Día de la «erradicación de la probreza»

Carta Pastoral del Obispo de Jaén, Mons. Ramón del Hoyo.

Queridos fieles diocesanos:

El próximo 17 de octubre se celebra el día internacional de la “erradicación de la pobreza”. Noble aspiración de los gobiernos más poderosos de la tierra, en un mundo de hambre en que el 80% son pobres y más de cinco millones de niños mueren antes de cumplir los cinco años.

Se están dando muchos pasos en esta dirección desde las reuniones al más alto nivel, hasta Estados, Gobiernos y Empresas. También numerosas ONGs trabajan como las hormigas en este campo. No paran de almacenar granos durante el verano para tener alimentos en el crudo invierno. Sin embargo los grandes poderes económicos impiden políticas destinadas a repartir “los bienes que son de todos” a pesar de que los avances tecnológicos actuales permitirían que fueran suficientes para erradicar el hambre y la pobreza a nivel mundial.

El empobrecimiento de la sociedad lo estamos viviendo también en España, como lo demuestra la crisis económica que padecemos, tiene unas bases morales porque es el resultado del afán desmedido de lucro de unos pocos, lo que conlleva reformas laborales y sociales que consigan el objetivo de erradicar el paro y la pobreza que lamentablemente sigue en aumento. Ello se traduce en una más que alarmante tasa de paro que afecta a cerca de cinco millones de personas, con la consiguiente preocupación y, más de una vez, desesperación de familias que no tienen ni lo necesario para subsistir. Esperan que alguien, o alguna empresa, les acepte a trabajar pero nadie les contrata. Se cansan de esperar, con mucha razón.

Los cristianos rezamos cada día la oración del “Padre Nuestro” y repetimos en las mismas peticiones ante Dios Nuestro Padre: “Venga a nosotros tu Reino… danos hoy nuestro pan de cada día” (cf. Mt 6, 10), no “mi” reino, no “mi” pan, sino “nuestro” reino y “nuestro” pan de cada día.

La Iglesia es sensible ante esta dura realidad, como enseña el Concilio Vaticano II ante “los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustian de los hombres de nuestro tiempo” (GS, 1), por lo que se solidariza con la celebración de este Día Internacional, rogando al Señor nos dé fuerzas e ilusión para llegar a los más empobrecidos y necesitados, con hechos, más que con palabras, y siempre con amor.

Escribe Su Santidad, Benedicto XVI, en su Carta Encíclica Caritas in Veritate que “el amor de Dios nos invita a salir de lo que es limitado y no definitivo, nos da valor para trabajar y seguir en busca del bien de todos, aún cuando no se realice inmediatamente, aún cuando lo que consigamos nosotros, la autoridades políticas y los agentes económicos, sea siempre menos de los que anhelamos, Dios nos da la fuerza para luchar y sufrir, por amor al bien común, porque Él es nuestro Todo, nuestra esperanza más grande” (n. 78).

Por eso, no podemos quedarnos de brazos cruzados. El Evangelio y la Doctrina Social de la Iglesia, nos hablan de que sólo encontraremos respuestas humanas, cuando se ordene la economía al servicio de la dignidad de toda persona, contra el empobrecimiento y teniendo presentes como a los primeros a los pobres y familias necesitadas.

Con mi saludo agradecido.

+ Ramón del Hoyo López

Obispo de Jaén

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