Intención misionera del Papa Francisco para el mes de septiembre

La intención misionera o por la evangelización que propone el Papa Francisco para este mes es orar para que los cristianos seamos más conscientes de nuestra misión evangelizadora.

El Papa Francisco ha hecho pública su intención misionera para el mes de septiembre: «Para que los cristianos, participando en los sacramentos y meditando la Sagrada Escritura lleguen a ser siempre más conscientes de su misión evangelizadora».

En este contexto, el mismo Papa invitaba a los jóvenes reunidos el pasado 28 de julio en Cracovia con motivo de la Jornada Mundial de la Juventud, a acoger a Jesucristo en sus vidas y a emprender una misión evangelizadora:

«Quien acoge a Jesús, aprende a amar como Jesús. Entonces él nos pregunta si queremos una vida plena. Y yo en su nombre les pregunto: ustedes, ¿ustedes quieren una vida plena? Empieza desde este momento por dejarte conmover. Porque la felicidad germina y aflora en la misericordia: esa es su respuesta, esa es su invitación, su desafío, su aventura: la misericordia. La misericordia tiene siempre rostro joven; como el de María de Betania sentada a los pies de Jesús como discípula, que se complace en escucharlo porque sabe que ahí está la paz. Como el de María de Nazareth, lanzada con su ‘sí´ a la aventura de la misericordia, y que será llamada feliz por todas las generaciones, llamada por todos nosotros ‘la Madre de la Misericordia´. Invoquémosla todos juntos. Todos: María, Madre de la Misericordia.

Entonces, todos juntos, le pedimos al Señor ‒cada uno repita en silencio en su corazón‒: Señor lánzanos a la aventura de la misericordia. Lánzanos a la aventura de construir puentes y derribar muros (cercos y alambradas), lánzanos a la aventura de socorrer al pobre, al que se siente solo y abandonado, al que ya no le encuentra sentido a su vida. Lánzanos a acompañar a aquellos que no te conocen y a decirles lentamente y con mucho respeto tu Nombre, el porqué de mi fe. Impúlsanos a la escucha, como María de Betania, de quienes no comprendemos, de los que vienen de otras culturas, otros pueblos, incluso de aquellos a los que tememos porque creemos que pueden hacernos daño. Haznos volver nuestro rostro, como María de Nazareth con Isabel, que volvamos nuestras miradas a nuestros ancianos, a nuestros abuelos, para aprender de su sabiduría».

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