Mons. Francisco Pérez: «En el Sagrario está mi tesoro, Jesús»

Diócesis de Málaga
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La diócesis de Málaga es una sede episcopal dependiente de la archidiócesis de Granada, en España. Su sede es la Catedral de la Encarnación de Málaga.

D. Francisco Pérez González es arzobispo emérito de Pamplona-Tudela y, desde principios del mes de febrero, está viviendo en Casa Diocesana Málaga. Ha visitado los estudios de la Delegación de Medios de Comunicación de la Diócesis de Málaga para participar en el podcast Puntada sin Hilo. Aquí puedes escucharlo.

¿Está contento en su estancia en Málaga? ¿Cómo están siendo los primeros pasos?

De una acogida que me ha sorprendido positivamente, y de un recuerdo a mi predecesor en la Archidiócesis de Pamplona-Tudela, el cardenal Fernando Sebastián, a quien vine a visitar en varias ocasiones. Tanto el obispo D. Jesús Catalá como la directora de la Casa Diocesana Málaga, Inmaculada Román, me han invitado a venir y yo lo he aceptado. He sido muy bien acogido y doy gracias por ello. 

¿Cómo se plantea sus próximos años como arzobispo emérito? 

Intento hacer algo que siempre me ha ayudado: vivir el momento presente. Así como el día que salí de la diócesis era ese momento el  que tenía que vivir intensamente, al llegar aquí es también ese momento el que debo vivir intensamente, y en lo sucesivo, estoy disponible para los servicios que pueda hacer. Ya no tengo el compromiso de conducir una diócesis. Ahora es un tiempo de descanso pero, al mismo tiempo, de abrirse para poder ayudar y, así me he ofrecido al Obispo de Málaga: si algo necesita, yo estoy dispuesto. Y lo mismo si alguien pues quiere hablar conmigo o una celebración. Lo que el Señor también vaya marcando en este caminar como arzobispo emérito. 

¿Le ha resultado difícil el cambio de ritmo de vida?

Es difícil si uno dramatiza y si uno se hace propietario de algo que no le pertenece. Todo esto lo he ido preparando durante años, quiero decir, son 50 los años que llevo como sacerdote y, de estos 50, llevo 28 como obispo. He aprendido que lo más importante es hacer aquello que uno debe hacer en el momento que le toca y nunca hay que apegarse a algo anterior. El pasado lo deja uno en las manos del Señor, y ahora te toca este presente.

Hábleme de Jesucristo.

Para mí, Jesucristo es mi vida, es mi camino y es mi verdad. Yo es donde encuentro todo, sobre todo en la intimidad de la oración. No puedo estar sin un oratorio. De hecho, en Casa Diocesana es lo único que pedí, tener un pequeño oratorio donde pueda tener esa intimidad con Él a través del sacramento de la Eucaristía y el Sagrario. Eso me ha ayudado. En una ocasión, vino un periodista a casa y me preguntó dónde estaba la habitación en la que yo descansaba. Lo llevé a la capilla y, cuando vio el Sagrario me preguntó si era donde guardaba el dinero, a lo que yo respondí que ahí estaba mi tesoro, Jesús, mi descanso, pues es quien me dice “venid a mí los que estáis cansados y agobiados, que yo os aliviaré”.

Y la Virgen María, ¿quién es para usted?

Para mí, María es la madre que me ha cuidado siempre. Creo que desde muy pequeñín ya rezaba el rosario y lo sigo rezando todos los días como un momento en el que uno se pone al costado de la Virgen para que te enseñe a vivir como su hijo quiere. Me ha enseñado muchísimo en mi vida.

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