El sacerdote y periodista Antonio Gil ofrece una reflexión sobre la presencia real de Cristo en la Eucaristía
¡Qué hermosa la solemnidad del Corpus Christi, el homenaje a la presencia real de Cristo en la Eucaristía! Eucaristía e Iglesia viven alrededor de la mesa del Señor donde se hace fraternidad y quiere que se sienten los más pobres, los débiles y los enfermos, convidados privilegiados para descubrir a Cristo presente. Esta es la «lógica de la Eucaristía»: «Recibimos a Jesús que nos ama y sana nuestras fragilidades para amar a los demás y ayudarles en sus fragilidades».
Celebramos también el Día de la Caridad, este año con el lema: “Allí donde nos necesitas, abrimos camino a la esperanza”. En su Mensaje, los obispos españoles nos abren tres “vías “prioritarias” a seguir.
Primera, salir al encuentro de las personas más empobrecidas. No hay que esperar a que nos llamen a nuestra puerta, sino llegar a las personas allí donde estén, logrando, ante todo, “reconocerlos realmente”, para “hacerlos parte de nuestra vida”. Cada encuentro, cada diálogo sanador es sacramento de esperanza.
Segunda, comprometerse con el bien común. No basta con sanar y cuidar. La sociedad mundial tiene serias faltas estructurales que no se resuelven con parches i soluciones rápidas meramente ocasionales. Hay cosas que deben ser cambiadas con replanteos de fondo y transformaciones importantes.
Tercera, tejer comunidad fraterna. Nadie puede pelear la vida aisladamente. Necesitamos una comunidad que nos sostenga, que nos ayude y en la que ayudemos unos a otros a mirar hacia delante, una comunidad de pertenencia y solidaridad a la cual podamos destinar tiempo, esfuerzos y bienes.
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