Los laicos cristianos: sal y luz del mundo

Carta pastoral del Obispo de Cádiz y Ceuta con motivo del Día del Apostolado Seglar y de la Acción Católica. 1. Fiesta del Apostolado Seglar y de la Acción Católica

La solemnidad de Pentecostés nos invita todos los años a dar gracias a Dios Padre que nos envía su Espíritu Santo. En este día la Iglesia celebra la Jornada del Apostolado Seglar y de la Acción Católica. Vosotros, los seglares, estáis peculiarmente llamados por Dios a tratar de establecer el Reino de Dios, viviendo en la comunión eclesial e inspirando cristianamente la vida familiar y social. Vuestra identidad y vuestra misión ha sido siempre y debe serlo con mayor fuerza la de impregnar las realidades de este mundo con el Espíritu de Dios, y así santificar el mundo y colaborar en la realización del Reino de Dios en él.

2. Vigésimo Aniversario

Este año estamos conmemorando el vigésimo aniversario de la Exhortación Apostólica del Papa Juan Pablo II Christifideles laici (30-12-1988), un documento de gran importancia para toda la Iglesia, y en particular para el laicado, ese “gigante dormido” que, en esta etapa de la historia que estamos viviendo, resulta imprescindible que comience a despertar, porque “también los fieles laicos son llamados personalmente por el Señor, de quien reciben una misión en favor de la Iglesia y del mundo” (Juan Pablo II, Exhortación Apostólica Christifideles laici (ChL), n. 2).

3. Los laicos cristianos: sal y luz del mundo

El lema de este año entraña un fuerte vigor evangélico. Los laicos cristianos han de ser sal y luz: la sal del sabor y de la sabiduría y la luz de la alegría y de la verdad.

Las imágenes son elocuentes: la sal da gusto, sabor, conserva los alimentos (cf. Job 6,6; Lev 2,13), y la luz es sabiduría portadora de salvación (cf. Is 42,6). Esta es la misión de los discípulos y de los seguidores de Jesús: ser sal que conserva y luz portadora de sabiduría y salvación. Si la luz se “entenebrece” y la sal “se vuelve sosa” no sirven para nada, se necesita, pues identidad.

Los fieles cristianos laicos deben ser ante el mundo testigos coherentes en el camino de la Pascua del Señor. Si los frutos del Espíritu germinan en ellos (cf. Gál 5,22), pueden infundir en el mundo el aliento y sabiduría de las bienaventuranzas (cf. Mt 5,3-9): sabiduría y valor evangélico.

“Lo que el alma es en el cuerpo, eso han de ser los cristianos en el mundo” (Carta a Diogneto, 6; LG 38). Los cristianos en el mundo son ese pequeño fermento en la masa: un poco de sal, un poco de luz.

4. Despertar al laicado

Esta misión, la de los laicos, que es esencial a la tarea evangelizadora de toda la Iglesia: laicos, religiosos, pastores…. “La Iglesia no está verdaderamente formada, ni vive plenamente, ni es representación perfecta de Cristo entre las gentes, mientras no exista y trabaje con la jerarquía de un laicado propiamente dicho” (Concilio Vaticano II, Decreto Ad gentes, n. 2). En este sentido, “la formación debe ayudarnos a tomar conciencia de que todos somos Iglesia” (CEAS, Guía Marco de Formación de Laicos, 26).

El esfuerzo por “despertar al laicado”, por tanto, no consiste en generar simples ejecutores de las directrices marcadas por el ministerio ordenado: “El objetivo que la Exhortación quiere alcanzar es suscitar y alimentar una más decidida toma de conciencia del don y de la responsabilidad que todos los fieles laicos -y cada uno de ellos en particular- tienen en la comunión y en la misión de la Iglesia” (ChL 2).

5. Necesidad de formación

Es necesario que cuando el laico, individual o asociativamente, se plantee su misión y el modo de realizarla, se alimente de la Palabra de Dios, de la participación activa en la sagrada liturgia, de la oración y del servicio a los hermanos. Cuatro fuentes vigorizantes de su espiritualidad que inspirarán una actitud propiamente evangélica en el cumplimiento de los deberes que los laicos tienen en el mundo familiar, profesional, político o cultural.

Os invito, pues, a dar gracias a Dios por los ministerios, carismas y servicios que ha despertado el Espíritu Santo en nuestra Iglesia, para la edificación del cuerpo de Cristo y para el cumplimiento de la misión salvadora de la Iglesia en el mundo.

6. El Espíritu, alma de la comunión

La comunión con Jesús, de la cual deriva la comunión de los cristianos entre sí, es condición absolutamente indispensable para dar fruto: “porque separados de mí no podéis hacer nada” (Jn 15,5), y la comunión con los otros es el fruto más hermoso que los sarmientos pueden dar: es don de Cristo y de su Espíritu (cf. ChL 32).

“Esta comunión es el mismo misterio de la Iglesia” (ChL 18).Comunión significa “unión a Cristo y en Cristo; y unión entre los cristianos dentro de la Iglesia” (ChL 19). Esta realidad no se puede comprender adecuadamente como un simple fenómeno sociológico o psicológico, ya que los vínculos que unen a los miembros del Pueblo de Dios entre sí no son los de “carne” y de la “sangre”, sino los del Espíritu Santo, que reciben todos los bautizados (cf. ChL 19).

7. Potenciar y priorizar la formación

La celebración de este año del Día de la Acción Católica y del Apostolado Seglar debe suponer un estímulo para potenciar con mayor determinación la formación de los laicos, puesto que  “la formación de los fieles laicos tiene como objetivo fundamental el descubrimiento cada vez más claro de la propia vocación y la disponibilidad siempre mayor para vivirla en el cumplimiento de la propia misión” (ChL 58). Y, una vez descubierta esa vocación, “los fieles laicos han de ser formados para vivir aquella unidad con la que está marcado su mismo ser de miembros de la Iglesia y ciudadanos de la sociedad humana” (ChL 59), de modo que se logre la deseada unidad entre fe y vida, que será el testimonio más creíble de la fe el Jesús resucitado.

8. La Acción Católica como medio de promoción cristiana del seglar

La Acción Católica ha sido, durante mucho tiempo, un medio realmente válido para la promoción cristiana del seglar. Mediante la Acción Católica se ha potenciado notablemente el ejercicio de la responsabilidad evangelizadora de los seglares en el ambiente concreto en que cada uno se ha tenido que desenvolver como miembro de la sociedad.

El conjunto de movimientos que integran hoy la Acción Católica, reúne distintos grupos de cristianos formados en el espíritu evangélico y en la Doctrina de la Iglesia. Su carácter minoritario, en algunos casos, como la levadura en la masa, no disminuye el protagonismo apostólico de quienes los integran; sus tareas ayudan a despertar en los creyentes la conciencia de miembros vivos y responsables en la vida de la Iglesia.

9. Valor de los movimientos, asociaciones y grupos apostólicos

Al celebrar el Día de la Acción Católica y del Apostolado Seglar exhorto
a sacerdotes y seglares cristianos a que consideren el valor que los movimientos, asociaciones y grupos apostólicos tienen actualmente. En su gran pluralidad de estilo y métodos de formación y acción constituyen una indudable riqueza y un valioso instrumento para llevar a cabo la acción misionera de la Iglesia.

10. Invitación a la oración

Al dirigirme a vosotros en este día de Pentecostés quiero invitaros a orar conmigo para que el Espíritu Santo llene los corazones de los fieles haciendo posible, con su abundante gracia, que la Acción Católica y todos los movimientos Apostólicos cumplan con la misión que corresponde a su identidad; que todos los sacerdotes en el ejercicio de su ministerio pastoral asistan en la orientación apostólica de sus comunidades; que los seglares cristianos, jóvenes y adultos, tomen conciencia de su indeclinable responsabilidad misionera en el mundo; y que todos en la unidad de la Iglesia sepamos compartir la pluralidad de estilos y responsabilidades que se dan en el Cuerpo Místico de Cristo que es la Iglesia.

Con María, la Madre de Jesús y con aquellos primeros apóstoles, dispongámonos a recibir el Espíritu Santo.

Reza por vosotros, os quiere y bendice,

+Antonio Ceballos Atienza
Obispo de Cádiz y Ceuta

Cádiz, 2 de mayo de 2008

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