«Guadix: misioneros del Primer Anuncio al estilo de San Torcuato»: Carta Pastoral del obispo de Guadix para el inicio de curso 2022-23

Diócesis de Guadix
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La diócesis de Guadix es una sede episcopal sufragánea de la archidiócesis de Granada, erigida en 1492 y, según la tradición, procedente de la diócesis de Acci, fundada por San Torcuato en el siglo I. Su sede es la catedral de Guadix.

 

Programación Pastoral 2022-2024 de Mons. Francisco Jesús Orozco Mengíbar,

Obispo de Guadix, al inicio del año pastoral 2022-23

GUADIX: MISIONEROS DEL PRIMER ANUNCIO AL ESTILO DE SAN TORCUATO

Jesucristo, origen, camino y meta de la existencia humana

INTRODUCCIÓN:

FIDELIDAD ANTE

UN MUNDO DECONSTRUIDO

Iniciar un nuevo curso es siempre ser agradecidos con el Señor que nos regala un tiempo de Gracia para volver a renacer juntos en su Amor y en la llamada a ser testigos misioneros en medio del mundo.

Y lo hacemos en un mundo que está herido por las consecuencias de la pandemia del Covid-19, que nos ha mostrado la verdad de los límites y de la fragilidad humana y nos ha recordado, en la muerte de tantas personas, que somos peregrinos. También nos ha enseñado el don precioso de la solidaridad y de la fraternidad para afrontar juntos los acontecimientos agresivos a los que se enfrenta el ser humano. La realidad también nos lleva a las guerras y enfrentamientos mundiales en los que hay una verdadera carrera por el dominio de la economía, de las energías, de los mercados y de toda clase de poder para dominar y aplastar a los más débiles.

En España descubrimos de forma acelerada cómo se impone una cultura anticristiana y atea que, amparada en ideologías, mira con sospecha a la Iglesia, sin reconocer su aportación actual y centenaria al bien común y su servicio al lado de los descartados y débiles. Se ningunea su empeño por una sociedad más justa en su vocación, tantas veces anónima, de ser eje fundamental de la humanización social. Pareciera que Dios, los valores trascendentes y la mirada a la eternidad, fueran mitos que estorban a la libertad del hombre y la Iglesia fuera un parásito que nada aporta al bien de los hombres, de las culturas y de la convivencia. Nos toca ser Iglesia en un contexto donde ya el hombre no se concibe a la luz de la revelación cristiana y donde el mundo se construye desde un orden mundial que intenta redefinir una nueva antropología interesada y populista. El resultado de este nuevo orden lo experimentamos todos los días en lo que han llamado la deconstrucción de valores naturales y fundamentales, en la agonía de principios fundamentales como el respeto y el cuidado de la creación, de nuestra casa común; la injusta distribución de medios y bienes para todos; el respeto y la custodia de la vida desde su concepción natural hasta su ocaso; la educación y el respeto al protagonismo de los padres para educar a sus hijos; la corrupción generalizada y la gestión deficitaria del dinero público, priorizando los propios intereses frente al bien común; el trato a los inmigrantes y a quienes más necesitan acogida y caridad; la vulneración de derechos fundamentales y el respeto a la libertad religiosa; la expropiación encubierta de la propiedad privada y el patrimonio cultural religioso; la agresividad en las relaciones y la omisión de valorar derechos fundamentales, etc.

Estos matices contextuales nos hacen más comprometidos con quienes nos rodean, especialmente con quienes más han sufrido y sufren necesitando el consuelo, la luz y la certeza de que nunca estamos solos y la decidida determinación de ser misioneros de la Verdad de Cristo en la Iglesia, según Él la ha revelado y el Espíritu Santo la ha profundizado a lo largo de los siglos.

Frente a este intento deconstructivo, el Papa Francisco, en Fratelli tutti, nos invita a reconstruir la fraternidad y la amistad social siendo fieles a nuestra tarea de encarnarnos en el mundo y ser sal y luz en un diálogo cargado de la savia, siempre moderna y actual, del Evangelio.

El nuevo curso viene cargado de promesas del Señor que nos invitan a seguir viviendo nuestros procesos de conversión para ser testigos, Iglesia en salida, como la llama el Papa Francisco, en medio del mundo. Renovemos en el Espíritu Santo nuestras energías y abrámonos a lo imprevisto. Seguimos caminando teniendo como referencia pastoral diocesana los matices y urgencias pastorales de los años anteriores (laicos, jóvenes y familia-vida) con los que en nuestra Diócesis de Guadix queremos seguir anunciando el Evangelio, asumiendo los retos del presente, las orientaciones del magisterio del Papa Francisco para la Iglesia universal y acogiendo, como vertebración, las orientaciones pastorales y las líneas de acción que la Conferencia Episcopal Española ha elaborado para el cuatrienio 2021-2025 en su Plan Pastoral «Fieles al envío misionero», siguiendo el magisterio que procede principalmente del Vaticano II y de los pontífices siguientes.  

  1. PRIMER ANUNCIO:

JESUCRISTO ES EL ORIGEN,

EL CAMINO Y LA META DE LA

EXISTENCIA HUMANA

Las notas de este siglo XXI nos lanzan una verdadera urgencia pastoral, siguiendo el mandato del Señor. En el momento actual, en este cambio de época, estamos invitados a preguntarnos cómo está presente el Señor y cuál está siendo nuestra respuesta ante la llamada que Él nos hace a evangelizar: «Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación» (Cf. Mc 16,15).

Entre Jesús, la Iglesia y la evangelización hay un nexo íntimo. Evangelizamos como enviados por el Señor, no como espontáneos. «La Iglesia entera es misionera; la obra de la evangelización es un deber fundamental del Pueblo de Dios» (Ad gentes 35). Evangelizamos en la comunión de la Iglesia, no por nuestra cuenta. Evangelizar es una actividad eminentemente eclesial. La vida entera de la Iglesia debe ser evangelizadora.

El Papa emérito Benedicto XVI ha reiterado y profundizado las invitaciones de Juan Pablo II a favor de la nueva evangelización. Benedicto XVI tuvo un interés muy grande en la Nueva Evangelización que considera «una llamada a todos los cristianos a renovar nuestra identidad y el entusiasmo por la fe que profesamos». Por eso, al final de su pontificado, en octubre de 2012, convocó un Sínodo de Obispos bajo el lema «la nueva evangelización para la transmisión de la fe cristiana».

Haciéndose portador del magisterio anterior, recogiendo los frutos de las aportaciones de ese Sínodo y de sus intuiciones personales, el actual Papa Francisco nos ha regalado la Exhortación Apostólica Evangelii gaudium (2013), que está focalizada en la actividad evangelizadora de la Iglesia, tomando como modelo una imagen de gran dinamismo: «una Iglesia en salida de sí misma». El camino iniciado en Evangelii gaudium se completa con la Exhortación Apostólica Gaudete et exsultate, sobre la vocación universal a la santidad, una santidad entendida en clave misionera, y la Encíclica Fratelli tutti sobre la fraternidad y la amistad social.

Hay déficit de mirada trascendente y metas firmes que nos den raíces profundas y sólidas para integrar el momento presente del mundo y de la Iglesia. Todo está inventado y providencialmente programado. Abramos los oídos y volvamos al inicio. La pandemia Covid-19 y las guerras intestinas de nuestro mundo y del ser humano nos han desnudado en el desierto de nuestro olvido de Dios y de la vida sobrenatural. Hemos descubierto que somos peregrinos y que la única Esperanza se llama Jesucristo. La necesita con urgencia el corazón del hombre y nuestro mundo. Nosotros, la Iglesia, hemos de vivirla y centrifugarla para nuestros hermanos en estos tiempos recios.

En este contexto de nueva evangelización, en medio de una sociedad cada vez más secularizada, en la que la mayoría de la gente vive como si Dios no existiera, toca dejar de mirar hacia atrás con añoranza y afrontar el futuro con confianza en Dios y con conciencia clara de la tarea a la que Jesucristo nos llama. Anunciar hoy el Evangelio requiere poner en marcha una pastoral sustentada en la libertad, la gratuidad y la experiencia. Esto significa:

  1. a) Tener el convencimiento de que creer en Jesucristo es fruto del ejercicio de la libertad personal.
  2. b) Aceptar, sin juzgar, el modo en que responden las personas al anuncio que se les hace.
  3. c) Generar experiencias que permitan el encuentro con Jesucristo.

Desde aquí se comprende que el Primer Anuncio asume hoy un gran protagonismo como núcleo y eje de nuestra labor pastoral como Iglesia. El motivo de esta centralidad no radica en una razón sociológica (cada vez hay menos cristianos y tenemos que pensar cómo llenar nuestras iglesias), ni en un motivo de marketing (tenemos el mejor «producto», pero no sabemos venderlo, ni ponerlo en valor), ni siquiera radica en un hecho de supervivencia del catolicismo (la avanzada media de edad de nuestras asambleas y la falta de clero). La motivación profunda es teológica: Jesús nos manda evangelizar, es un mandato expreso. Y para evangelizar debe proclamarse este Primer Anuncio o kerigma (núcleo o corazón del Evangelio): «Cristo te ama y ha muerto y resucitado por ti». Esta Buena Noticia propicia el encuentro con Él, pues «no se comienza a ser cristiano por una decisión ética o por una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona».1

1.A. Los laicos, protagonistas en la Iglesia. ¡Ay de mí si no evangelizare! (1Co 9,16): Congreso de laicos e Iglesia sinodal

El Congreso de Laicos, celebrado en Madrid en febrero de 2020, «Pueblo de Dios en salida», ha sido un nuevo Pentecostés para la Iglesia en España. Este momento de la Iglesia española ha conectado directamente con la experiencia sinodal de la Iglesia universal. El post-congreso es la continuación natural del espíritu sinodal y nos invita a seguir trabajando para concretar en nuestra diócesis los cuatro itinerarios propuestos para la pastoral conjunta de todas las diócesis españolas: Primer Anuncio, acompañamiento, procesos formativos y presencia en la vida pública.

La Delegación de Apostolado Seglar Diocesana nos ayudará, con orientaciones concretas y materiales, a iniciar el primer itinerario y a ponernos en camino evangelizador. No hemos de dar nada por supuesto. Anunciemos, a todos y en todas nuestras actividades y encuentros, el Amor de Dios manifestado plenamente en Jesucristo, Dios hecho hombre que ha muerto por nuestra salvación y ha resucitado, ha ascendido al cielo y se queda realmente presente en su Iglesia para llenarla de vida y acompañarla hasta el final de los tiempos. Este es el Primer Anuncio que transforma la esperanza del hombre y del mundo.

Carismas eclesiales presentes en nuestra diócesis, como las Comunidades Neocatecumenales o los Cursillos de Cristiandad, las Hermandades y Cofradías, así como otras realidades en el ámbito pastoral, educativo y de la caridad, son una gran ayuda para reactivar este Primer Anuncio y posibilitar que muchos puedan recuperar o encontrar el primer Amor de la fe, que es Jesucristo, para vivirlo en la Iglesia. ¿De qué sirve todo lo que organizamos y hacemos si no está sustentado en Jesucristo?

A todos se nos pide una verdadera conversión pastoral. Hagamos de todos los medios que tiene la Iglesia, en cualquier ámbito, lugar y momento, instrumentos aptos para que todos puedan ser amados por Dios. El Papa Francisco, en su viaje a Eslovenia, nos dijo que «el centro de la Iglesia no es ella misma. Salgamos de la preocupación excesiva por nosotros mismos, por nuestras estructuras, por cómo nos mira la sociedad. Y esto al final nos llevará a una «teología del maquillaje», de cómo nos maquillamos mejor. Adentrémonos en cambio en la vida real, la vida real de la gente, y preguntémonos: ¿Cuáles son las necesidades y las expectativas espirituales de nuestro pueblo? ¿Qué se espera de la Iglesia? A mí me parece importante intentar responder a estas preguntas y me vienen a la mente tres palabras: libertad – creatividad – diálogo». (13.09.2021, Discurso a los Obispos, sacerdotes…).

1.B. Sínodo de los Obispos de 2023: «Por una Iglesia sinodal: comunión, participación, misión». «Encontrar, escuchar, discernir; tres verbos del Sínodo» (Papa Francisco)

El Papa Francisco ha convocado la XVI Asamblea General Ordinaria de Obispos, en octubre de 2023, para tratar el tema «Por una Iglesia sinodal: comunión, participación y misión». La sinodalidad, el «caminar juntos», es un punto fundamental para Francisco, quien ha manifestado muchas veces la importancia de que el Obispo de Roma, los Obispos, los pastores, los religiosos y el conjunto de los bautizados laicos, avancen juntos y de la mano. El camino de la sinodalidad es el camino que Dios espera de la Iglesia del tercer milenio. Estoy convencido de que en una Iglesia sinodal también el ejercicio del primado petrino podrá recibir mayor luz. La finalidad del Sínodo de 2023 es escuchar a toda la Iglesia y encontrar métodos que faciliten llevar este concepto de «sinodalidad» a la práctica. Para lograr una escucha real y efectiva, Francisco ha introducido una novedad por primera vez en la historia de los Sínodos. No se ha limitado a la Asamblea de octubre de 2023, sino que inició con la fase previa de consulta en las Iglesias particulares2.

En el futuro inmediato de la Iglesia universal se nos pide seguir implicándonos a todos en este proceso. «La finalidad de este Sínodo no es producir más documentos. Más bien pretende inspirar a la gente a soñar con la Iglesia que estamos llamados a ser, hacer florecer las esperanzas de la gente, estimular la confianza, vendar las heridas, tejer relaciones nuevas y más profundas, aprender unos de otros, construir puentes, iluminar las mentes, calentar los corazones y vigorizar nuestras manos para nuestra misión común».3

El 10 de octubre de 2021 el Papa Francisco abrió este proceso sinodal para la Iglesia universal y una semana después, el 17 de octubre, celebramos en nuestra Catedral la apertura diocesana que nos puso a todos en camino sinodal.

Esta senda de comunión eclesial nos ha permitido trabajar conjuntamente a sacerdotes, consagrados y laicos e intensificar la escucha de todos los ámbitos diocesanos: en los Consejos Diocesanos de Laicos y Pastoral, Consejo Presbiteral, Consejo Episcopal con todos los Arciprestes, Consejo de Asuntos Económicos. Como fruto de esta llamada sinodal universal fue también instituido el Consejo Diocesano de Familia y Vida y el Consejo Diocesano de Jóvenes. Se ha incentivado el trabajo conjunto con el resto de Consejos e instituciones diocesanas, así como los momentos de encuentro en los diferentes ámbitos eclesiales de nuestra diócesis. Esta realidad de una Iglesia sinodal nos ha ayudado a dar importancia a los Consejos Pastorales parroquiales y al Consejo de Asuntos Económicos y de Patrimonio, donde a nivel subsidiario se concreta y ejercita la sinodalidad en el ámbito de la parroquia.

La Vicaría General y la Delegación de Apostolado Seglar, ayudada por la de Familia y Vida, Jóvenes y Pastoral Vocacional, han coordinado el trabajo sinodal diocesano que luego hemos presentado en la Secretaría General de la CEE, desde donde se han remitido los trabajos de la Iglesia española a la Secretaría del Sínodo de Obispos en Roma. La Guía para trabajar el documento preparatorio de la XVI Asamblea General ordinaria del Sínodo de los Obispos nos ha ayudado a caminar juntos y hemos intentado que pudiera llegar a todos. Toda la diócesis, cada parroquia, profesores de religión, asociación, grupo o movimiento eclesial, presente en la misma, se han implicado en este camino común de toda la Iglesia, trabajando y respondiendo al cuestionario que aparece al final de la Guía de trabajo y haciendo llegar propuestas y sugerencias a la Vicaría General y a la delegada de Apostolado Seglar. Los diferentes Consejos de la diócesis también han trabajado esta Guía en sus respectivas reuniones anuales, de manera que el día 26 de marzo de 2022 pudimos celebrar una Gran Asamblea Sinodal en la que pusimos en común el trabajo realizado. Pudimos recoger las conclusiones de lo trabajado en un Consejo Diocesano de Pastoral ampliado. Vivimos una verdadera Asamblea Sinodal y un momento fuerte de eclesialidad que nos impulsaba al futuro con esperanza. La delegada de Apostolado Seglar, junto a otros representantes diocesanos, pudieron acercarnos la síntesis de todos los trabajos sinodales, así como plantearnos metas para caminar juntos en esta Iglesia sinodal desde nuestra diócesis.

Sigamos trabajando para que este estilo sinodal penetre en la vida de toda la diócesis y en todos sus niveles: presbiterio, parroquias, grupos, hermandades y cofradías, congregaciones, institutos seculares, delegaciones y secretariados, curia diocesana… en toda la acción pastoral. Este proceso vivo sinodal nos lleva a seguir soñando la comunión en el misterio de la comunidad eclesial, bajo el aliento y las inspiraciones del Espíritu Santo, desde las orientaciones y propuestas que nos llegan desde la CEE con el documento sobre el Primer Anuncio, «Nuevos frutos para un Pueblo de Dios en camino», que todos hemos de conocer y acoger para concretar, desde sus orientaciones, el trabajo concreto en la Diócesis de Guadix.

1.C. Llamados a una verdadera conversión pastoral: Iglesia kerigmática

Nos dice el Papa Francisco: «…el Primer Anuncio o kerigma debe ocupar el centro de la actividad evangelizadora y de todo intento de renovación eclesial», ya que «…nada hay más sólido, más profundo, más seguro, más denso y más sabio que ese anuncio. Toda formación cristiana es ante todo la profundización del kerigma» (EG 164-165).

La renovación eclesial pasa, pues, por la centralidad del kerigma. Esta expresión es una revolución que no debe pasar inadvertida, ya que recuperar su centralidad representaría replantear nuestras estructuras pastorales: ¿están o no al servicio de este Primer Anuncio? ¿El Primer Anuncio se está realizando en nuestras acciones pastorales? El paso de la conservación a la misión no se puede dar sin una consciente apuesta por el Primer Anuncio, situándolo en el centro de nuestra prioridad pastoral. Por otra parte, el Primer Anuncio se convierte en generador de renovación pastoral puesto que las comunidades cristianas son no sólo la base del Primer Anuncio sino también su consecuencia y fruto.

El paso de una Iglesia de conservación a una Iglesia en estado de misión no es posible solamente con un cambio de lenguaje que permita usar nuevos términos para re-bautizar nuestra acción (catequesis evangelizadora, liturgia evangelizadora, caridad evangelizadora…) mientras seguimos haciendo lo que siempre hemos hecho (el «siempre se ha hecho así»). Esto es «teología de maquillaje». El Papa sueña «con una opción misionera capaz de transformarlo todo para que las costumbres, los estilos, los horarios, el lenguaje y toda estructura eclesial se convierta en cauce adecuado para la evangelización del mundo actual más que para su auto-preservación» (EG 27).

La conversión pastoral exige una conversión personal y estructural, un verdadero cambio de mentalidad. Para el Papa Francisco la conversión pastoral significa hacer un giro en nuestra pastoral y no poner el centro en los agentes, en los sujetos, sino en los destinatarios, es decir, partir de la vida de la gente, de su realidad. De lo contrario, en nuestra pastoral estamos respondiendo a preguntas que nadie se hace y eso es absurdo.

Pero, aun teniendo verdadero deseo de cambiar, quizá no tengamos claro el cómo realizarlo; el Primer Anuncio es el soporte sobre el que edificar esta nueva construcción.

En el contexto de la secularización y del pluralismo (muy importante la contextualización, no se puede hacer Primer Anuncio sin conocer el contexto, es decir, descontextualizado), caracterizado por el desconocimiento y la indiferencia hacia la persona de Jesús, la propuesta cristiana sigue siendo hoy imprescindible para la liberación de las personas y para la humanización de la sociedad. Constituye un tesoro no reservado exclusivamente para las personas creyentes; por el contrario, lejos de reservarlo para nosotros mismos, nuestra misión es compartirlo desde la experiencia de nuestro testimonio personal y comunitario con Cristo.

«Vuelve a resonar siempre el Primer Anuncio: Jesucristo te ama, dio su vida para salvarte y ahora está vivo a tu lado cada día para iluminarte, para fortalecerte, para liberarte» (Instrucción «La conversión pastoral de la comunidad parroquial», 20 junio 2020).

El Papa Francisco ha afrontado la reforma de la Curia romana mediante la Constitución Apostólica Praedicate evangelium (19.03.2022), impulsando e invitando a toda la Iglesia a una auténtica conversión parroquial, poniendo todo al servicio de la evangelización. Toda la Iglesia, también nuestras instituciones diocesanas, Curia, parroquias, colegios, hermandades, movimientos, grupos pastorales, están llamados a sintonizar en esta clave que audita todo lo que somos y tenemos: si algo no está al servicio de la evangelización, es estéril y le falta la vida de la Iglesia.

1.D. Promovamos la Acción Católica General

Entre los instrumentos que nos ayudarán en nuestra diócesis y parroquias a dar continuidad al postcongreso de laicos y vivir la verdadera comunión sinodal, tenemos la Acción Católica General. Como el mismo Papa Francisco ha dicho «el carisma de la Acción Católica es no tener nada propio sino prestar disponibilidad a todas las necesidades de la Iglesia en cada lugar» (Mensaje en el XXX aniversario del FIAC, noviembre 2021). Anunciar a Jesucristo para transformar la realidad con obras y palabras se convierte en el eje fundamental que nos ayuda a incentivar la ACG.

Necesitamos vertebrar nuestra comunión diocesana a todos los niveles, superando el aislamiento que nos pierde y que es anti sinodal, coordinándonos, conociéndonos, respetando los carismas e identidades y teniendo como lugar fundamental de nuestro ser Iglesia los ámbitos parroquiales y diocesanos. Esa es la Acción Católica General: los laicos de las parroquias que, acompañados por sus sacerdotes, dan pasos de sinodalidad.

Una de las ponencias en los talleres del Congreso de Laicos «Pueblo de Dios en salida» 2020 fue acerca de este tema: «ACG. Escuela de discípulos misioneros».

Necesitamos que la estructura natural de la Iglesia, de la diócesis, dé cuerpo al conjunto de seglares que trabajan en la vida parroquial –y que son muchísimos en toda la diócesis– y se articulen en un organismo vivo, gestionado por los mismos laicos que vayan a una en los planes pastorales de la diócesis. El protagonismo de los laicos que no pertenecen a ningún movimiento, carisma o grupo eclesial tiene en la Acción Católica su lugar, valorando la necesidad y la aportación al cuerpo eclesial de todos los movimientos, grupos, comunidades, etc., que el Espíritu Santo hace surgir en su Iglesia para su edificación.

La Acción Católica General es el trabajo conjunto de pastores y laicos en preciosa coordinación al servicio unos de otros para aunar fuerzas y alcanzar objetivos comunes, bajo la dirección del Obispo que sirve a esta comunidad diocesana, y conectados con las demás diócesis. Lo que Cáritas es en el campo de la caridad cristiana, es la Acción Católica en el campo de la organización del apostolado seglar en la diócesis. Porque la tarea principal de los fieles laicos es la de ser Iglesia en el mundo.

La religiosidad popular encuentra en las Cofradías y Hermandades un cauce de expresión y de retroalimentación permanente. En nuestra diócesis son una realidad muy significativa y muy viva. A estas asociaciones públicas de fieles les compete poner en práctica todo lo que queremos para la diócesis y el Papa quiere para la Iglesia. Agradezco a todos los Hermanos Mayores y Juntas de Gobierno su servicio y su fidelidad eclesial. Con todo lo perfectible que sea, esa zona está organizada. Es necesario seguir creciendo en el compromiso y el testimonio de la fe en la vida pública de todos los que viven agrupados en las Hermandades y Cofradías, con sus correspondientes procesos formativos.

Hoy constatamos que en la vida pública apenas hay presencia de la Iglesia por medio de sus fieles laicos. Es cierto que carismas como la Asociación Católica de Propagandistas trabajan en este nivel, pero lamentamos esa ausencia y esta carencia. La Acción Católica aporta cauces para resolver esa necesidad, hoy más urgente que nunca. No todos los miembros laicos de la Acción Católica tendrán vocación de estar en primera fila de la vida pública, pero todos los laicos tienen la tarea de ser levadura en la masa, fermento en el mundo. Y para eso han de formarse adecuadamente en la Doctrina Social de la Iglesia y así empapar el mundo de Evangelio: la familia, la escuela, el trabajo, las relaciones humanas y la convivencia, la cultura y todas las instituciones en las que se echa de menos presencia de los católicos. El Evangelio no transformará el mundo si no hay un laicado que vive su identidad cristiana intensamente y que está presente en el mundo transformándolo desde dentro. La Acción Católica es el cauce ideal para esto.

El documento «Cristianos laicos, Iglesia en el mundo» (CLIM) de la Conferencia Episcopal Española (1991) afirma: «la Acción Católica no es una asociación más, sino que tiene la vocación de manifestar la forma habitual apostólica de los laicos de la diócesis, como organismo que articula a los laicos de forma estable y asociada en el dinamismo de la pastoral diocesana» (n. 59). Y esto no es fruto de un carisma fundacional o de un privilegio específico de este grupo, sino que surge de la misma teología de la Iglesia diocesana.

El sacerdote diocesano normalmente vive al servicio de la diócesis en una parroquia, en torno a la cual se genera un grupo de niños, jóvenes y adultos. Los niños requieren jóvenes y adolescentes que los acompañen como monitores y catequistas, y en esa misma tarea recibir formación para mejor servir. Los jóvenes no vendrán porque los llamemos, los jóvenes vendrán si les damos protagonismo y responsabilidades. Ellos son muy generosos, pero no vienen para permanecer pasivos. Y en torno a esos niños y esos jóvenes tenemos los padres de unos y de otros, que constituirían el Movimiento de Adultos. Esta es la Acción Católica General. Si a todos ellos los incorporamos a la parroquia tendremos una parroquia viva, que se va renovando progresivamente y va repartiendo responsabilidades a todos.

En ese clima parroquial introduciremos momentos de espiritualidad: retiros, adoración, ejercicios espirituales, que pueden ofrecerse también a nivel diocesano o de arciprestazgo. Es un plan de formación amplio, donde se ofrecen temas comunes y temas opcionales para mayores y pequeños. Y una vez al año reunirse en Asamblea para celebrar la pertenencia a la diócesis, a la parroquia. He aquí todo un proceso de participación y de comunión desde las parroquias. Este es el proceso de sinodalidad que brota desde la base parroquial y no una cosa extraña que tengamos que encajar como podamos. La Acción Católica General no es ni una moda ni un capricho. Es una necesidad. Es toda una manera de vivir la Iglesia. Y sueño con que en nuestra diócesis se implante progresivamente. Estoy convencido de que tenemos que dar un impulso para implantar en nuestra diócesis a la Acción Católica General, si queremos renovar nuestra pastoral en la línea de conversión y sinodalidad en la que tanto nos insiste el Papa Francisco.

Os recuerdo las cuatro notas con las que el Concilio Vaticano definía a la Acción Católica General, formuladas en el Decreto Conciliar Apostolicam actuositatem, 20. Todas deben darse simultáneamente: Eclesialidad (tiene como fin propio el mismo fin apostólico de la Iglesia: la evangelización), Secularidad, Organicidad, y Unión con la jerarquía.

1.E. Ministerios laicales

En nuestra diócesis, al unísono con el resto de las diócesis españolas, tenemos el gran reto de la puesta en marcha de la Carta Apostólica acerca del acceso al ministerio instituido del lectorado y del acolitado de hombres y mujeres.

El 11 de enero de 2021 el Santo Padre Francisco promulgó la Carta Apostólica en forma de «motu proprio» Spiritus domini, mediante la cual se modifica el canon 230, parágrafo 1, del Código de Derecho Canónico, que reservaba al acceso al ministerio instituido de lector y acólito únicamente a varones bautizados, abriéndolo también a las mujeres.

Los requisitos para la institución nos ayudarán a hacer un buen discernimiento: Quien va a ser instituido como lector o acólito será un hombre o mujer –cf. «motu proprio» Spiritus domini, 11 de enero de 2021-, fiel bautizado o confirmado. De acuerdo con el Decreto General ha de haber cumplido, al menos, los 25 años de edad. Ha de ser una persona ejemplar en su vida cristiana, que se distinga por su piedad eucarística, su amor a la Palabra de Dios y, lógicamente, por su participación a la Eucaristía. Su designación no ha de causar de ninguna manera sorpresa o escándalo a los fieles. Ha de ser elegido de entre los fieles que ya tengan una trayectoria sólida en la vida pastoral de la parroquia o comunidad cristiana, en especial en el ámbito catequético, para el caso de los lectores, o en la pastoral de enfermos o el ministerio extraordinario de la Sagrada Comunión ejercido ad tempus, para el caso de los acólitos. Ha de aceptar formarse adecuadamente, según las orientaciones de la CEE y las normas diocesanas, para poder recibir la institución y ejercer el ministerio.

Hay que distinguir entre «propuesta», «aceptación» e «institución». La propuesta debe corresponder al párroco –o, en su caso, al sacerdote responsable de una comunidad no parroquial-. Éste ha de tener en cuenta las necesidades de la parroquia y ha de hacer un discernimiento serio sobre los candidatos que considere adecuados. Será particularmente importante que la persona propuesta tenga claro que lo que se le llama a ejercer es un ministerio, nunca un privilegio, menos aún una reivindicación que clericalice el ministerio, como podría ser relacionarlo con el sacerdocio femenino. El candidato deberá tener claro que la institución se le confiará de forma permanente y que eso requiere una disponibilidad. El sacerdote deberá presentar una petición y un informe, ambos por escrito, al Ordinario o a la persona que él designe para este tema, y habrá de hacerlo antes de que se proceda a la formación que ha de recibir el candidato, con tiempo suficiente para que las peticiones puedan ser examinadas detenidamente. Al Ordinario corresponde, por tanto, aceptar la propuesta del sacerdote. Se procederá entonces al necesario periodo de formación, supervisado por la Delegación Diocesana de Liturgia o por quien haya sido designado para tal fin. Acabado este periodo de forma satisfactoria, se debería tener una celebración, preferiblemente a nivel diocesano, de institución de los nuevos ministros, presidida por el Ordinario, para instituir a los lectores y acólitos. El ministro instituido, en principio, lo es para su propia parroquia o comunidad cristiana. Esto no obsta a que en algunos casos pueda ejercer su ministerio en otras parroquias o comunidades. Para eso será bueno que se le proporcione una acreditación, especialmente cuando va a ejercer, como acólito, el ministerio extraordinario de la Sagrada Comunión. El hecho de ser instituido como acólito o lector no da derecho a la sustentación económica por parte de la Iglesia.

  1. LA FAMILIA Y LA VIDA:

MOTOR PRIORITARIO DE LA

ACCIÓN PASTORAL DIOCESANA

Si hay un ámbito donde más agresiva es la secularización, el alejamiento de Dios, los conflictos y separaciones, la deconstrucción y el gran sufrimiento que todo ello conlleva, es la familia: divorcio, rupturas familiares, natalidad cero, promoción del aborto, el miedo al compromiso definitivo, descarte de los mayores, eutanasia, etc. La familia no son sólo los matrimonios sino toda la comunidad cristiana y social, la célula básica de la Iglesia y de la sociedad, ámbito natural para el desarrollo de la persona y su felicidad, según el plan de Dios; donde se es amado por sí mismo y donde siempre se experimenta la acogida. Es la Iglesia doméstica, santificada por el sacramento del matrimonio y donde se empieza a ser verdaderamente cristiano.

Acabamos de celebrar el X Encuentro Mundial de las Familias en Roma y en las diócesis, del 22 al 26 de junio 2022, con el lema «El amor familiar: vocación y camino de santidad». Nuestros delegados de Familia y Vida nos han orientado y ayudado en esta celebración. En nuestra diócesis lo hemos vivido, al unísono con las celebraciones en Roma, a través de momentos de formación, reflexión, celebración y sintonía con todo lo que la Iglesia ha vivido y celebrado a nivel mundial. La misión diocesana del Corazón de Jesús, que sigue recorriendo las parroquias con muchos frutos espirituales, lleva una reliquia del Santo Papa Juan Pablo II, apóstol de la pastoral familiar. Está siendo un incentivo para vivir este camino profamilia y provida, a través de catequesis específicas sobre el Magisterio de la Familia y de la Vida.

Este Encuentro Mundial clausuraba el Año de la Familia Amoris laetitia, con motivo del quinto aniversario de la publicación de la exhortación apostólica postsinodal. Ha sido un año que nos ha invitado a descubrir el rico contenido de dicho documento, sin dejarnos llevar por las polémicas mediáticas que se han creado en torno a algunas afirmaciones y que no han permitido ver la riqueza de toda la exhortación y las maravillosas orientaciones pastorales en este ámbito prioritario4.

Teniendo a la familia como una de los acentos pastorales prioritarios en nuestra diócesis, este documento, Amoris laetitia, nos ayudará a seguir impulsando la pastoral familiar. Vayamos a la doctrina que este documento contiene y sacaremos fruto abundante para ayudar a la familia cristiana hoy, para preparar a los novios al sacramento del matrimonio, para acompañar a tantas personas que sufren por alguna causa en este campo.

El ámbito de la familia y de la vida ha sufrido grandes embates en los últimos decenios, pues es la institución base que sustenta la vida social y eclesial. Si la familia se quiebra tendremos el caldo de cultivo propicio para la imposición de grandes dictaduras ideológicas que, como vemos en nuestro tiempo, generan una antropología anticristiana que se aleja de la voluntad del Creador inscrita en la institución familiar y en la ley natural, que protege y promociona el valor de la dignidad humana y de la vida desde el primer momento de su concepción hasta su ocaso natural. Por esta razón, Pío XI, y luego el Vaticano II, seguido por Pablo VI, Juan Pablo II y Benedicto XVI, han dedicado amplios espacios e impulsos renovadores a la familia. Continúa esta estela el Papa Francisco que, convocando dos sínodos sobre la familia y regalándonos su Magisterio sobre esta institución fundamental, nos señala la urgencia de este campo pastoral.

La delegación de Familia y Vida nos ayudará a vivir durante este curso este acento prioritario en la vida diocesana:

+ Fortaleciendo la constitución del Consejo Diocesano de Familia y Vida, ayudando a seguir promocionando y acompañando la evangelización de las familias. Es urgente acompañar a todas las familias que viven en el entorno de la parroquia en cada uno de nuestros pueblos y que a veces se pueden sentir solas. Prioricemos en todas las parroquias estos grupos de matrimonios y su acompañamiento, que será una buena pastoral de la siembra futura y de la transformación de nuestra sociedad.

+ La deseada apertura del COF en nuestra diócesis, primero en Guadix y Dios permita que pronto en Huéscar y Baza, con especialistas y técnicos que puedan ayudar a las familias en sus problemas y heridas, así como ser centro irradiador de la espiritualidad familiar en el sentir de la Iglesia y un gran apoyo para la pastoral familiar diocesana.

+ Es urgente una pastoral del amor humano: educar para responder al amor de Jesucristo desde el matrimonio o la vida consagrada. Priorizaremos la educación afectivo sexual o educación al amor, educándonos en el sentido esponsal de nuestros cuerpos. De ayuda serán programas tan conocidos como el Teenstar u otros presentes en muchas diócesis, ofreciendo una visión cristiana del amor humano y su expresión corporal en la sexualidad humana. Una visión extorsionada del hombre es presentada en programas recientes con una visión ideologizada de la sexualidad y de su ejercicio. Urge abrirles a los más jóvenes los ojos a la belleza del amor humano, tal como Dios lo ha hecho. Una sexualidad integrada es fuente de felicidad, una sexualidad desintegrada es fuente permanente de conflictos. La gracia de Dios tiene mucho que hacer en este campo específico y por eso lo pedimos humildemente. La ideología de género, el mal uso de internet y las redes sociales, entre otros condicionantes, impone una sexualidad deconstruida y reconstruida según estándares que contradicen la biología humana y social, y en definitiva el plan de Dios. Es preciso, por tanto, más aún es urgente, evangelizar el amor humano con la luz del Evangelio y presentar la sexualidad humana como expresión del verdadero amor, cuyo lugar es el matrimonio. Un amor total, que abarca todos los aspectos de la persona, un amor fiel y exclusivo hasta la muerte, un amor fecundo, abierto a la vida en la misma relación de los esposos.

+ Además de preparar bien los cursillos prematrimoniales por parroquias o zonas arciprestales, debe introducirse seriamente en nuestra diócesis esa preparación próxima, para la que la misma Conferencia Episcopal Española ha preparado un material válido: «Juntos en camino +Q2» (más que dos).

+ Es urgente formar y reciclar a los que acompañan a los novios en los cursillos prematrimoniales, teniendo encuentros diocesanos de formación y convivencia en los que podamos mirar juntos al mismo horizonte y vehicular una misma formación. Deseo que este año podamos iniciar encuentros periódicos de los equipos que trabajáis en este ámbito tan importante.

+ Es necesario cuidar y preparar bien a quienes van a celebrar el sacramento del matrimonio para evitar que siga creciendo la alarmante estadística de separaciones y divorcios. Una preparación adecuada que, como nos dice el Papa Francisco, no puede remitirse a unos cursillos pre-matrimoniales de unos días o en las semanas previas de la celebración del sacramento, requiere una preparación remota. Al terminar el Año de la Familia Amoris laetitia, el Dicasterio para los laicos, la familia y la vida, publicaba el 15.06.2022, con prefacio del mismo Papa Francisco, unas Orientaciones Pastorales para las Iglesias particulares, Itinerarios catecumenales para la vida matrimonial, que todos estamos invitados a conocer y a poner en práctica en este curso y en los siguientes. La Delegación de Familia y Vida, colaborando con los párrocos y ayudada por el Consejo Diocesano de Familia y Vida, tiene la misión de propagar y hacer llegar a todos estos itinerarios catecumenales para iniciar el camino de su aplicación e implantación en todas nuestras parroquias.

+ Es necesario acompañar en sus primeros años a los matrimonios jóvenes que viven circunstancias en las que necesitan el testimonio de otros matrimonios curtidos en la experiencia de los años. Doy gracias al Señor porque cada vez son más las parroquias en nuestra diócesis que tienen grupos de matrimonios donde juntos y acompañados crecen en la escucha, en el diálogo y en una profunda espiritualidad conyugal. Fomentemos los Equipos de Nuestra Señora, como una excelente ayuda de este acompañamiento. La vida de familia es una planta frágil que hemos de cuidar entre todos.

+ Aprovechemos todas las ocasiones en las que nos encontramos con las familias, ya sea por el encuentro directo con ellas o por medio de sus hijos o con ocasión de la celebración de algún sacramento en la parroquia, para entrar en relación con ellas y proponerles formar parte de estos grupos. Que no haya ninguna parroquia sin grupo de matrimonios. Acción Católica, Cursillos de Cristiandad, Equipos de Nuestra Señora y otros carismas eclesiales nos seguirán ayudando en esta tarea prioritaria en la Iglesia.

+ Hemos de promocionar y tener conocimiento de Proyectos como Raquel, que enjuga las lágrimas de quienes han provocado el aborto y sufren sus consecuencias, o como Proyecto Ángel, que previene del aborto a quienes no han visto otra posibilidad. Es muy importante acompañar a cada persona en estos momentos de gran sufrimiento. Asimismo, el Proyecto «Un amor que no acaba», para quienes sufren la soledad de la separación.

+ Prioritario y urgente en nuestra diócesis, por el alto índice, es la atención a los mayores, los abuelos, que son parte fundamental de la familia, campo en el que el carisma de Vida Ascendente trabaja con mucho éxito entre nosotros. Nuestros mayores y abuelos no son material de desecho, sino experiencia y sabiduría de la que hemos de aprender en el camino de la vida; ellos son un incentivo y testimonio para la estabilidad de las generaciones y el buen funcionamiento de las parroquias y de la sociedad. En este campo pastoral se está trabajando en la subcomisión para la Familia y Defensa de la Vida de la CEE, para poner en marcha el documento «La ancianidad, riqueza de frutos y bendiciones».

+ Y hay un número creciente de personas que viven su unión de pareja y su familia en situación irregular. Son «catecúmenos de la esperanza», que no deben sentirse excluidos de la Iglesia y a los que, entre todos, hemos de acoger y saber acompañar.

+ Pido a la Delegación Diocesana de Familia y Vida que elabore un vademécum con direcciones y teléfonos a los que podemos acudir y con los que podamos contactar para tratar las diferentes heridas y problemáticas familiares que podamos encontrar. Tener en cada parroquia e institución eclesial este vademécum, conocerlo y promocionarlo, será una magnífica ayuda para que nadie se sienta sin acompañar cuando venga al «hospital de campaña» que ha de ser siempre la parroquia, la Iglesia. La familia necesita nuestro servicio urgente y nuestra protección. Todos estos medios nos pondrán en el contexto de la Doctrina Social de la Iglesia y evitará dejarse llevar por la corriente que arrastra el pensamiento dominante de nuestra cultura, de la ideología de género. Agradezco la entrega y el servicio de los Delegados de Familia y Vida que están generando mucha esperanza en este campo pastoral.

Aborto, Eutanasia y Testamento Vital

Junto a nuestra defensa incondicional y constante por el ser humano recién concebido en el seno de su madre y nuestro rechazo a todas las ampliaciones de lo que en su base atenta contra la vida de un inocente, otra urgencia de nuestros días es la referida al final de la vida. Se ha introducido la ley de eutanasia, con Ley Orgánica 3/2021, que introduce y regula la «prestación de ayuda para morir», aprobada por las Cortes el 18 de marzo 2021 y que ha entrado en vigor el 25 de junio de 2021. Ya sucedió con la Ley del Aborto desde 1985, y son millones los niños que han sido destruidos en el seno materno.

Esta ley de eutanasia para la muerte ha sido recibida con actitud indolora por la sociedad y responde a una cultura de la muerte en la que estamos inmersos. Por eso, se trata de preguntarnos con más interés cómo anunciar el evangelio de la vida en estas circunstancias, en las que predomina en amplios sectores la apuesta por el exterminio humano.

Seamos promotores de la ética del cuidado, para profundizar cada vez más en los cuidados paliativos, donde hay mucho que avanzar todavía. Los cristianos estamos llamados a redoblar el cuidado de nuestros enfermos y ancianos que viven en familia o en una residencia. Hagámoslos importantes y protagonistas de una Iglesia que sabe valorar y respetar sus raíces.

Hemos de propagar el recurso al Testamento Vital para unos y el derecho al recurso a la objeción de conciencia para otros. Se trata de una nueva oportunidad para valorar la vida, como don de Dios, y protegernos ante posibles ataques que la ley despenaliza.

Ante la aprobación de dicha ley, la Conferencia Episcopal Española (CEE) publicó la Nota «La vida es un don, la eutanasia un fracaso» (11-12-2020), invitándonos constantemente a la oración y a nuestro testimonio en favor de la vida.

Anteriormente tenemos la publicación por parte de la Conferencia Episcopal Española del documento «Sembradores de esperanza. Acoger, proteger y acompañar en la etapa final de esta vida», (actualización del documento «La Eutanasia. 100 cuestiones y respuestas sobre la defensa de la vida humana y la actitud de los católicos»), del 1 de noviembre de 2019 de la Subcomisión para la Familia y la Defensa de la Vida. Asimismo, la Comisión Permanente de la CEE publicó el 14-09-2020 «No hay enfermos «incuidables», aunque sean incurables». También la Congregación vaticana para la Doctrina de la Fe ha publicado la Carta «Samaritanus bonus», sobre el cuidado de las personas en las fases críticas y terminales de la vida, aprobada por el Papa Francisco en junio 2020 y publicada el 22-09- 2020.

La ley de eutanasia es una realidad y el modo de protegerse es el Testamento Vital. Ofrezcamos a todos el texto redactado y aprobado por la Conferencia Episcopal Española.

El Testamento Vital es esencial: A) Para dejar constancia, de forma anticipada, de nuestra voluntad de aceptar o rechazar determinados tratamientos médicos. De esta manera, se libera a los familiares del peso de tomar decisiones por el enfermo en situaciones tan difíciles. B) Para evitar el atropello a la dignidad y a la libertad de la persona incapacitada que trae consigo la ley de la eutanasia. C) Para ayudar a humanizar el proceso de la muerte procurando una asistencia humana material y espiritual.

La Ley Orgánica de regulación de la eutanasia recoge que no podrá aplicarse la eutanasia en caso de que la persona haya suscrito con anterioridad un documento con instrucciones previas, Testamento Vital, voluntades anticipadas o documentos equivalentes reconocidos legalmente. Por eso es importante que se haga y se inscriba en el registro de voluntades vitales de la comunidad autónoma correspondiente para que tenga valor jurídico. Cada Comunidad Autónoma tiene su propia normativa5.

La apuesta por la vida y la defensa de los más débiles nos lleva a seguir fortaleciendo nuestra Oficina de Protección de Menores y Personas Vulnerables. Es necesario conocer todos los protocolos de actuación y de prevención para que esta lacra desaparezca totalmente de la sociedad y de todas nuestras instituciones eclesiales.

  1. LOS JÓVENES:

PEREGRINACIÓN DIOCESANA

Y LA JMJ 2023 EN LISBOA

Junto a los laicos, a la Familia y la defensa de la Vida, acompañar y servir a los jóvenes sigue estando en el corazón de nuestras urgencias pastorales diocesanas. Los jóvenes son protagonistas del presente y se preparan para ser los abanderados del futuro en la Iglesia.

Un grupo significativo de jóvenes de la diócesis han participado en la Peregrinación Europea de Jóvenes (PEJ) a Santiago de Compostela, el pasado agosto. Se han asomado al horizonte de la Iglesia de España y universal para contemplar y experimentar que hay muchos jóvenes con las mismas inquietudes, dificultades y esperanzas, que han puesto su vida y sus sueños en Jesucristo y han comprobado que Cristo no defrauda.

La pandemia ha impedido, en cierta forma, que en estos dos años anteriores hayamos podido concretar los proyectos que teníamos para la diócesis, especialmente la visita del Delegado de Juventud y el Delegado de Pastoral Vocacional a todas las comunidades parroquiales, colegios e institutos, así como a los arciprestazgos para encontrarse con todos los jóvenes e implicarlos en esta red de evangelización juvenil. Retomamos de nuevo, con gran ilusión, esta tarea diocesana que ayudará a todos a seguir sembrando esperanza y a mirar al futuro con los pilares seguros de la formación, del encuentro y de la sinodalidad. Ambos delegados os irán convocando para organizar estas visitas y poder hacer realidad la comunión de todos los jóvenes en nuestra diócesis, ayudándoos a todos los sacerdotes y animadores juveniles a seguir insertando a los más jóvenes en nuestras realidades parroquiales. Una experiencia conjunta ayudará a todos a un mayor compromiso de los jóvenes en sus ámbitos de procedencia.

¡Qué importante en esta tarea son los profesores de religión y los profesores católicos en los diferentes centros educativos! Ellos pasan muchas horas con los niños, adolescentes y jóvenes y tienen la tarea, como lo exige la vocación cristiana, de mostrarles el rostro de Cristo joven y de una Iglesia siempre moderna donde pueden vivir su juventud.

La Delegación de Juventud y la de Pastoral Vocacional trabajan para ayudarnos a fortalecer lo que ya tenemos, llegar donde no podemos llegar nosotros y despertar lo que está dormido. Nunca son un ente extra parroquial ni tienen la misión de organizar una estructura que no sea la parroquial. Desde las actividades y encuentros que programan quieren ayudarnos a todos a que nuestros jóvenes se encuentren personalmente con Jesucristo (fomentando la oración personal y comunitaria, la Eucaristía y la adoración del Santísimo, los retiros y convivencias, los ejercicios espirituales u otras formas para vivir unos días de intimidad con el Señor), a descubrir una Iglesia joven en la que han de ser los protagonistas y van adquiriendo una formación adecuada a sus años y sistematizada; así como una ayuda para poder responder personalmente a la llamada de Dios, a la propia vocación, como llamada a la santidad personal, en los distintos estados de la Iglesia.

Es urgente, y así se lo pido a los Delegados de Pastoral Juvenil y Vocacional, formar líderes en cada parroquia que acompañen en nuestras comunidades a los adolescentes y jóvenes y les ayuden también a gestionar su tiempo libre y el ocio. Pido al Señor que en este curso iniciemos las bases firmes para una escuela de acompañantes de adolescentes y jóvenes en la Diócesis de Guadix.

En la Exhortación Christus vivit (25-03-2019) el Papa Francisco les recuerda a los jóvenes y nos lo recuerda a todos, que ellos han de ser protagonistas de la evangelización, misioneros de otros jóvenes. Jesucristo está vivo y quiere ser un presente en los corazones de los jóvenes de nuestra siócesis: «¡Él vive! Hay que volver a recordarlo con frecuencia, porque corremos el riesgo de tomar a Jesucristo sólo como un buen ejemplo del pasado, como un recuerdo, como alguien que nos salvó hace dos mil años. Eso no nos serviría de nada, nos dejaría iguales, eso no nos liberaría. El que nos llena con su gracia, el que nos libera, el que nos transforma, el que nos sana y nos consuela es alguien que vive. Es Cristo resucitado, lleno de vitalidad sobrenatural, vestido de infinita luz. Por eso decía san Pablo: «Si Cristo no resucitó vana es la fe de ustedes» (1 Co 15,17).».

En este servicio a nuestros jóvenes, las Delegaciones Diocesanas de Juventud y Pastoral Vocacional siguen trabajando para que la sinodalidad, querida para este tiempo de la Iglesia por el Papa Francisco, llegué también a las generaciones más jóvenes. Seguimos trabajando para fortalecer la constitución de un Consejo Diocesano de Jóvenes, que será una ayuda excelente para que los más jóvenes experimenten que su presencia, su voz y sus inquietudes son importantes para construir la Iglesia. Queremos caminar juntos y aprender de las generaciones jóvenes todo lo que tienen que decirnos para construir la única Iglesia de Jesucristo.

Iniciaremos el curso 2022-23 con la IV Peregrinación Diocesana de Jóvenes a la Virgen de la Presentación de Huéneja, el 15 de octubre. Oyendo a los que trabajan directamente con los jóvenes, la hemos reducido a una jornada para posibilitar una mayor participación.

Siempre guiados por la cruz que nos recuerda la que el Papa San Juan Pablo II diera a los jóvenes después de clausurar el Año Santo de la redención en 1984 y que ha recorrido el mundo entero.

Es la cruz que, en nuestra diócesis, en preparación a la JMJ Lisboa 2023, retrasada un año a causa de la pandemia, pudimos recibir con mucho gozo en septiembre de 2021. Sigamos haciendo nuestras las palabras del apóstol de los jóvenes al entregarla para recorrer el mundo: «Queridos jóvenes, al término del Año Santo les encomiendo el mismo signo de este Año Jubilar: ¡la Cruz de Cristo! Llévenla por el mundo, como símbolo del amor del Señor Jesús por la humanidad para anunciar a todos que sólo en Cristo muerto y resucitado hay salvación y redención». Estuvo acompañada por el icono de la Virgen, Salus Populi Romani (Salud del pueblo Romano), que el Papa San Juan Pablo unió a la cruz de las JMJ. Cristo y la Virgen María, Madre e Hijo y al Hijo por la Madre. Todos los que formamos parte de esta Iglesia local vivimos esa visita como un regalo del Papa Juan Pablo II, que tanto ha amado a los jóvenes, y nos preparábamos para la Jornada Mundial de la Juventud en agosto de 2023 en Lisboa, convocados por el Vicario de Cristo, el Papa Francisco.

Os invito a todos a animar a participar a los jóvenes en esta experiencia de vivir una Jornada Mundial de jóvenes: primero en la experiencia de los «Días en las Diócesis» (6 al 30 de julio de 2023); el encuentro de todos los españoles, el 31 de julio de 2023 en Bela Vista Park Lisboa, así como en la propiamente Jornada Mundial de la Juventud, en Lisboa, del 1 al 6 de agosto de 2023. Acompañemos a los jóvenes, no escatimemos esfuerzos en este servicio evangelizador tan necesario en la Iglesia de nuestros tiempos. Está en juego el presente y el futuro de la Iglesia.

  1. PRIMER ANUNCIO EN

LA CARIDAD:

TODA LA IGLESIA ES

CARIDAD EN CÁRITAS

Una Iglesia sinodal es una Iglesia viva y samaritana, que no deja a nadie en la cuneta de la vida, sino que sale a su encuentro, carga con él, le ofrece el bálsamo de los sacramentos y lo lleva a la posada, a la comunidad cristiana. La Iglesia siempre es hospital de campaña donde se curan las heridas de la vida. (Cf. Lc 10,25-37).

La pandemia nos ha puesto, una vez más, delante de los ojos que, junto al anuncio del Evangelio (kerigma) y la celebración de los misterios sagrados (liturgia, eucaristía), el ejercicio de la caridad (diaconía) con los pobres constituyen el núcleo esencial de la presencia de la Iglesia hoy. No se concibe la Iglesia sin esta dimensión esencial, la atención a los pobres.

Aunque la caridad es emblema de la vida cristiana y no siempre ha de estar organizada, en una comunidad no puede faltar esta organización para hacer más eficaz, comunitaria y eclesial nuestro servicio a los pobres. Así como organizamos la catequesis, los grupos de liturgia y otras parcelas de nuestra acción pastoral, así en cada parroquia no debería faltar un equipo de fieles que representan a todos y que se organizan para ayudar a los más pobres bajo el paraguas de Cáritas Diocesana.

En nuestras comunidades hay un signo que no debe faltar jamás: la opción por los últimos, por aquellos que la sociedad descarta y desecha» (EG 195). «El verdadero amor siempre es contemplativo, nos permite servir al otro no por necesidad o por vanidad, sino porque él es bello, más allá de las apariencias» (EG 199). La opción preferencial por los pobres es un constitutivo esencial para toda la Iglesia y no sólo para algunos movimientos o grupos. Y lo es para todos porque es el amor que se traduce en una forma de servir, acompañar y salir al encuentro de quien peor lo pasa: «Hijos míos, no amemos de palabra y de boca, sino de verdad y con obras» (1Jn 3,18).

Cáritas Diocesana, las Cáritas parroquiales e interparroquiales, y otras instituciones de la Iglesia canalizan esta atención a los pobres de múltiples maneras: atención primaria a tantas familias sin recursos, acogida a los sin techo, atención a los mayores, pago de los recibos de agua, luz y gas, programas de dignidad de la mujer, atención a migrantes, acompañamiento a los mayores y solos, programas para superar la adicción, puestos de trabajo para personas en riesgo de exclusión, orientaciones profesionales, y mucha pastoral de la escucha siempre. En la Casa Diocesana del Transeúnte se hace una labor preciosa para que nadie quede sin techo y sin comida, sobre todo cuando arrecia el frío o las duras inclemencias del tiempo. Desde cada parroquia salgamos al encuentro de los más necesitados, no sólo con reparto de alimentos, sino atendiendo a cada persona en sus circunstancias más vulnerables. Es lo que más valoran nuestros pobres, la atención personal que reconoce su dignidad y la fomenta. Ahí están las personas solas, los ancianos, los enfermos. Cuidemos en cada parroquia todas estas personas.

Miremos a largo plazo para no quedarnos sólo con el asistencialismo inmediato (que en la urgencia es necesario), y ayudemos en proyectos de largo alcance, que garanticen trabajo digno, educación, cuidado de la salud, desarrollo integral y formación adecuada.

El Primer Anuncio y una Iglesia en salida nos invita también a testimoniar y proponer a Cristo a quienes atendemos. Eso nos identifica como Cáritas, como Iglesia que existe para evangelizar. No los atendemos para que se conviertan, pero nuestra caridad sería estéril si no les presentamos a Jesucristo, pues, como nos recuerda constantemente el Papa Francisco, la mayor de las pobrezas es no tener a Dios, y muchos de estos pobres no disfrutan de los dones de Dios sin culpa suya. «La peor discriminación que sufren los pobres es la falta de atención espiritual» (EG 200).

La Jornada Mundial de los Pobres, que el Papa Francisco ha instituido a partir de 2017 en el tercer domingo de noviembre, «tiene como objetivo, en primer lugar, estimular a los creyentes para que reaccionen ante la cultura del descarte y del derroche, haciendo suya la cultura del encuentro. Al mismo tiempo, la invitación está dirigida a todos, independientemente de su confesión religiosa, para que se dispongan a compartir con los pobres a través de cualquier acción de solidaridad, como signo concreto de fraternidad». Este año la celebraremos, ya en su sexta edición el 6 de noviembre, bajo el lema «Jesús se hizo pobre por vosotros» (2Cor 8,9). Para esta ocasión el Papa nos recuerda que «la pobreza que mata es la miseria, hija de la injusticia, la explotación, la violencia y la injusta distribución de los recursos (…) La pobreza que libera, en cambio, es la que se nos presenta como una elección responsable para aligerar el lastre y centrarnos en lo esencial (…) Los pobres, en realidad, antes que ser objeto de nuestra limosna, son sujetos que nos ayudan a liberarnos de las ataduras de la inquietud y la superficialidad».

Os animo a que no sólo en la Jornada Mundial de los Pobres, sino cada día tengamos gestos de corazón con los que más sufren y que los pobres y olvidados se sientan los más privilegiados en nuestras comunidades, en nuestro corazón, en la Iglesia. Es inmensa la tarea de Cáritas Diocesana, interparroquial y parroquiales. Lo ha sido siempre y, especialmente, en este tiempo duro de pandemia y de guerras. Sólo en el último año se han atendido a 1.059 familias en riesgo y en situación de dificultad, con un total de 3.812 personas atendidas; con gran cariño hemos servido a nuestros mayores, que es el colectivo más vulnerable y necesitado de atención, beneficiándose del proyecto «Mayores en marcha» 520 mayores, de los que 86 reciben acompañamiento y atención a domicilio, pues viven situaciones de soledad no deseada y de gran fragilidad. Se ha trabajado en la promoción del empleo para jóvenes, con los tres cursos que se han desarrollado este año: «Auxiliar de Cocina», «Sociosanitario: Atención a personas mayores dependientes, en Instituciones» y «Peluquería», así como con el Proyecto de Itinerarios Personalizados de Inserción Socio Laboral, para el acompañamiento, en la búsqueda de salida laboral a jóvenes y personas desempleadas de larga duración, con problemas de empleabilidad. Labor que busca la promoción y desarrollo de la persona.

Aprovecho para felicitar al Delegado Episcopal de Acción Social, a la Directora de Cáritas Diocesana, a las de las interparroquiales y las parroquiales, a todos los que trabajáis y sois voluntarios en los diferentes equipos de Cáritas de la diócesis, a los bienhechores y a tantas buenas personas que ponen a vibrar su imaginación para buscar los mejores caminos individualizados para mejor ayudar, que no hacen cálculos para entregar su tiempo, su servicio y su cansancio para hacer más felices a los que más sufren. Mencionar la magnífica labor de los 230 voluntarios y el trabajo incipiente, tanto en Guadix como en Baza, con un colectivo cada vez más numeroso de inmigrantes de diversas nacionalidades, sin olvidar la realidad del colectivo gitano, principalmente de la mujer y los menores, centro también de nuestra atención. ¡Qué grande y eficaz es la gran familia de Cáritas!

  1. OTROS ACENTOS PASTORALES

5.1. La Visita Pastoral continúa:

«El buen pastor conoce a sus ovejas

y ellas le conocen» (Cf. Jn 10,14)

La Visita Pastoral a cada una de las parroquias por parte del Obispo es una tarea permanente del pastor a todos los lugares de la diócesis. Es un momento eclesial privilegiado de comunión, tanto para esa comunidad parroquial como para el Obispo, y para el contacto del Obispo con el párroco, pastor ordinario de esa comunidad. Como dice el Código de Derecho canónico: «El Obispo tiene la obligación de visitar la diócesis cada año total o parcialmente, de modo que al menos cada cinco años visite la diócesis entera, personalmente o, si se encuentra legítimamente impedido, por medio del Obispo coadjutor, o del auxiliar, o del vicario general o episcopal o de otro presbítero» (c.678).

En el primer año de mi servicio pastoral a esta querida Diócesis de Guadix pude iniciar la primera visita al arciprestazgo del Marquesado que, por desgracia, quedó interrumpida por la pandemia. Suspendida durante este momento, el pasado curso pude reanudarla, terminando la del primer arciprestazgo que inicié y visitar después los arciprestazgos de Fardes-Los Montes, Guadix y las instituciones canónicas diocesanas, con todas sus delegaciones episcopales y secretariados, incluyendo la visita pastoral a la Catedral, al archivo diocesano, a Cáritas, al CETEP y al Seminario Conciliar Diocesano de San Torcuato. Me quedan por visitar pastoralmente La Peza y la parroquia de Fátima en Guadix. Prácticamente he podido visitar tres arciprestazgos. Me siento impulsado por una fuerza mayor a gastar mi vida sirviendo en esta preciosa tarea de la Visita Pastoral y lo hago terminando, este curso que ahora iniciamos, la primera vuelta a la diócesis, visitando los arciprestazgos de Baza-Jabalcón y Huéscar-La Sagra.

La visita pastoral ha sido uno de los regalos más grandes que el Señor me ha hecho en mis casi ya cuatro años de Obispo en nuestra querida diócesis.

He podido celebrar la Eucaristía en todos los altares de las parroquias visitadas, he podido administrar el perdón en muchos confesionarios, he visitado a muchos enfermos en sus domicilios, me he reunido con los laicos que trabajan como voluntarios (¡son muchísimos!) en distintos grupos de catequesis, de formación, de Cáritas, en movimientos, comunidades, etc. Me he reunido con las cofradías y hermandades, con los consagrados. He podido visitar los colegios públicos y los de las diferentes familias religiosas, para llevar una palabra de aliento a los niños, adolescentes, jóvenes y profesores de nuestra diócesis. He podido reunirme con los responsables y voluntarios de Cáritas y visitar los ayuntamientos y a los alcaldes y alcaldesas y a sus equipos de gobierno. Realmente, he podido apreciar la gran riqueza de vida que esta diócesis encierra. Y sólo ha sido el principio de una gran aventura pastoral, a la que me llevará el servicio prioritario a nuestra Diócesis de Guadix. ¡Qué bonita es la Iglesia! Encomendad a Dios estas visitas, que son momentos de gracia especial para muchas personas, y sin duda lo es para el Obispo que disfruta contactando directamente con los fieles. Agradezco a los sacerdotes su entrega generosa y servicio constante, a veces con muchas dificultades y falta de recursos. Os animo a seguir evangelizando a pie de parroquia y acompañar a tantas personas en la fe. ¡Qué sería la diócesis sin vuestro servicio precioso y dilatado en sacrificios! La visita pastoral es rica abundantemente en los encuentros personales, pero es una ayuda privilegiada en la actualización de otros aspectos materiales y culturales. Nos ayuda a tener actualizado el inventario de los bienes inmuebles, los libros del archivo parroquial, el estado de cuentas de todas las instituciones que pertenecen a la parroquia. Os pido a todos que, en contacto con nuestro ecónomo diocesano que os ayudará, usemos el nuevo programa de contabilidad que nos homologa a toda la diócesis y con todas las diócesis españolas. Trabajemos en pro de una plena transparencia con el dinero y los donativos de los que no somos dueños sino responsables en pro del bien común de la parroquia, de los fieles y de la diócesis.

Aprovecho para agradeceros a todos los consagrados y miles de laicos vuestra dedicación a la tarea de la evangelización, desde la oración y desde la actividad apostólica. La Iglesia puede hacer mucho con pocos recursos, porque cuenta con una inmensa riqueza: miles y miles de voluntarios, que gastan su tiempo a fondo perdido para la comunidad parroquial, para la Iglesia, para la diócesis.

5.2. Presbiterio y casa sacerdotal, Seminario Diocesano de

San Torcuato y Pastoral vocacional

Cada sacerdote es un regalo precioso de Dios a su Iglesia, a nuestra parroquia, a la diócesis. El sacerdote es prolongación del mismo Cristo, alter Christus, entre nosotros: nos trae a Jesús en la Eucaristía, nos administra el perdón a los pecadores, nos predica la Palabra de Dios, nos acompaña en el camino de nuestra vida para llevarnos a la santidad plena.

La persona del sacerdote necesita cuidados por parte de todos, más necesario por vivir muchas veces en un mundo hostil y lleno de contradicciones y conflictos. Es necesario, por parte de todos, el aprecio de su vocación y de su labor pastoral, apoyarlo en sus tareas, experimentar correspondencia por parte de la comunidad cristiana. Y en los momentos dolorosos, que tampoco faltan al sacerdote, sentir el afecto y la cercanía de sus fieles. Oremos por nuestros sacerdotes, valoremos su trabajo y dedicación, que muchas veces no tiene resultados visibles. Que los sacerdotes encuentren apoyo afectivo de sus fieles y de toda la diócesis. Especialmente, cuidemos de los jubilados, que han gastado su vida por sus fieles y en sus destinos pastorales y ahora, en su limitación, necesitan de ellos.

El pasado año abrimos por fin la Casa Sacerdotal «San Juan de Ávila», atendida por las Religiosas de la Congregación de Marta y María, a las que agradezco su precioso servicio humilde y desgastado por esta institución sacerdotal. Es una casa que debe ser muy visitada, ya sea por los fieles cristianos como por todos los sacerdotes. Quiere ser un verdadero hogar para los hermanos mayores presbíteros que, después de gastar su vida por los demás, ahora en su retiro o enfermedad han de tener un lugar donde sientan que están en su casa, que siguen siendo miembros del presbiterio, que contamos con ellos y con su dilatada experiencia y que queremos acompañarlos y cuidarles.

Querido sacerdote: cuídate. Es muy importante que todos los sacerdotes cuiden mucho las dos dimensiones fundamentales del sacerdocio: la dimensión humana y la dimensión espiritual, que van a la par. Cuidad la vida espiritual, no dejéis de practicar los ejercicios espirituales cada año, acudid al retiro espiritual mensual, la celebración diaria de la Eucaristía, la oración de cada día y la relación íntima con el Señor, que nos ha llamado a tan gran misión. Cuidad la alimentación equilibrada, el descanso necesario, el sueño diario, también las vacaciones. No dejéis la dirección espiritual o el acompañamiento por parte de otro sacerdote con quien abrir el corazón.

No os dejéis enganchar por internet o las redes sociales que, siendo magníficos instrumentos de comunicación y para la pastoral, están también cargados de peligros. Usadlos con moderación. Para mucha gente hoy, jóvenes y adultos, el internet es una perdición y hace estragos en su vida afectiva por las relaciones que establece, por los contactos tóxicos que facilita, por la adicción que crea. Internet, el móvil y las redes se hacen dueños de la persona. No sea así entre los sacerdotes, que al vivir en soledad tenemos más peligros. Hemos de tener clara la mentira de ese silencio aparente que ofrece internet y las redes, cuando todo lo que se mueve entre redes es más público que la luz del día.

Contribuyamos entre todos, queridos sacerdotes, a levantar cada vez más el nivel de nuestro Presbiterio Diocesano para bien de la Iglesia. Hemos de ser sacerdotes que se entreguen del todo y sin reservas al Señor y a la obra apostólica que Él nos encomienda. El ejercicio del ministerio en la caridad pastoral es nuestra principal fuente de santificación. Con las actitudes del buen Pastor, salgamos al encuentro de las personas que se nos han confiado, dispuestos a dar la vida, a gastarla, a perderla por ellos. Eso dará plenitud a nuestra existencia. Cuidemos sobre todo el corazón: «porque donde está tu tesoro, allí estará tu corazón» (Mt 6,21). Y nuestro tesoro es Jesucristo, que nos ha enamorado y nos hace partícipes de los amores de su corazón.

Los buenos ejemplos de sacerdotes, además de nutrir a los fieles encomendados, son el principal estímulo para las nuevas vocaciones. Los sacerdotes son los primeros y principales agentes en la pastoral vocacional. Un niño, un adolescente, un joven o un adulto, se suele sentir llamado al sacerdocio sobre todo por el testimonio de algún sacerdote que se le ha cruzado en la vida y al que quiere imitar. ¿Vivo mi sacerdocio con la ilusión y el entusiasmo con los que pueda encandilar a otros y atraerlos hacia esta vocación? Al ver la vida que llevo, ¿otros se sentirán llamados? No tengamos reticencias en hacer una propuesta explícita a niños, adolescentes y jóvenes, mostrándoles la belleza de lo que vivimos. Donde hay sacerdotes entusiasmados suelen brotar vocaciones.

Nuestro Seminario Conciliar Diocesano sufre también la escasez de vocaciones que sufre la Iglesia en nuestros ambientes, por tantas razones. Pero sigue recibiendo candidatos que quieren ser sacerdotes. Cada uno de ellos ha tenido uno o varios presbíteros que los han animado a seguir esta vocación. Las vocaciones surgen no por proselitismo sino por atracción, nos recuerda el Papa Francisco.

El Seminario, Mayor y Menor, lo sostiene el presbiterio diocesano. Un presbiterio con sacerdotes ilusionados da como resultado un Seminario con nuevas vocaciones. Gracias a Dios tenemos un nuevo edificio que tiene capacidad para que los posibles candidatos puedan vivir el año propedéutico, recibiendo el acompañamiento y formación propias para ser candidatos al sacerdocio y continuar su camino vocacional. Y este curso se estrena el nuevo Rector del Seminario, que continúa los magníficos años de servicio en esta institución de nuestro actual Vicario General y, hasta el pasado junio, Rector del Seminario. A todos los formadores que pasaron y a los que actualmente hacen este servicio les agradezco su entrega y disponibilidad en esta parcela del cuidado y la formación de nuestros futuros sacerdotes.

Realizando los estudios eclesiásticos en otros seminarios, una vez al mes, todos los seminaristas, a los que se pueden unir jóvenes interesados por el ministerio sacerdotal, tienen un encuentro intensivo de fin de semana en nuestro seminario diocesano para no perder nunca el contacto con la realidad pastoral y física a la que van a servir. Os animo a todos a enviar posibles candidatos a estos encuentros.

Sirva esta reflexión para empeñarnos todos en la pastoral vocacional, pidiendo al Dueño de la mies que mande trabajadores a su mies. Los necesitamos. Cada vocación es un misterio y un verdadero milagro de Dios que cuenta con nuestra colaboración. Y al hablar de las vocaciones hago especial llamamiento a los sacerdotes y a los padres para las vocaciones en el Seminario Menor y el Seminario en Familia. Invito a los sacerdotes a trabajar la dimensión vocacional con los monaguillos, que siempre han sido fuente de nuevas vocaciones sacerdotales. Sigue habiendo parroquias en nuestra diócesis que, con todas las cautelas debidas, cultivan un buen grupo de monaguillos y entre ellos alguno quiere ser sacerdote. Las escuelas de monaguillos parroquiales, como la que funciona magníficamente en la parroquia de Huéscar, no sólo alegran la vida pastoral de la comunidad donde se encuentra sino que son una verdadera esperanza para el futuro de nuestra diócesis. Además, en ese ambiente ya inician una formación seria para algún día servir a la Iglesia desde el sacerdocio. Trabajemos este campo, no dejemos que nos arrebaten los niños, porque cuando un niño se acerca al altar, Jesús le habla al corazón. No demos por perdido este campo.

Durante los años de la ESO pueden ser seguidos por los formadores de nuestro seminario diocesano en sus familias (Seminario en Familia), teniendo momentos de encuentro y convivencia con otros candidatos en las instalaciones del Seminario Conciliar Diocesano San Torcuato. Al llegar al Bachillerato podrán ingresar en el edificio del Seminario Menor y se les irá formando en la amistad con Cristo por medio de la oración, en las virtudes cristianas, en el trabajo intelectual, en la verdadera amistad y en tantos valores que nuestro ambiente ha perdido y nunca les va a dar. Y ese ámbito bien cuidado, a manera de invernadero, hará crecer robusta a la persona, mejor que si crece a la intemperie. Si la familia respalda esa formación, todo será más fácil y propicio. El acompañamiento del Seminario Menor será lugar privilegiado para crecer en tantas virtudes cristianas, que le harán un verdadero hombre según el modelo de Cristo. El Seminario le hará crecer en su capacidad crítica, en su libertad, en su capacidad de amar en serio. Apoyemos todos el Seminario Menor (que tantos buenos frutos y buenos sacerdotes ha dado a lo largo de los años en nuestra diócesis), con sus convivencias propias, sus proyectos y encuentros vocacionales y las demás iniciativas que ayudan a los chicos de esa edad. Los sacerdotes y las familias tienen aquí un papel esencial.

Desde nuestro Seminario Diocesano y desde la Delegación de Pastoral Vocacional seguiremos trabajando, arando la dura tierra, regándola, sembrándola y cuidándola cada día para que, si el Señor lo quiere, nazcan los mejores frutos vocacionales al sacerdocio. Igualmente, este equipo, ayudado por CONFER Diocesana y los consagrados y consagradas, seguirá trabajando para la promoción de las vocaciones de especial consagración en las diferentes familias religiosas y en los institutos seculares y de vida apostólica. Es necesaria nuestra presencia y nuestro testimonio, compartir tiempo, momentos de oración, convivencia y dialogo con los adolescentes y jóvenes que buscan respuestas a su futuro y a su vocación en la Iglesia y en el mundo.

Nos acordamos y agradecemos la entrega de nuestros sacerdotes diocesanos y laicos que están en países de misión, sobre todo en Honduras, donde muestran a todos la alegría de la universalidad del servicio al Señor en su Iglesia.

Todas las vocaciones alegran y dan belleza a la única Iglesia de Cristo. Por todas debemos trabajar.

5.3. Patrimonio para evangelizar

y turismo espiritual.

¡Toda la diócesis a Face Retama!

Hemos heredado la fe que nos viene desde los apóstoles, así como las derivaciones culturales de la misma, diferentes y ricas expresiones a lo largo de los siglos: nuestros templos, nuestras imágenes, nuestros ritos litúrgicos, nuestras procesiones y la piedad popular. Se trata de una fe hecha cultura por ser una fe profundamente creída, profundamente vivida.

Nuestro Patrimonio Cultural Cristiano puede jugar un papel fundamental en el Primer Anuncio, ya que las obras de arte que ha generado la fe cristiana invitan a quien las contempla a ir más allá de la materia y de lo material, y a través de la delectación de los sentidos, llegar, de una manera genuina, a la dimensión espiritual del ser humano. No han sido pocos los casos en que la belleza ha golpeado el corazón de visitantes de nuestros templos que no buscaban nada, y ha sido el punto de partida de una búsqueda de Dios y de la conversión de muchas personas. Por eso es importantísimo el cuidado de nuestros templos y enseres, no por puro esteticismo, que sería absurdo, sino porque en el orden, la belleza y la historia se revela también el misterio de Dios y se convierte en epifanía para las personas que se dejan interrogar por la limpieza, orden y pulcritud de nuestros templos y la magnificencia artística de nuestras imágenes, ya sea escultura, pintura, tejidos sacros y orfebrería litúrgica y eucarística. Nuestro Patrimonio diocesano se convierte para muchos en verdadero atrio de los gentiles o antesala de la fe. Somos herederos de un Patrimonio cultural de primera categoría y hemos de emplearlo para la evangelización. Hasta la última iglesia de nuestra diócesis, pasando por tantos objetos de arte que están al servicio de la liturgia, son elementos preciosos para evangelizar.

Cuidemos el Patrimonio religioso cultural. Los sacerdotes no somos dueños del patrimonio que encontramos al llegar a una parroquia. Hemos de custodiarlo y cualquier intervención ha de ser comunicada y dialogada con el obispado, por medio de la Delegación de Patrimonio y el equipo que gestiona en la diócesis estos asuntos, que son de máxima importancia.

Expliquemos a los niños, a los jóvenes y a los adultos el significado de cada cosa: monumentos, imágenes, objetos de culto. Que ellos puedan familiarizarse con este Patrimonio, que ha brotado de la fe y sirve para la evangelización. Invitemos a los alumnos de las clases de religión a entrar en contacto con este rico patrimonio espiritual de la diócesis que les ayudará a conocer mejor la fe y la Iglesia. No dejemos de proponer la fe que ha generado una determinada obra de arte que es visitada. Y no se trata de un oportunismo coyuntural, se trata de poner en valor lo que esa obra contiene; de lo contrario, estamos cercenando el valor más alto de esa obra de arte. Este Patrimonio se nos ha dado para evangelizar y no usarlo para eso es privarle de su sentido más pleno. Usarlo sólo para obtener unos ingresos, aunque sean legítimos, es profanarlo. El Patrimonio que hemos heredado es para la evangelización.

El Primer Anuncio se sirve del arte, del patrimonio histórico y espiritual, de la belleza, como camino privilegiado para evangelizar: nuestra Catedral, el Hospital de la Caridad, el archivo diocesano, el Palacio Episcopal, cada una de las parroquias y ermitas, y tantos lugares y caminos ligados a la fe diocesana, serán, sin duda, medios privilegiados para enseñar y testimoniar nuestra fe, así como para educarla y transmitirla.

Hace dos años se erigió el Secretariado de Turismo Espiritual, que quiere ser una ayuda en este camino de evangelización a través de una lectura creyente de nuestro rico patrimonio espiritual, que es camino cultural demandado por los hombres de nuestro tiempo.

La recuperación del complejo de Face Retama es un proyecto ambicioso pero que nos hace creer en las posibilidades de un lugar que ha de ser corazón espiritual de la diócesis y que nos remite hasta los albores del siglo I. Haber restaurado y recuperado el santuario diocesano, el lugar del olivo, y tener culto cada domingo, Eucaristía cada mes, haber designado a un Rector en dicho santuario, la implicación directa del Cabildo Catedralicio en el proyecto, además de las diferentes peregrinaciones realizadas, y las muchas visitas de devotos peregrinos al lugar, enciende el deseo de la recuperación de todo el complejo, como una joya, que como reliquia del pasado nos ayudará a seguir evangelizando, bajo el testimonio y la protección de nuestro Santo Patrón, San Torcuato. Invito a toda la diócesis a peregrinar a Face Retama, a tener un día de convivencia y oración, a celebrar la Santa Eucaristía en un lugar tan intenso de fe, a sentarse a la sombra del olivo de San Torcuato para beber el buen aceite de su testimonio.

Si el Señor y las circunstancias lo permiten, en unos meses podremos gozar de la apertura del monasterio-cueva que hay bajo la hospedería en Face Retama. Esta joya artística conventual nos lleva al nacimiento del monacato en Europa y es un signo ineludible, ya en el siglo IV, del esplendor del culto y la devoción a San Torcuato en nuestra diócesis y en la Iglesia.

Seguiremos trabajando con proyectos futuros para hacer de aquel lugar un referente espiritual de nuestra diócesis. Agradezco el trabajo precioso de la Delegación Diocesana de Patrimonio, del equipo del Rector del santuario, de la Hermandad Diocesana de San Torcuato y del buen arquitecto D. Emilio García y la implicación del Cabildo Catedralicio, que han sabido unir sus energías, sabiduría y servicio para que la recuperación y puesta en valor espiritual de Face Retama sea ya un sueño posible.

En los próximos meses podremos bendecir el próximo Centro de Interpretación Torcuato Ruiz del Peral. Es un proyecto pastoral que se ubica en la antigua iglesia conventual de san Francisco. Aquí, en este templo, se hablará al visitante del personaje, del artista, pero sobre todo del cristiano. Torcuato supo dotar a sus imágenes de alma. Las imágenes de sus santos son de una profunda espiritualidad, llenas de gran misticismo. Sus obras son más que obras de arte, son intuiciones donde los santos cobran vida en sus imágenes. Y en esto, Torcuato tuvo un don casi divino, el carisma artístico, que insufla aliento, alma, vida a la materia. Su obra está extendida por toda la geografía andaluza y española. La mayor producción de sus obras se realizó para la ciudad de Guadix y Granada. La discreción plástica de sus seguidores, como la generalización de las nuevas tendencias academicistas, hacen de su figura el broche de oro del Barroco Granadino. La Iglesia de san Francisco y sobre todo la Catedral fueron incondicionales del Maestro, de tal modo que se convirtió en el artista por el que siempre se decantaron para realizar las imágenes de estos templos hasta la muerte de Torcuato.

La Catedral guarda la mejor obra de juventud de Torcuato, los dos magníficos púlpitos esculpidos en piedras semipreciosas, y su postrera obra, el coro catedralicio. Nada de todo esto, en él y en las fuentes en las que bebe, los maestros de la Escuela Granadina, se entiende ni se explica sin una profunda, una cuidada formación cristiana y una vida de profunda comunión eclesial. Esos valores hicieron del hombre artista vehículo de lo sagrado, que revela lo que por la carne y la materia está velado. La obra del artista cuando es cristiano se convierte en Evangelio traducido de la palabra a la imagen. Eso queremos mostrar y demostrar con este proyecto pastoral y evangelizador.

5.4. Ecología integral y Secretariado para el cuidado de la creación

Unido a la promoción del turismo espiritual en nuestra diócesis está la sensibilidad del amor a la creación y a la ecología integral, tan presente en nuestros días y en el pontificado del Papa Francisco. No es una moda ni una realidad que se nos impone. Es un signo de los tiempos que coincide con la visión creyente.

El Papa Francisco ha tenido el acierto de presentarnos magisterialmente, en la encíclica Laudato si, un universo en el que todo está conectado: la tierra y el mar, el hombre en su diferencia sexual, el individuo y la sociedad, la pequeña comunidad y la gran familia humana. En una dimensión integral de la ecología, todo está concatenado. Es un atropello la contaminación de las aguas y del ambiente, como es una gran injusticia que los recursos de la tierra estén en manos de unos pocos mientras la inmensa mayoría muere de hambre o vive con escasos recursos. Bien lo estamos experimentando en estos tiempos con las consecuencias de la guerra en Ucrania. Todo está conectado.

Nuestro mundo, en una radicalización ecológica interesada, no vincula la naturaleza con Dios. Algo que parece espontáneo, se ha perdido. La naturaleza, el ambiente, el paisaje no remiten a su Creador y por tanto no se considera creación de Dios. El Cántico de las criaturas, que inspira a san Francisco de Asís a ver en toda la creación la mano amorosa y providente de Dios, está ausente en la conciencia de muchos contemporáneos. Y menos aún la mirada del alma enamorada, como canta san Juan de la Cruz.

Y los más jóvenes y los niños han crecido sin Dios Creador: no ven que la naturaleza es un don de Dios, tanto en los ríos y montañas, como en el propio cuerpo, o las relaciones humanas más cercanas o más internacionales. Esta pérdida del sentido de Dios conduce a una pérdida del sentido del hombre.

Si el hombre no es imagen de Dios, saldrán perdiendo especialmente los pobres, que sólo serán material de desecho o de descarte. La intuición del Papa Francisco en su encíclica Laudato si es la de conectarlo todo con Dios y entre sí: la naturaleza como creación de Dios y don para el hombre, el cuerpo humano como don de Dios a la persona, la persona como don de Dios para los demás, la economía como una expresión del don mutuo de unos a otros, y de ahí la economía del don.

La desconexión de Dios es uno de los mayores desastres de nuestra generación, cuyas fatales consecuencias las soportan los más pobres porque ya no son considerados en su dignidad, y porque ellos serán los que paguen las consecuencias de los desastres ecológicos, producidos por las manos egoístas del hombre.

No podemos dejar todo este mundo del cuidado de la «casa común» a los movimientos culturales que prescinden de Dios, los llamados «verdes». Siendo un tema de atrayente actualidad, es al mismo tiempo un tema de sintonía cultural con los signos de los tiempos. Aprovechemos este viento favorable para presentar todo lo creado como don de Dios para el hombre: el clima, el cuerpo, las personas, la economía, las relaciones internacionales. Todo está conectado.

Ese es el Movimiento Laudato si, que el Papa Francisco está impulsando y que, en nuestra diócesis, por medio del Secretariado para el Cuidado de la Creación Laudato si, y las actividades que se están realizando, nos está ayudando a hacer una lectura creyente de la creación y a experimentar nuestra responsabilidad en nuestra casa común y con nuestra dimensión de criaturas solidarias con el resto de lo creado.

Agradezco al director de este Secretariado Diocesano todo su empeño por ayudarnos a toda la diócesis a ir creciendo en esta conciencia comunitaria y personal, siempre eclesial y natural, del cuidado de la creación como expresión de la voluntad de Dios sobre el mundo creado y los hombres.

En esa onda queremos estar para evangelizar también el precioso mundo de la ecología, haciendo que sea una ecología integral. Una buena tarea es la lectura común de esta gran encíclica, Laudato si, sobre el cuidado de la casa común (24-05-2015), que tiene su continuidad en la encíclica Fratelli tutti sobre la fraternidad y la amistad social (3-10-2020).

5.5. La causa de los Mártires en su fase diocesana: los mártires son el verdadero tesoro de nuestra Iglesia diocesana

Nuestra Iglesia es rica en mártires. Desde San Torcuato, nuestro Santo Patrón a quien encomendamos este curso pastoral, han sido muchos en nuestra Iglesia los que han derramado su sangre por su fidelidad a Jesucristo y a la Iglesia. Ellos son el verdadero modelo para el Primer anuncio del evangelio hoy en nuestra diócesis.

Entre los que celebramos en nuestra diócesis están el Beato Diego José de Cádiz; San Francisco Serrano; San Fandila; Beato Fortunato Arias; Beato Joaquín Gisbert; San Pedro Poveda; Beato Manuel Medina Olmos y compañeros mártires; Beato Marcos Criado. Con alegria y en acción de Gracias continuas, vivimos el pasado 18 de junio, en la Catedral de Sevilla, la Beatificación de nuestra querida dominica oscense Sor Ascensión de San José, que nos recuerda la actualidad y la riqueza de la vida martirial en nuestra Iglesia local. Se suman más mártires del siglo XX, cuya causa estamos trabajando para que pronto sean reconocidos oficialmente en la Declaración de su entrega al Señor en la muerte martirial. Nos hemos propuesto que este curso sea definitivo para tenerlo todo preparado y poder abrir oficialmente la fase diocesana que, concluida, pasará a la romana. Vemos la luz tras estos años de recogida de documentación y testimonios, del estudio de sus vidas e historias, por parte de un numeroso grupo de voluntarios expertos, a los que agradezco su servicio y trabajo.

Nuestros mártires son los mejores hijos de nuestra Iglesia diocesana y son merecedores de nuestra gratitud y devoción, convirtiéndose en el mejor testimonio para seguir hoy siendo Iglesia y sirviendo a los hombres desde la verdad, crucificada, pero camino de Vida, del Evangelio.

5.6. Misión diocesana

del Corazón de Jesús

Continúa la peregrinación de la misión diocesana del Corazón de Jesús. En la solemnidad de Jesucristo, Rey del universo, iniciábamos, desde nuestra Catedral, una peregrinación diocesana con la réplica del Corazón de Jesús, boceto original del autor que realizó la imagen de la torre de la Catedral. La imagen va acompañada por tres reliquias de San Torcuato, del Beato Manuel Medina Olmos y de San Juan Pablo II.

Es un eco del Año Diocesano del Sagrado Corazón de Jesús, que conmemoraba los 75 años en que un Pastor bueno, preocupado por el dolor de su grey, don Rafael Álvarez Lara, Obispo de Guadix, bendijo la sagrada imagen del Corazón de Jesús que corona la torre de nuestra Catedral. Jesucristo, el Corazón de Jesús, ha sido durante todos estos años una imagen viva para los accitanos: para los que se han ido, su imagen es el último recuerdo de Guadix; para los que han vuelto, es lo primero que han visto con gozo y alegría; para los que simplemente van de paso, es una invitación a mirar más allá de las dificultades del camino. Este Año Diocesano del Corazón de Jesús nos ha ayudado a poner nuestra vida en Cristo y en su Corazón misericordioso.

Gracias a las buenas gestiones, gratuidad y buen trabajo técnico de nuestro arquitecto diocesano, D. Emilio García, y de los ingenieros que han formado parte de su equipo, de nuevo el Corazón de Jesús de la torre de la Catedral gira constantemente, bendiciendo a nuestra diócesis. Por la noche es más fácil apreciar su Corazón que, encendido, nos recuerda el Amor de Dios que siempre es constante en la custodia de nuestra vida cristiana.

5.7. Jubileo del año 2025,

peregrinos de la esperanza

El próximo 2025 el Papa Francisco ha convocado a la Iglesia universal al Jubileo «Peregrinos de la Esperanza», por carta dirigida a Mons. Rino Fisichella, presidente del Dicasterio para la Evangelización: «Desde que Bonifacio VIII instituyó el primer Año Santo en 1300 —con cadencia de cien años, que después pasó a ser según el modelo bíblico, de cincuenta años y ulteriormente fijado en veinticinco—, el pueblo fiel de Dios ha vivido esta celebración como un don especial de gracia, caracterizado por el perdón de los pecados y, en particular, por la indulgencia, expresión plena de la misericordia de Dios» (Carta del Papa Francisco a Mons. Rino Fisichella 11.02.2022).

El mundo inmerso en tantas tragedias está necesitado de la Esperanza que sólo Jesucristo puede dar. El cambio de época, las pandemias, las guerras, las divisiones y tantos otros desastres humanos que quieren hacer fracasar este mundo, están necesitados del anuncio de la única Esperanza que la Iglesia lleva en su seno y quiere llevar a todos los hombres (cf. 1Tm 1,1).

El Papa señala para el primer año de preparación (2023) que tengamos presentes las cuatro Constituciones del Concilio Vaticano II, que fue inaugurado por Juan XXIII el 11 de octubre de 1962. Este año 2022 se cumplen 60 años de aquella inauguración: -La Constitución sobre la sagrada liturgia, Sacrosanctum Concilium (1963) -La Constitución dogmática sobre la Iglesia, Lumen Gentium (1964) -La Constitución dogmática sobre la Divina Revelación, Dei Verbum (1965) -La Constitución pastoral sobre la Iglesia y el mundo actual, Gaudium et spes (1965).

Iniciemos este camino de preparación, fortaleciendo en nosotros la esperanza que hemos de testimoniar con nuestra vida y de la que tenemos que ser levadura en medio de la masa desesperanzada que viven los hombres de nuestro tiempo.

Conclusión

Encomendemos este curso pastoral misionero a la protección del Varón Apostólico San Torcuato, nuestro Santo Patrón. Evangelizar, ser Iglesia en salida, llevar a todos el Primer Anuncio de la fe es la principal tarea que tenemos. Y para ello pongamos todos los medios diocesanos al servicio de esta misión que nos identifica como Iglesia. San Torcuato es nuestro modelo en este camino de entrega y fidelidad.

A María Santísima, Madre de la Iglesia, con tantas advocaciones en la Diócesis de Guadix, encomendamos nuestros trabajos a lo largo de estos próximos cursos pastorales. Ella ha recibido la Palabra con corazón puro, y la ha hecho carne en su seno virginal. Ella ha sido la primera misionera, llevando a Jesús a casa de su prima Isabel y llenando de alegría aquel hogar con la presencia del Salvador del mundo. Ella ha estado junto a la Cruz, y ahí Jesús nos la ha dado como Madre. Ella acompaña a la Iglesia peregrina, adelantándonos en la consumación de lo que Dios tiene preparado para cada uno de nosotros y para toda la humanidad, la gloria del cielo.

Con mi afecto y bendición.

+Francisco Jesús Orozco Mengíbar

Obispo de Guadix

 

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