El Obispo de Guadix, que fue delegado diocesano de Juventud en Córdoba, recuerda la implicación de un grupo amplio de jóvenes que trabajaba en la preparación: listas de peregrinos, autobuses y camisetas debían estar listo
El obispo de Guadix, monseñor Francisco Jesús Orozco Mengíbar, fue delegado diocesano de Juventud en Córdoba durante siete años en dos periodos, entre 1996 y 1998 y entre 2003 y 2007. La preparación de la JMJ de Roma, Colonia y París han marcado su vida y la de muchos jóvenes de Córdoba que hoy siguen construyendo Iglesia y dando testimonio del amor que Dios nos tiene. De este tiempo hace acopio de recuerdos y vivencias alojadas en “lo profundo de mi alma”, una peregrinación que siempre se presenta viva y renovada con ocasión de la nueva JMJ que se celebra en Lisboa hasta el 6 de agosto.
Especialmente recuerda el Obispo de Guadix de la organización de aquellas jornadas la implicación de un grupo amplio de jóvenes que trabajaba en la preparación: listas de peregrinos, autobuses y camisetas debían estar listo. Era un año entero trenzando datos, recursos y medios para un encuentro con el Papa en los que se vivían momentos muy intensos de preparación visitando parroquias y también de oración e intimidad con el Señor. Aquella labor intensa y esforzada, “a todos nos ayudó y salimos engrandecidos en nuestra experiencia eclesial de amor al Señor con todo lo que el Espíritu Santo nos regalaba en la preparación”.
Después llegaba el gran momento de la JMJ y partía de Córdoba junto a muchos jóvenes, siempre llenos de ilusión –recuerda el Obispo- y con cansancio acumulado pero “con un gozo que nunca podríamos expresar con palabras”, sobre todo cuando en el regreso a Córdoba podían compartir con la iglesia particular el acontecimiento universal vivido junto a San Juan Pablo II y Benedicto XVI.
Tras esta experiencia de Iglesia universal, joven y alegre, se multiplicaban los proyectos juveniles en la Diócesis y aquel impulso vio nacer vocaciones que se fortalecieron y siguen adelante. “En las aventuras de Iglesia he visto formarse parejas que hoy son matrimonio y a muchos jóvenes que hoy son sacerdotes, también vocaciones a la vida religiosa activa y contemplativa y a la vida misionera”, expone monseñor Francisco Orozco.
La fuerza con la que los jóvenes se animaban a vivir el bautismo y la vida eclesial tras la JMJ queda en su memoria como un hecho que hacía reverdecer parroquias y movimientos, “he visto grandes milagros”, afirma el Obispo de Guadix, mientras anima a la participación en la JMJ para expresar la Iglesia en Salida que nos pide el Papa, porque somos “hijos de la resurrección”, Cristo vive.
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