«El sacerdote don de Dios para el mundo»

Carta Pastoral del Obispo de Cádiz y Ceuta, Mons. Antonio Ceballos Atienza, con motivo del Día del Seminario 2011.

Mis queridos diocesanos:

El Día del Seminario que vamos a celebrar como todos los años, tiene como objetivo hacer que nuestra comunidad diocesana tome cada vez más conciencia de la importancia y trascendencia del seminario para nuestra Iglesia diocesana, conseguir que todos se responsabilicen y participen activamente en algo que les atañe y crear un espíritu de positiva y eficaz colaboración en esta tarea común. El seminario forja y madura a los que están llamados a ser don de Dios para el mundo, mediante el ministerio sacerdotal. 

1. El sacerdote don de Dios…

El lema escogido para este año 2011 reza así: “El sacerdote don de Dios para el mundo”. La vocación es don de Dios, es una experiencia de amor, el amor de predilección de Jesucristo que compromete una respuesta de fidelidad en la misma línea. El sacerdocio es don, es vocación de generosidad a Cristo, a la Iglesia y a los hombres, necesitados en este mundo de la misericordia de Dios; es participar en el mismo género de vida de donación de Jesús.

La cruz, cumbre del sacerdocio de Cristo, es cumbre de fidelidad en el amor a Dios y a la humanidad entera, es centro de atracción y de reconciliación, plenitud del evangelio. “Está cumplido” (Jn 19,30).

Solamente desde una entrega sin condiciones ni reservas egoístas resulta posible la misión del sacerdote como don y regalo para el mundo. Se trata de una entrega de fidelidad a los tesoros del amor que Dios deposita en cada uno de los llamados al sacerdocio ministerial de su Hijo: El evangelio, el cuerpo y la sangre, el ministerio de la reconciliación, el representar a los hombres en todo lo que mire a Dios…

2. …para el mundo

Hoy se nos invita a considerar al sacerdote como un don, como un regalo de Dios para el mundo. Este mundo también está presente en el seminario, para ser conocido y ponderado con criterios evangélicos y sacerdotales. El futuro sacerdote aspira a transformar el mundo desde el lugar propio del presbítero en la Iglesia, y sabe que este servicio sólo es eficaz en la medida en que el sacerdote logra mantener su propia identidad en el mundo, sin confundirse ni aislarse. El seminario es escuela de configuración con Cristo, Buen Pastor, único modelo digno de ser seguido absolutamente, pero también escuela de humanidad y de sensibilidad hacia todo lo que dignifica al hombre: pensemos en nuestra cultura, nuestros logros técnicos y sociales, etc. 

3. Dios sigue llamando

No cabe duda de que hoy como ayer sigue sonando la voz del maestro que invita a todos los hombres a ser sus discípulos. Y como ocurrió con Simón y Andrés (cf. Mc 1,16-20), también hoy, a través de los distintos acontecimientos y la multiplicidad de situaciones que genera nuestra sociedad actual, los oídos de la fe saben captar la llamada especial de Jesús que invita a dejar las redes, a ir tras Él y a colaborar en su misión de convocar y reunir al pueblo de Dios.

El tiempo en que estamos viviendo no nos permite la inhibición ni es propicio para las lamentaciones y los recelos. Los nuevos retos que nos presenta nuestro mundo están reclamando la presencia del testimonio de nuestra fe y la acción serena y confiada de los que se saben seguros y fuertes en el amor que Dios nos tiene. En su nombre hay que echar diariamente las redes, repitiendo el gesto de Pedro (cf. Lc 5,5) que pone de manifiesto la fe y el amor que todo lo puede. 

4. “Venid en pos de mí y os haré pescadores de hombres”

Os invito, pues, a mirar la situación actual con realismo y cierto optimismo, pero sin dejar de trabajar en el campo de la pastoral vocacional.

Pidamos, pues, al Señor que los jóvenes cristianos estén atentos al paso de Jesús que sigue diciendo: “Venid en pos de mí y os haré pescadores de hombres” (Mc 1,17) y, con la generosidad de los primeros apóstoles, que dejan las redes de sus ocupaciones y proyectos de vida, tal vez, más brillante y más cómoda, hagan obsequio al Señor de su prometedora juventud. Digan como Samuel, con ánimo esforzado: “Habla, que tu siervo escucha” (1Sm 3,10).

Y hemos de recomendar a las familias cristianas que acojan como un gran don de Dios el que Éste suscite en algunos de sus miembros la vocación sacerdotal o religiosa; que la cultiven con la oración en comunidad, con el buen ejemplo, con el sacrificio de una entrega total. 

5. Todos somos responsables

El fomento de las vocaciones al sacerdocio como don de Dios para el mundo afecta a toda la comunidad cristiana (cf. Concilio Vaticano II, Decreto Optatam totius, n. 2). El primer responsable es el Obispo y los presbíteros, sin olvidar la  responsabilidad que incumbe a todos los católicos, desde los padres de familia y educadores hasta los más jóvenes y mayores, y que dimana del hecho de ser el seminario una caja de resonancia de la vida cristiana concreta de la Diócesis. Habría que decirlo en primer lugar a los padres de familia, a los cuales se debe generalmente el germen vocacional, pero también, a todos los fieles que con su testimonio están estimulando al seminario y contribuyendo a su concreta maduración. Entre todos hacemos el seminario, y él se entiende a sí mismo como el resultado de la vida del Espíritu, que alienta y anima en cada comunidad y en cada cristiano de la Diócesis.

Deseamos, pues, que nuestro seminario diocesano de San Bartolomé sea un camino de comunión estrecha con Cristo y con los hermanos, especialmente con el Obispo y con los miembros del presbiterio diocesano, al tiempo que el equilibrio, la comunicabilidad y la sensibilidad hacia los problemas y valores humanos configuren en los seminaristas una personalidad madura. En definitiva, hemos sentido la urgencia de hacer de nuestro seminario una comunidad que responda a las exigencias del pueblo cristiano y del mundo presente. Hoy, particularmente, hacen falta, hombres de Dios al servicio de las necesidades del hombre actual, sacerdotes que desde una profunda experiencia religiosa y con un gran sentido de comunión eclesial dediquen su vida al ministerio pastoral en favor de los hombres. 

6. ¡Jóvenes creyentes!

Os pido vuestra donación y entrega personal a Cristo. Es de agradecidos responder a la vocación del amor siguiéndola con entera disponibilidad.

Aprended del mismo Jesús a luchar contra el mal, a vivir el programa de las bienaventuranzas (cf. Mt 5,1-12), a convertiros con la fuerza del Espíritu en transformadores eficaces del mundo.

L
a sociedad en la que vivimos, y a la que hemos de ayudar y servir en aras de la verdad y el amor, se encuentra sometida al poder de las comodidades y caprichos, y necesitada de esperanza tiene la sensación de no acertar en la búsqueda de la alegría y del bien común. La situación económica y de paro nos interpela a todos. Esta misma sociedad que es la nuestra, necesita de vuestra generosidad, de vuestra limpieza de corazón, de que arriesguéis todo para afirmar al hombre, su dignidad trascendente, su vocación de amor, de filiación divina y de paternidad sin fronteras. Esta sociedad nuestra, fascinada por tantos ídolos, quisiera, en el fondo, que no la defraudarais. 

7. Invitación a la oración y colaboración económica

Invito a todos y de modo especial a los que son nuestra “Iglesia orante”, los monasterios y los conventos religiosos contemplativos, a que eleven sus oraciones al Señor por esa intención específica con motivo del Día del Seminario, y siempre.

Finalmente, pido vuestra cooperación económica. El seminario es algo que nos interesa a todos y que gracias a Dios necesita de la ayuda de todos, cada uno según lo que podáis dar. Soy testigo, como Obispo, de la generosidad con que cooperáis a las necesidades de nuestra Iglesia y con lo que habéis cooperado años anteriores en el mantenimiento del seminario. Estoy convencido de que seguiréis prestando vuestra ayuda generosa. Que el Señor os lo pague con abundancia de sus dones y gracias.

Os puedo comunicar con satisfacción y agradecimiento al Señor que nuestro seminario marcha bien, dada la situación que estamos viviendo de sequía vocacional. Este año en el Seminario Mayor, al comienzo del curso 2010-2011 han sido 18 los seminaristas, de los cuales, si Dios quiere, ordenaré de presbíteros a tres; para el próximo curso 2011-2012 serían dos los presbíteros a ordenar. Este año también recibirán el ministerio del lectorado cuatro seminaristas, y serán admitidos al estado clerical otros cuatro. El resto se preparan para los años sucesivos.

Tenemos perspectivas llenas de esperanza, dado que ya existen candidatos que entrarán el próximo curso y los jóvenes que se decidan con motivo de la celebración de la Jornada Mundial de la Juventud en Madrid, en el mes de agosto. Demos gracias a Dios y continuemos pidiendo que el dueño de la mies envíe obreros a su mies (cf. Lc 10,2).

Que la Santísima Virgen del Rosario y de África, Madre y Patrona, y el Patriarca San José con su eficaz intercesión, nos ayuden a sentir el seminario como un don de Dios y como una responsabilidad de toda la Iglesia diocesana.       

Reza por vosotros, os quiere y bendice,

+ Antonio Ceballos Atienza
Obispo de Cádiz y Ceuta

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