semilla de mostaza
También dijo: «¿A qué compararemos el reino de Dios? ¿Con qué parábola lo representaremos? Es como el grano de mostaza, que, cuando se siembra, es la más pequeña de todas las semillas de la tierra; pero una vez sembrado, crece más que todas las otras plantas y echa ramas tan grandes que a su sombra anidan los pájaros».
Meditación
El himno a Cristo de la Epístola a los Colosenses nos invita a cantar la alabanza de la salvación de Dios, que abarca todo el universo. A través de Cristo crucificado y resucitado, se ha abierto un camino de reconciliación; la creación también está destinada a un futuro de vida y de paz.
Con los ojos de la fe, vemos que el reino de Dios es una realidad muy cercana pero también muy pequeña, apenas visible, como una semilla de mostaza. Sin embargo, está creciendo. Incluso en la angustia de nuestro mundo, el Espíritu del Resucitado está trabajando. Nos alienta a involucrarnos, con todas las personas de buena voluntad, en la búsqueda incansable de la justicia y la paz, y a asegurarnos de que la tierra vuelva a ser un hogar para todas las criaturas.
Participamos en la obra del Espíritu: que la creación en toda su plenitud pueda continuar alabando a Dios. Cuando la naturaleza sufre, cuando los seres humanos son aplastados, el Espíritu de Cristo resucitado no permite que nos descorazonemos, sino que nos invita a tomar parte en la obra de la salvación.
La novedad de la vida que trae Cristo, por oculta que sea, es una luz de esperanza para muchos. Es una fuente de reconciliación para toda la creación y contiene un gozo que nos trasciende: «para que mi gozo pueda estar en ti, y que tu gozo sea completo» (Jn 15, 11).
¿Te gustaría celebrar la novedad que la vida de Cristo te ofrece a través del Espíritu Santo y dejar que viva en ti, y entre nosotros, y en la Iglesia, y en el mundo y en toda la creación?
Segunda promesa hecha durante la profesión
en la Comunidad de Grandchamp
Oración
Trinidad Santa, te damos las gracias por habernos creado y amado. Te agradecemos tu presencia en nosotros y en la creación. Haz que podamos aprender a mirar el mundo como tú lo miras, con amor. Con la esperanza de esta visión, haz que podamos trabajar por un mundo donde florezca la justicia y la paz, para la gloria de tu nombre.
John Alexander Melo Arévalo
Secretariado Diocesano de Ecumenismo y Diálogo Interreligioso