La vida contemplativa: lámparas en el camino sinodal

Carta pastoral Jornada Pro Orantibus:
«La vida contemplativa: lámparas en el camino sinodal»

La Iglesia que peregrina en España celebra en este domingo, Solemnidad de la Santísima Trinidad, la Jornada por la vida contemplativa, conocida como Jornada Pro Orantibus. Este año, los obispos españoles proponen como lema «La vida contemplativa, lámparas en el camino sinodal». Los contemplativos son lámparas encendidas a los pies del Señor, ofrecidas por cada uno de nosotros. Lámparas que intentan poner luz en medio de nuestra sociedad.

Es importante acoger esta luz en el mundo de hoy, en el que apenas tenemos tiempo para pensar y meditar con calma. Vivimos en una sociedad agitada. Nuestro día a día, repleto de preocupaciones, quehaceres y rutinas evitan que nos encontremos con nosotros mismos. El ambiente en el que nos movemos es poco propicio para la reflexión e incluso nos dificulta el poder encontrarnos con Dios.

Entre los muchos caminos que la Iglesia ofrece para seguir a Jesucristo, encontrarse y entregarse a Él, uno es el camino de los contemplativos. Mujeres y hombres dedicados íntegramente a Dios en la soledad, el silencio y la oración constante. Su testimonio de vida nos interroga acerca del sentido de la propia existencia, tan necesitada de apertura a Dios y a la trascendencia; a la vez que nos llama a una conversión que encamine nuestro vivir de cada día por la vía del seguimiento de Jesucristo.

Vivís separados de un mundo que, supervalorando todo lo material, pierde el sentido de lo divino y que, desorientado, se incapacita para vivir su propia vida humana. Y sin embargo, estáis en el mundo, cercanos a los hombres de una manera más profunda. Los contemplativos, aunque no estén «directamente presentes ante sus coetáneos, los tienen, sin embargo, presentes de un modo más profundo, en las entrañas de Cristo, y cooperan con ellos espiritualmente para que la edificación de la ciudad terrena se funde siempre en Dios y se dirija a Él, no sea que trabajen en vano los que la edifican» (LG 46). Se trata de una separación que os facilita el recogimiento para el encuentro con Dios, que habla al corazón; y la dedicación perfecta a Él. Pero no os aísla ni os evade de la solidaridad del mundo, sino que permanecéis en comunión estrecha con la familia de Cristo.

Desde estas sencillas líneas quisiera agradecer el testimonio de vuestra consagración religiosa. Doy gracias a Dios porque habéis sido fieles a la invitación especial que Él os dirige y que acogéis sin reservas, perfeccionando con la gracia del Espíritu Santo, la obra que Dios comenzó en el momento de vuestra consagración religiosa. Con vuestra existencia pregonáis silenciosamente la presencia de lo divino entre nosotros y la proyectáis sobre nuestro quehacer de cada día, haciéndonos recordar la necesidad que tenemos de Dios. Sois testigos de la resurrección de Jesús, servidores del amor, forjadores de la Iglesia, caminando en esperanza hacia la plenitud del que lo llena todo en todos. La Diócesis necesita, hoy, quizá más que nunca, de vosotros.

Con ocasión de esta Jornada quiero hacer una vigorosa llamada a la juventud para que se ponga en disposición de escuchar la voz del Señor, que no deja de hablar en lo más íntimo de nosotros mismos. Solo desde esa actitud de búsqueda y de escucha se pueden descubrir la autenticidad de la vida y los obstáculos que la falsean. Sólo desde esta actitud se alcanza la verdad sobre nosotros mismos que nos conduce a la verdadera libertad y felicidad.

Este año, el primero entre vosotros, voy a celebrar esta jornada  teniendo un encuentro de oración y diálogo junto a las 19 comunidades de vida contemplativa de nuestra Diócesis. La celebración tendrá lugar el domingo 12 de junio a las 11 de la mañana en el Monasterio de San Antonio de la Orden de las Hermanas Pobres de Santa Clara, en la ciudad monumental de Baeza.

Invoquemos la intercesión de la Santísima, Virgen de la Cabeza, sobre las comunidades contemplativas de nuestra Diócesis, para que crezcan, se fortalezcan y sigan aportando a la Iglesia la riqueza y la fecundidad de la oración.

Para todos, mi saludo fraterno y mi bendición.

+ Sebastián Chico Martínez
Obispo de Jaén

 

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