En defensa de la muerte natural

Diócesis de Cádiz-Ceuta
Diócesis de Cádiz-Ceutahttps://www.obispadocadizyceuta.es/
La diócesis de Cádiz y Ceuta es el resultado de la unión de la Gadicensis y Septensis bajo un único obispo titular, proceso que se inició en 1857 y culminó en 1933. Es sufragánea de la Archidiócesis de Sevilla y no tiene enclaves territoriales en otras diócesis ni de otras en su demarcación.

Se presenta en Cádiz el «Manifiesto de Profesores Universitarios en Defensa de la Muerte Natural», organizado por el Aula Universitaria Ciencia y Sociedad. La presentación del Manifiesto, a la que han anunciado su presencia numerosos profesores de la UCA, se hará el miércoles 19 de noviembre a las 11:30 h. en el Salón de Grados de la Facultad de Medicina, por parte de Rafael Sánchez Saus, presidente del Aula Universitaria Ciencia y Sociedad. A las 12 h., en el Aula 1, se celebrará una Mesa Redonda, presidida por la Decana de la Facultad, Dra. Felicidad Rodríguez Sánchez, que contará con la presencia de Lorenzo del Río, Presidente de la Audiencia Provincial, el catedrático de Filosofía Miguel Ángel García Mercado y María José Tinoco, doctora de los servicios paliativos del hospital Juan Grande, de Jerez.

El Manifiesto Profesores Universitarios en Defensa de la Muerte Natural ha sido promovido por un grupo de prestigiosos científicos y universitarios –su primer firmante es César Nombela- y ha merecido la adhesión de varios miles de universitarios de toda España (el texto y sus firmantes pueden consultarse en www.defensamuertenatural.org

En el manifiesto se afirma la dignidad de la muerte natural como final de toda vida humana, el carácter inviolable de esta y el deber del Estado de protegerla y cuidarla, incluso cuando la persona, su titular, parezca no darle valor. En ese sentido, se propugna una medicina paliativa al alcance de todos, así como la potenciación de los soportes emocionales y espirituales adecuados para la fase terminal del enfermo, en los que tanto papel juegan el hogar, la familia y los amigos. El manifiesto termina haciendo un llamamiento a ciudadanos y poderes públicos para que se reconozca la dignidad de la muerte natural: “una sociedad que acepta la terminación de la vida de algunas personas, en razón de la precariedad de su salud y por la actuación de terceros, se inflige a sí misma la ofensa que supone considerar indigna la vida de algunas personas enfermas o intensamente disminuidas”.

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