La Abadía del Sacromonte, lugar de celebración del Corpus Christi en Granada

El pasado domingo, 22 de junio, se celebró la Solemnidad del Corpus Christi en nuestra Archidiócesis, en comunión con la Iglesia Universal. La Abadía del Sacromonte, uno de los lugares más significativos de Granada, acogió la celebración de la fiesta del Cuerpo y Sangre del Señor.

La Eucaristía con la que se celebró esta gran fiesta del Corpus Christi en la Abadía del Sacromonte fue celebrada por el abad, D. Alberto Espinar y concelebrada por los canónigos del Cabildo de la Abadía en el rito hispano-mozárabe, como es tradición.

Los actos del Corpus Christi comenzaron con la Exposición y Adoración al Santísimo, en la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, acompañado de una hora santa de oración.

A continuación se celebró la Santa Misa, y posteriormente, tuvo lugar la procesión del Santísimo Cuerpo de Cristo por el claustro, adorándolo en un altar, y por la explanada de la Abadía.

En los actos, participaron los hermanos cofrades del Cristo del Consuelo, con sede en este templo, y algunos miembros de la Asociación de Amigos de la Abadía del Sacromonte.

HOMILÍA

D. Alberto Espinar, Abad de la Abadía del Sacromonte, predicó en la Eucaristía: «Cuando Dios no está en la vida del hombre, necesariamente esa existencia es un desierto. La celebración del Corpus Christi nos hace presente en esta mañana, ¿cómo? en medio de este desierto de nuestra vida Dios será siempre aquel que provee, aquel que conoce perfectamente el corazón del hombre y que sabe que cuando el hombre en su empeño natural de hacerse Dios de sí mismo, únicamente lo que puede experimentar en el vacío, el sinsentido, es decir, el desierto en su propia vida».

El Abad citó y explicó las palabras del Evangelio en esta gran Solemnidad: «Por eso, aquel que se compadece de nosotros, aquel que nos ama hasta el límite, ha provisto en medio de nuestro desierto una mesa: pan y vino. Alimentos, digamos, precarios, no son alimentos suculentos, y sin embargo, a través de ellos, decía hoy el Evangelio, el Señor nos da la vida eterna: ‘El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna. Y aquel que come mi carne y bebe mi sangre se hace uno conmigo. Yo viviré en él y él vivirá en mí´».

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