La felicidad de sentir a Dios

Diócesis de Málaga
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La diócesis de Málaga es una sede episcopal dependiente de la archidiócesis de Granada, en España. Su sede es la Catedral de la Encarnación de Málaga.

María Dolores Jiménez es feligresa de la parroquia de Santa Teresa de Jesús, en La Cala de Mijas. Su testimonio es el de una persona que, tras vivir el fallecimiento de su esposo, ha reencontrado a Cristo y se siente llena de felicidad. Actualmente estudia teología y colabora con Cáritas atendiendo a los más necesitados.

«Vivir una crisis de fe te ayuda a sentir que verdaderamente Dios hace falta en nuestras vidas. Desde pequeña he sido creyente, he ido a la Iglesia y he sido buena cristiana. Sin embargo, el momento más débil para mí, la muerte de mi marido, me hizo descuidar la fe. Al morir él, me quitaban un pedacito de mí, es algo que no entendía. Fue algo muy doloroso para mí, me enfrenté contra Dios, me enfadé con Él. Estuve un tiempo muy dolida, hasta que llegó el día en el que desperté y me di cuenta de que tal vez, al Señor, le hacía más falta que a mí y de que era Dios quien me llenaba de felicidad» explica María Dolores Jiménez (Málaga, 1968) que actualmente vive en La Cala de Mijas.

«Desde ese momento, al volver de nuevo a la Iglesia, fue cuando me volqué totalmente con ella. A partir de entonces, he realizado numerosas acciones solidarias y religiosas que te mueven por dentro y te ayudan a crecer como persona».

Afirma que «una de las experiencias más gratificantes que he vivido y estoy viviendo, es en Cáritas. Es increíble la cantidad de personas que se sienten agradecidas por la labor de ayudarles. En muchas ocasiones, vienen personas a recoger la comida que les damos y vienen con un bizcocho para gratificarnos por lo que hacemos por ellas. Ahí, te das cuenta de que los que menos tienen, lo dan todo. Eso es algo que llena mucho».

ESTUDIANTE

Además de ayudar a los que más lo necesitan María Dolores estudia en la escuela de teología «donde he aprendido y he descubierto conocimientos acerca de Dios que jamás me hubiese imaginado. Pero hay algo que me enseña más, que esta escuela, y son los niños. Ser catequista y mostrar a los niños el conocimiento sobre Dios, te da vida. Los niños, te enseñan su manera de ver las cosas, su inocencia e ilusión por saber, ellos muestran cosas tan felices que jamás podríamos ofrecerles. Los jóvenes son el principio de la fe. Revelarles a través de juegos, quien es el Señor, la Iglesia, Dios… es muy bonito. Son juegos en los que van tomando conocimientos sin darse cuenta y de la manera más fácil porque no les obligas a que conozcan, sino que les animas a divertirse, a saber sobre Jesús. Si fuera una obligación, no habría sentimiento».

Para María Dolores «con estas acciones te das cuenta de todo lo que conlleva la Iglesia. Mi proceso de conversión se ha producido poco a poco, el estar con Jesús me llena bastante. Me hace feliz, lo que siento no se puede explicar pero sí definir: es felicidad».

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