Palabra de Vida de Monseñor José Rico Pavés
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Monseñor José Rico Pavés: «Sin la Eucaristía no podemos vivir».
La Solemnidad del Corpus Christi llega este año cuando el curso pastoral está alcanzando su meta. El fin de semana siguiente, después de celebrar la fiesta del Sagrado Corazón de Jesús, celebraremos en la Diócesis la ordenación de cuatro presbíteros y tres diáconos, justo cuandosomos llamados a poner la atención en el Corazón Inmaculado de MaríaSantísima y en el martirio de los apóstoles san Pedro y san Pablo, fecha del aniversario de la Diócesis de Asidonia-Jerez.
En la Misa de apertura del curso pastoral, el pasado mes de septiembre, recuperé las palabras de los mártires de Abitinia, en el norte de África, a inicios del siglo IV: “sin el Domingo (sin la Eucaristía) no podemos vivir”. Al cerrar este curso pastoral con la fiesta del Corpus, esas palabras se convierten en una prueba infalible de autenticidad: ¿ha sido la eucaristía la fuente y el culmen de nuestra vida cristiana, en todo lo que hemos hecho y en nuestra manera de reaccionar ante lo que nos pasa?
Este año la Iglesia, a través de la liturgia, nos propone, de forma nueva, el relato de la multiplicación de los panes y los peces según el evangelista san Lucas, para ayudarnos a comprender que, efectivamente, sin la eucaristía no podemos vivir.
En la pobreza de un escaso alimento está el principio de la comida que sacia a todos; en la pequeñez del pan y del vino comienza la entrega sin reservas del Hijo que redime ofreciendo su Cuerpo y su Sangre en sacrificio. Para multiplicar el alimento, Jesús cuenta con los apóstoles; para perpetuar su entrega, Jesús confía el memorial de su pasión a los mismos apóstoles. Jesús manda a la multitud que se recuesten formando pequeños grupos; el mandato dado en la última cena («haced esto en memoria mía») hace la Iglesia, llamada a congregar a toda la humanidad en el nuevo Pueblo de Dios. Los gestos de Jesús obran el milagro: toma el pan, eleva la mirada, pronuncia la bendición, parte el pan y lo distribuye; los mismos gestos se repiten en la última Cena y realizan con las palabras de Jesús el don de la Eucaristía: Sacrificio unido al de la Cruz, Presencia en los signos del pan y del vino, Comunión en Él y desde Él por el alimento. Todos comen y se sacian. El alimento multiplicado es signo de un alimento mayor: Jesús anuncia con sus gestos y palabras la entrega de un don superior. En la eucaristía Jesús no se limita a darnos algo, sino que Él mismo se convierte en don y ofrenda para que tengamos vida. No hay vida cristiana sin la comunión que Él nos regala.
Si en la Solemnidad del Corpus Christi se celebra también el día de la Caridad (caritas) es porque la realidad del amor infinito del Señor contenida en la Eucaristía exige por su propia grandeza el signo inequívoco del amor fraterno. La autenticidad de nuestra participación en la eucaristía se reconoce en la entrega desinteresada a los demás.
+ José Rico Pavés
Obispo de Asidonia-Jerez
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