SOLEMNIDAD DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD, por Manuel Pozo Oller

Diócesis de Almería
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La diócesis de Almería es una sede episcopal sufragánea de la archidiócesis de Granada, en España. Su sede es la Catedral de la Encarnación de Almería.

Este domingo celebramos la solemnidad de la Santísima Trinidad, misterio central de nuestra fe. En el Credo la Iglesia confiesa la fe en un solo Dios que, al tiempo, es comunión de Personas: Padre, Hijo y Espíritu Santo. En este domingo celebramos la Jornada “Pro Orantibus”, dedicada a la oración por la vida contemplativa, que en nuestra diócesis se reduce a tres conventos femeninos de clausura.

Cuando hablamos del misterio de la Santísima Trinidad nos referimos a verdades que sobrepasan la razón humana y solo pueden ser conocidas por la revelación divina. En este sentido podemos decir que la fe se muestra, es decir, se revela, pero no se demuestra. La fe, en efecto, no se ajusta exclusivamente a los parámetros de la razón. Si así fuera nadie seria héroe ni se enamoraría. San Agustín, en su libro de las Confesiones, en la preciosa alegoría del niño que con un pequeño cubo quería meter en un hoyo excavado en la arena la inmensidad del mar, cuestiona la posibilidad de la razón exclusiva para comprender el misterio de la Trinidad.

De nosotros depende acoger a Dios, que sale a nuestro encuentro.  En el pasaje de san Juan de este domingo (Jn 16,12-15) se nos indica que el Espíritu Santo no aporta nuevas revelaciones, sino que nos guía y lleva a la comprensión plena de la revelación de Jesús. De ahí que la acción propia del Espíritu Santo sea glorificar a Cristo, recordando y aclarando a los discípulos lo que el Maestro les enseñó (v.13).

Jesucristo revela en este pasaje denso, situado en el segundo discurso de despedida de Jesús, algunos aspectos del misterio de la Santísima Trinidad. Enseña la igualdad de naturaleza de las tres divinas Personas al decir que todo lo que tiene el Padre es del Hijo, que todo lo que tiene el Hijo es del Padre (cf Jn 17,10) y que el Espíritu Santo posee también aquello que es común al Padre y al Hijo, es decir, la esencia divina.

El pasaje que muestra el misterio de Dios se coloca curiosamente después de la advertencia de Jesús a los discípulos sobre “el odio del mundo” y la persecución con la intención de que cuando esto ocurra su ánimo no se “tambalee” (Jn 16,1)

El Dios cristiano es el Dios vivo y verdadero.  Vive en comunión perfecta por lo que no entiende una Persona sin las otras. Al tiempo, las tres divinas Personas viven en comunidad porque el amor necesita necesariamente al otro. El Dios cristiano se recrea en un amor solidario, que se funde en el más perfecto de los abrazos.

La Iglesia peregrina, como escribe el afamado teólogo, Bruno Forte, tiene que ser “icono de la Trinidad”.

Manuel Pozo Oller

Párroco de Montserrat

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