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Don Amadeo Rodríguez Magro ordena diácono permanente a Francisco José Cano de Haro

En la solemnidad de la Epifanía del Señor, el Obispo de Jaén, Don Amadeo Rodríguez Magro ordenó diácono permanente a Francisco José Cano de Haro. La celebración tuvo lugar en su parroquia, Santa María de Andújar, y el neo diácono contó con el calor y el acompañamiento de su familia y amigos.
Con esta ordenación son ya cuatro los diáconos permanentes con los que cuenta la Diócesis de Jaén. Dos, además, son iliturgitanos.
Junto al Prelado jiennense concelebraron el párroco de Santa María, D. Pedro Montesinos; el Vicario de Comunión y Coordinación, D. Andrés López Ángeles y los dos sacerdotes responsables de la formación al diaconado permanente, D. José Antonio Maroto y D. Juan García Carrillo. Además, los tres diáconos permanentes y diácono que pronto será ordenado sacerdote, quisieron participar en la ordenación de su compañero.
Familiares y amigos de Francisco José fueron los encargados de las lecturas, la oración de los fieles. El diácono permanente, D. Andrés Borrego, proclamó el Evangelio.
A continuación, el candidato al diaconado permanente fue presentado ante el Obispo por el responsable de la formación al diaconado permanente, D. José Antonio Maroto.

Homilía

Don Amadeo comenzó su predicación mostrando la alegría que sentía por esta ordenación de Francisco José de Haro como diácono permanente, «porque sabemos que Francisco José va a desarrollar muy bien el servicio que el Señor lo ha llamado a través de su Iglesia».
El Obispo quiso resaltar que la providencia hubiera propiciado que estas órdenes se hicieran en la solemnidad de la Epifanía como un símbolo de lo que el Señor le va a pedir al nuevo diácono. «Los magos, junto al oro el incienso y la mirra, que son regalos materiales,- explicó Don Amadeo- le traían algo más al Niño Dios, le traían el corazón del mundo. En los magos de oriente estamos representados todos los que a lo largo de la Historia le hemos presentado algo al Niño. El mundo está lleno de hombres y mujeres son buscadores como los magos. Estos señores que vinieron de lejos y que vieron un signo, la estrella, son unos buscadores de Dios». Para seguir diciendo, «al igual que los magos, nosotros siempre vamos en camino, vamos en la búsqueda de una verdad y de una presencia que va siempre buscándonos a nosotros. Porque aunque seamos buscadores de Dios, la iniciativa no es nuestra, sino de Él, que pone delante de nosotros una estrella, que nos hace salir de nosotros mismos, de nuestros problemas, de nuestras comodidades, nos saca de nuestra situación en la que estamos y abre nuestro corazón a la esperanza, que me encontraréis si me buscáis».
El Prelado jiennense recordó que la tarea del diácono es ser testigo misionero, «porque tu vida está abierta a la propia misión y cuentas con el apoyo de tu familia». Lo animó a ofrecer a los demás la Palabra del Señor, «tendrás también un servicio en el altar, ya que vas a colaborar con los sacerdotes en la vida sacramental y no te olvides de un campo en el que tienes que poner toda la creatividad, y todo el corazón, que es la atención a los pobres, para ser servidores de los pobres. Por lo que hay que tener un corazón humilde y sencillo que esté en sintonía con los grandes problemas del mundo».
Finalmente, Don Amadeo terminó encomendando la vida y el ministerio de Francisco José a la Santísima Virgen de la Cabeza, patrona de Andújar y de la Diócesis.
Rito al diaconado permanente
Después de la homilía, Francisco José Cano, situado ante el Obispo fue interrogado para saber si quería consagrarse al servicio de la Iglesia. Seguidamente, se arrodilló ante Don Amadeo para prometer obediencia ante él y sus sucesores.
Uno de los momentos más emotivos de la celebración fue el canto de las letanías de los santos mientras Francisco José estaba postrado en el suelo. El momento más importante del rito llegó con la imposición de manos del Pastor diocesano sobre Cano de Haro que quedaba, así, ordenado diácono permanente, bajo la acción del Espíritu Santo.
Después su párroco, D. Pedro Montesinos fue el encargado de revestirlo con la dalmática y la estola diaconal, para recibir de Don Amadeo los santos Evangelios como símbolo del ministerio que acababa de recibir.
Ya como diácono permanente, Francisco José Cano se encargó de ayudar en el servicio del altar y también, despidió al pueblo fiel. Además, los familiares y amigos del diácono permanente pudieron recibir la comunión de sus manos.
Tras la lectura de la bendición papal el Obispo impartió la bendición solemne a los fieles y la ceremonia concluyó con una foto de familia.

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