“Conservar estos monumentos es responsabilidad de todos”

Diócesis de Córdoba
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El director de Departamento de la Subcomisión de Patrimonio de la CEE, Pablo Delclaux, participa en la XIII Conferencia de Catedrales Europeas

El Patrimonio Cultural de la Iglesia expresa la fe y es un extraordinario instrumento para la evangelización. Tiene una finalidad litúrgica, evangelizadora y pastoral y permanece abierto a la investigación y a la contemplación de la sociedad. Este patrimonio material e inmaterial lo integran bienes muebles, inmuebles y documentales que, a lo largo de los siglos, la Iglesia creó, recibió, conservó se sigue utilizando para el culto, la evangelización y la difusión de la cultura.

La Comisión Episcopal que está al servicio de las diócesis y demás instituciones eclesiásticas en la tarea de la protección y conservación del Patrimonio Cultural tiene al frente al sacerdote Pablo Delclaux, presente en la XIII Conferencia de Catedrales Europeas: Patrimonio Universal, Bienes de Interés Cultural, que se celebrará en Córdoba los días 27 y 28 de noviembre en Córdoba. En este encuentro abordará los valores intangibles del “Patrimonio religioso” como “patrimonio religiosos vivo”, según lo define la Unesco. Valores que la Iglesia quiere conservar para que continúe cumpliendo su fin.

¿Los bienes religiosos que son patrimonio de la humanidad tienes un status especial en cuanto a su gestión de usos?

La designación de un bien cultural como Patrimonio de la Humanidad reconoce la importancia de ese edificio en la historia de un pueblo, pero su misión principal es la de la protección de ese bien, su conservación. Pero, esa tutela no tiene que interferir en el uso para el que fue creado, el litúrgico, porque es, precisamente, ese uso el que ha hecho que el edificio subsista a través de los siglos. Es diferente en el caso de que se le diera otro uso, como, por ejemplo, el turístico cultural que, siendo importante porque ayuda a la manutención del bien, puede afectar en su conservación.

¿Los bienes religiosos de interés cultural que mantienen viva su actividad litúrgica garantizan de ese modo su conservación?

Como apuntaba anteriormente, gracias a que las catedrales son edificios en uso se han conservado a lo largo de los siglos. Su valor no reside solo la materialidad sino en su actividad, porque el interés de una catedral no es tanto el artístico como el conjunto de celebraciones que hacen que el edificio tenga el sentido que le da valor y razón de ser. No es lo mismo visitar una iglesia dando una vuelta por ella por muy bien guía que tengamos, que participar en una ceremonia, sobre todo si es con la solemnidad con la que se celebra en las catedrales. Las dos participaciones son complementarias, pero con esta última es con la que comprendemos mejor el edificio en el que nos encontremos.

¿Reclamarían estos bienes alguna ayuda externa para proteger y custodiar su legado inmaterial? ¿Cómo debe ser ese diálogo con las instituciones?

Naturalmente que hace falta ayuda externa para mantener estos edificios de naturaleza monumental. En primer lugar, la colaboración de los propios fieles que deben comprometerse con la ayuda a la Iglesia y sus necesidades. También por parte de la administración pública que, según el artículo 46 de la Constitución, debe ayudar a mantener el patrimonio cultural de España, porque su conservación no afecta solo al propietario sino al conjunto de la sociedad. Imaginemos que la catedral de Córdoba sufriera un desastre y desapareciera, Córdoba ya no sería la misma. Por eso, el interés de conservar estos monumentos es responsabilidad de todos, aunque como apuntaba, primero de sus propietarios y de los fieles.

¿Cómo observa hoy la función evangelizadora a través de los bienes de la Iglesia de interés cultural?

Estos bienes nacen con una doble función, celebrar y evangelizar. Misiones que hay que mantener y aprovechar en nuestros días. Hoy hay mucho interés por visitar nuestros bienes culturales y no podemos perder la oportunidad de facilitar que “las piedras hablen” para que expliquen el sentido y el mensaje que transmiten.

¿Cómo cree que afecta al mantenimiento de los bienes religiosos de interés cultural la afluencia creciente de personas? ¿Podría plantearse una restricción de acceso si eso evita riesgos?

El turismo es un bien que ayuda al mantenimiento de algunos templos. Es frecuente que los visitantes se quejen porque se les cobra entrada, pero si no fuera así no sería posible acceder al templo, no solo por su conservación sino por la propia visita que necesita una infraestructura y un personal. Pero, sí que es cierto que el turismo podría convertirse en un problema si la afluencia fuera excesiva. Pero, ojalá ocurriera esto es muchos casos. No son muchas las catedrales que tienen esa afluencia masiva.

 

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