Emilio Benavent Escuín, In memoriam

Emilio Benavent, pastor de la Iglesia de Granada desde 1968 a 1977, terminó su vida temporal en Málaga el día cuatro de este frío mes de enero, a la edad de noventa y tres años. Si decimos de entrada que fue un arzobispo querido y valorado, no hacemos concesión alguna a la piedad que la muerte provoca. Si su  pontificado en Granada fue corto en el tiempo, nueve años,  fue fecundo en iniciativas y en dedicación.
 
 Llegó a esta Iglesia como arzobispo coadjutor  por la deteriorada salud del arzobispo titular Rafael García. Venía de Málaga, donde era obispo residencial desde la renuncia de Ángel Herrera, tras haber sido su auxiliar. Aunque no fue arzobispo residencial hasta la muerte del arzobispo Rafael en 1974, de hecho   ejerció como tal.
Hijo de una familia obrera, había nacido en Valencia el 10 de Abril de 1914. Estudió magisterio y filosofía y letras en Madrid, siendo discípulo de Ortega. Hizo el doctorado en filosofía y teología en Comillas. Su personalidad  estuvo marcada por su profunda vivencia religiosa, su exquisito trato, porte elegante, ejercicio respetuoso de la autoridad,  brillantez intelectual y sensibilidad social.
Destacamos dos hechos de Granada en los que su presencia fue significativa en uno y determinante en el otro. Con motivo del enfrentamiento de miles de obreros con las fuerzas de orden público el 21 de julio de 1970, que se saldó con  la muerte de tres de ellos  y otros heridos, y  posterior encierro en la catedral, interrumpió su viaje a América para compatir el dolor de las familias que luchaban por un puesto de trabajo. Un segundo episodio tuvo lugar en la última semana de abril de 1975. El encierro en la curia de 35 obreros con dos sacerdotes entre ellos a causa del malestar social por el paro. Los dos sacerdotes fueron encarcelados en Carabanchel. El arzobispo, con el apoyo del Consejo del presbiterio, se mantuvo firme frente a la policía, apoyó la causa de los trabajadores,  defendió y alabó a los curas obreros y estuvo cerca de los multados por algunas homilías, como de los damnificados en la costa. Las notas de prensa, su magisterio y sus gestos fueron positivamente recibidos.

En el cuidado de la diócesis hizo nombramientos que chocaron con el escalafón tradicional. Creó la Vicaría de Pastoral, constituyó el Consejo del Presbiterio, inauguró la misa de una en la catedral con homilías frecuentes  de contenido social, alentó la pastoral de conjunto, la presencia de los religiosas en los ambientes rurales, fundó la Escuela Diocesana de Magisterio “La Inmaculada” y creó nuevas parroquias en el ensanche urbano…
 
El 25 de Mayo de 1977 fue nombrado arzobispo Vicario General Castrense, responsabilidad  que ejerció hasta  octubre de 1982. Se despidió de los granadinos el día 26 de junio. No fueron fáciles los tiempos que le tocó vivir en nuestra diócesis: una Iglesia en tensión posconciliar y en reforma constante, y una sociedad en clima también de transformación profunda. Granada supo valorar la figura y el quehacer pastoral de Benavent. La dificultad que entrañaba su situación de arzobispo coadjutor en un principio no fue obstáculo para una actuación pastoral decidida y entregada. Su paso por Granada merece el reconocimiento y la oración de nuestra Iglesia.

Juan Sánchez Ocaña

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