Esa es la invitación hecha oración al llegar al tercer Domingo de Adviento: “Estad siempre alegres en el Señor”. Las palabras del apóstol san Pablo resuenan con vigor recordándonos el origen de la alegría cristiana: el Señor está cerca. La certeza de la cercanía de Cristo convierte la esperanza en la virtud que nos hace fuertes en la verdadera alegría. Al entrar en la tercera semana del Adviento se nos propone un reto de gran importancia: fortalecer la alegría en la espera, para que llegada la posesión del encuentro la alegría sea plena. En este Domingo la Liturgia nos habla ya de la próxima Navidad y nos recuerda la necesidad de llegar bien preparados a ella para poder celebrarla con alegría desbordante. El encuentro con el Hijo de Dios hecho Niño en Belén, que nos aguarda en las ya cercanas fiestas navideñas, requiere de nuestra parte una solícita preparación. Aunque hayan sido muchas las Navidades ya vividas, sabemos que un encuentro nuevo con Cristo nos aguarda. Para que la alegría entonces sea desbordante debemos imitar a la Virgen Inmaculada y proteger ahora la alegría de la espera.
+ José Rico Pavés
Obispo de Asidonia-Jerez