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La Diócesis de Cádiz y Ceuta cierra un año de gracia, misericordia y esperanza

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La Diócesis de Cádiz y Ceuta cerró oficialmente este domingo, 28 de diciembre, el Año Jubilar de la Esperanza con una doble celebración religiosa presidida por el administrador apostólico, Mons. Ramón Valdivia, tanto en Cádiz como en Ceuta.

La jornada comenzó a las 12:00 horas con la misa de clausura celebrada en la Catedral de Cádiz, en la que se puso fin a un año marcado por la oración, la conversión y la vivencia de la misericordia de Dios. Bajo el lema «Spes non confundit» («La esperanza no defrauda»), el Jubileo ha invitado a los fieles a renovar su fe y a situar la esperanza cristiana como eje central de la vida personal y comunitaria.

Posteriormente, Mons. Valdivia se desplazó a la Ciudad Autónoma de Ceuta, donde a las 20:00 horas presidió la segunda misa de clausura en la Parroquia Santuario de Nuestra Señora de África. Durante su estancia, el administrador apostólico visitó también a los Hermanos Franciscanos de la Cruz Blanca, destacando el valor del servicio y la atención a los más necesitados como fruto concreto del Año Santo.

El Año Jubilar de la Esperanza ha sido una oportunidad especial para que los fieles se acercaran a los sacramentos, especialmente al de la Reconciliación, y vivieran de forma intensa la experiencia del perdón y la misericordia. Para ello, la diócesis dispuso de diversos templos y centros jubilares en los que se han desarrollado celebraciones litúrgicas, peregrinaciones y encuentros de oración.

Asimismo, este tiempo jubilar ha impulsado a la comunidad diocesana a realizar obras de caridad y misericordia, siguiendo el ejemplo de Cristo y reforzando el compromiso con las personas más vulnerables.

El Jubileo, que comenzó el 29 de diciembre de 2024 en las iglesias locales, ha permitido a los creyentes participar en un periodo de gracia especial, marcado por indulgencias y numerosas actividades pastorales. Su clausura ha sido un momento de reflexión y agradecimiento por todo lo vivido a lo largo de este año de renovación espiritual y fortalecimiento de los lazos de fe en la Diócesis de Cádiz y Ceuta.

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La Iglesia de Almería clausura el Año Jubilar “Peregrinos de Esperanza”

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Este domingo 28, en la fiesta de la Sagrada Familia, la Diócesis de Almería celebró la clausura diocesana del Año Jubilar de la Esperanza, que se ha vivido bajo el lema “Peregrinos de Esperanza”. Fue una jornada profundamente eclesial, participativa y cargada de signos, que reunió a numerosos fieles procedentes tanto de la capital como de los distintos pueblos de la diócesis.

La celebración comenzó con una procesión previa, que finalmente se inició desde la Casa Sacerdotal. Ante la previsión de lluvia y la alerta meteorológica, se optó por este recorrido alternativo, descartando la salida desde la parroquia de San Juan Evangelista para evitar posibles incidencias durante la procesión.

A pesar de las circunstancias meteorológicas —que motivaron la excusa de asistencia de la comunidad de Huércal-Overa, debido a la alerta naranja decretada por la AEMET—, la Catedral de la Encarnación presentó una imagen elocuente de comunión diocesana, con una amplia participación de fieles. De manera especial, acudieron representantes de las parroquias que han sido templo jubilar, acompañados por sus párrocos y también por alcaldes de los municipios, signo visible de la implicación de toda la Iglesia diocesana y de la vida civil en este Año Santo.

La Eucaristía, presidida por Antonio Gómez Cantero, estuvo marcada por la vivencia concreta de la esperanza cristiana encarnada en realidades muy diversas. Las lecturas y preces fueron proclamadas por personas vinculadas a distintos ámbitos pastorales y sociales de la diócesis:

Para poner en un lugar destacado el carácter social del Jubileo, la primera lectura fue proclamada por un usuario de Cáritas. El salmo responsorial, por una joven atendida por las Hermanas Adoratrices. La segunda lectura, por un interno en régimen de semilibertad y las peticiones, por dos personas migrantes, de origen venezolano y ruandés, ya plenamente integradas en nuestro país.

La ofrenda corrió a cargo de una familia joven, Javi Barranco y Raquel, junto a sus tres hijos pequeños, como signo elocuente del Día de la Sagrada Familia y de la esperanza que nace y se custodia en el hogar cristiano.

Durante la celebración se siguió íntegramente el ritual propio de clausura del Año Jubilar, tal como establece la normativa litúrgica para este momento conclusivo. Cabe destacar también una monición especial antes del Credo, que se rezó en su forma constantinopolitana, con motivo del 1700 aniversario del Credo de Nicea, ayudando a los fieles a profundizar en el sentido de esta profesión de fe. La homilía del obispo fue acogida con gran interés y emoción por los asistentes, quienes destacaron su profundidad y cercanía, hasta el punto de solicitarla posteriormente para poder releerla y compartirla.

Como recuerdo de esta celebración histórica, al finalizar la Misa se repartieron a los fieles unos marcapáginas conmemorativos, con el cartel oficial de la clausura del Jubileo por una cara y una oración del Papa Francisco por la otra.

Con esta celebración, la Diócesis de Almería pone fin al Jubileo de la Esperanza, agradeciendo todo lo vivido durante este Año Santo y renovando el compromiso de seguir caminando juntos como peregrinos de esperanza en la vida cotidiana de nuestras comunidades.

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Serón celebra la Navidad con el I Certamen de Villancicos

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La Iglesia Parroquial de Santa María de la Anunciación, en la Villa de Serón, acogió el pasado 27 de diciembre el I Certamen de Villancicos “Beato Párroco Antonio Martínez López”, un encuentro cargado de música, tradición y auténtico espíritu navideño.

Tras la celebración de la Santa Misa vespertina de la Sagrada Familia, el templo se llenó de voces y melodías que anunciaban la alegría del nacimiento del Señor. El certamen contó con la participación de diversos grupos que representaron a distintas generaciones del municipio, mostrando la riqueza y vitalidad de la comunidad.

Abrieron el certamen los niños de 3 años y los alumnos de segundo de Primaria del Colegio Público Miguel Zubeldía, que, con ilusión y sencillez, conquistaron al público con sus villancicos. A continuación, los niños de la catequesis parroquial ofrecieron su canto como expresión de fe y preparación para la Navidad.

El certamen continuó con la emotiva participación de las Hermanas Dominicas Rurales, Misioneras del Amor, que aportaron un tono de recogimiento y profundidad espiritual. Cerró la velada la Asociación Musical El Castillo, cuya interpretación puso el broche final a una tarde marcada por la armonía y la tradición.

Uno de los momentos más entrañables fue la presencia del paje de Sus Majestades los Reyes Magos de Oriente, encargado de recoger las cartas de los niños y de aquellos que, sin serlo tanto, conservaron viva la ilusión.

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Esperanza y familia se unen en la clausura del Jubileo

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364 días han pasado desde aquel 29 de diciembre del pasado 2024 cuando el Obispo de Jaén abría el Año Santo de la Esperanza en el templo jubilar, la Catedral. Desde entonces miles de personas han pasado por la Seo jiennense para lucrar las gracias que emanan de este tiempo de misericordia y esperanza. Junto con la Catedral, el Hospital, las Hermanitas de los Pobres, el Hogar de Santa Clara de Cáritas o la Prisión provincial han sido, de manera extraordinaria, lugares hasta donde la Iglesia de Jaén ha llevado la esperanza que no defrauda.

Este domingo de la Sagrada Familia, cientos de jiennenses han acudido, de nuevo hasta el relicario del Santo Rostro para participar del último de los jubileos ordinarios en su Eucaristía de clausura, además de en la Jornada de la Sagrada Familia.

El Prelado del Santo Reino ha presidio la celebración en la que han concelebrado el Provicario General, el Deán de la Catedral, el Rector del Seminario, el Delegado para el Jubileo y otros miembros del Cabildo, así como el Vicario territorial de la zona de Jaén y Mágina. El Seminario al completo ha querido estar en la Misa. También estaban en el presbiterio el equipo de acólitos de la Catedral, así como, varios diáconos permanentes.

El director de Cáritas, Rafael Ramos; Los delegados de Familia y Vida, Isabel Sánchez y Juan de Dios García; los directores del COF (Centro de Orientación Familiar), José Manuel Ureña y Gema Álvarez y personas relacionadas con la pastoral familiar, religiosas, el presidente de la Agrupación de Cofradías de Jaén, Francisco Sierra y muchas familias han querido celebrar juntos este día.

Las lecturas han estado participadas por el director de Cáritas, la directora del COF y uno de los seminaristas, Guillermo Ballesteros ha cantado el salmo. El diácono permanente, D. Manuel Rico ha proclamado el Evangelio, en una celebración armonizada por las voces del grupo litúrgico musical EscuchArte.

Homilía

La familia y los frutos del jubileo de la esperanza han centrado las palabras de Monseñor Chico Martínez. “Celebramos en este domingo de Navidad una fiesta muy entrañable: la Sagrada Familia de Nazaret, Jesús, María y José. Y lo hacemos, además, en un día muy significativo para nuestra Iglesia diocesana, porque en esta Catedral de Jaén, Templo Jubilar, clausuramos el Año Jubilar de la esperanza que hemos vivido como tiempo de gracia, de conversión y de esperanza”, ha comenzado diciendo, para añadir, “Venimos a dar gracias por lo recibido. Venimos también a pedir luz para el camino que continúa, la peregrinación de nuestra vida. Y venimos, sobre todo, a poner en manos del Señor lo más valioso y lo más frágil que tenemos: nuestras familias”.

Después, y a la luz de las lecturas proclamadas, Don Sebastián ha afirmado sorbe el matrimonio y la familia, “Hoy necesitamos la familia más que nunca, enraizada en la vocación matrimonial, llamada de Dios, voluntad de Dios que genera “un hogar”. En un mundo duro, con soledades y cansancios, todos necesitamos un lugar de aceptación y afecto. Y, al mismo tiempo, sabemos que la familia sufre: dificultades de identidad – cuando se presenta la fidelidad, el sacrificio, la renuncia y la entrega total como una carga – y dificultades muy reales: trabajo, vivienda, economía, conciliación, educación de los hijos… Por eso, hoy reafirmamos con serenidad que la familia es un bien insustituible, y cuidarla es servir al bien común, es cuidar y proteger a nuestra sociedad, a nuestra humanidad”.

De igual modo, ha querido tener palabras de agradecimiento por todo lo sembrado en este año jubilar, a la vez que ha hecho memoria de lo acontecido: “Damos gracias por este tiempo de gracia en el que Dios nos ha devuelto a lo esencial: la esperanza no es un optimismo ingenuo; la esperanza es Cristo. Él ha sido el centro de este Jubileo: su misericordia, su palabra, su perdón, su Eucaristía”.

En este sentido, Monseñor Chico Martínez ha resaltado cuatro caminos a los que conducen todo lo vivido durante el último año:

“A volver a lo esencial: a poner a Jesucristo en el centro: Cristo es nuestra esperanza. Él sostiene la Iglesia. Él nos espera siempre”.

“A una Iglesia reconciliada y misericordiosa: por eso, el Jubileo nos empuja a ser una diócesis donde se respire reconciliación: en las familias, en las parroquias, en las comunidades, también entre nosotros, siendo fermento de comunión en nuestra sociedad”.

“A una Iglesia en salida: esperanza para los que más sufren: los pobres, los enfermos, los mayores que están solos, los que viven la precariedad, los que están lejos de la fe, los que se sienten descartados… se traduce en caridad concreta, en cercanía, en compromiso”.

“A fortalecer la fe en lo cotidiano: El Jubileo nos enseña a vivir la fe no como algo añadido, sino como alma de la vida. Y eso se juega en lo ordinario: en el trabajo, en las relaciones, en la educación, en la familia, en las pequeñas decisiones de cada día”.

Para finalizar sus palabras, el Obispo ha querido agradecer a todos y cada uno de los que a lo largo del último año han participado de forma activa en el Jubileo, en la preparación, acogida, celebraciones, intendencia, para que todo saliera bien. Y antes de terminar ha encomendado a la Sagrada Familia de Nazaret a las familias de la Diócesis: “Encomendemos a Jesús, María y José a todas nuestras familias. Que nos enseñen a vivir unidos, a sostenernos en las pruebas y a cuidar lo esencial. Y que, al salir de esta Catedral, cada uno pueda ser en su casa y en su entorno una pequeña luz que diga, sin palabras, una gran verdad: Dios está con nosotros. Y por eso, siempre hay esperanza”.

Los jóvenes, muchos de ellos implicados activamente en la vida de la Diócesis a través de distintas Delegaciones y Secretariados han hecho la oración de fieles, junto a los acólitos de la Catedral y las Hermanitas de los Pobres. Las ofrendas las han llevado hasta el altar la familia Lechuga Escobar.

Después de la comunión y como ha sido tradición en todos los jubileos, el Obispo ha impartido la bendición con el Santo Rostro, que ha llevado desde su capilla el Deán de las Catedrales. Antes, el Obispo ha pedido a los niños que subieran hasta el presbiterio para participar desde allí de esa oración ante la reliquia más venerada en la Diócesis.

Con un canto a la Virgen y animando al próximo jubileo, el Obispo ha despedido a la asamblea.

Homilía del Obispo de Jaén en la Clausura del Jubileo y Jornada Sagrada Familia 2025

Galería fotográfica: «Clausura del Jubileo de la Esperanza y Jornada de la Sagrada Familia»

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Con el Jubileo de la familia se clausura en la diócesis el año jubilar

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El Jubileo termina, pero no la esperanza que este Año nos ha dado: permaneceremos peregrinos de esperanza.

Este domingo, 28 de diciembre, según la Bula de Indicción del Jubileo de la Esperanza, concluye en las Iglesias particulares el Año Jubilar. En este día, escribía el papa Francisco «aseguremos que el Pueblo de Dios pueda acoger plenamente tanto el mensaje de esperanza en la gracia de Dios como los signos que atestiguan su eficacia».

La celebración coincide en la diócesis con el Jubileo de las Familias que tuvieron la oportunidad de compartir almuerzo en la llamada Casa Mesa para, posteriormente, dirigirse hacia la parroquia de Nuestra Señora de la Concepción. Desde dicho templo la familia diocesana se encaminó en peregrinación hacia Catedral, donde se celebró la eucaristía de clausura.

El obispo Santiago subrayó que “ha sido un año marcado y vivido desde la virtud teologal de la esperanza, bajo el lema «peregrinos de esperanza», que nos ha recordado nuestra condición de caminantes, de ser hombres y mujeres siempre en camino, y también, como comunidad, de ser una Iglesia peregrina, como hemos puesto de manifiesto en esa peregrinación que hemos hecho desde la parroquia matriz de la Concepción hasta este templo catedralicio, iglesia madre de nuestra Diócesis”.

Reavivar la esperanza era el gran objetivo del Año Jubilar, por ello el prelado citando a Benedicto XVI enfatizó que «la verdadera, la gran esperanza del hombre que resiste a pesar de todas las desilusiones sólo puede ser Dios, el Dios que nos ha amado y que nos sigue amando hasta el extremo».

La homilía sirvió al Obispo para repasar algunos acontecimientos diocesanos que hicieron este año especialmente intenso: El cambio de Obispo, el nuevo Papa, las celebraciones marianas en distintas islas, además del fallecimiento del que fuera obispo nivariense, Bernardo Álvarez, etc

Por tanto, un año jubilar vivido aquí con intensidad, no solo por la cantidad de acontecimientos y celebraciones jubilares, sino con «intensidad espiritual», como afirmaba el papa León XIV tras su elección, y se nos recordaba en la presentación del Plan Diocesano de Pastoral para este curso. Intensidad espiritual porque somos conscientes de que Dios actúa en la historia, se hace presente en las personas y en los acontecimientos y nos invita a vivirlos desde la fe a la luz del Evangelio y de la Tradición de la Iglesia, sintiéndonos parte de esta gran familia que es la comunidad de los creyentes”.

En otro momento de su intervención monseñor Santiago recordó que este domingo se celebra la fiesta de la Sagrada Familia. “Un Dios que ha querido manifestarse naciendo y viviendo en el entorno de una familia humilde, abierta a la voluntad de Dios, pero que conoce las dificultades concretas de una familia humana”.

Eloy Santiago recordó a tantas familias que han de abandonar su tierra por razón de guerra, violencia, falta de libertad, etc. y focalizó también la atención en las familias isleñas: “Pero el drama de las familias, especialmente en nuestras islas, no es solo salir de su tierra, sino también poder llegar a fin de mes o dar una educación y un futuro a sus hijos o el drama de la falta de empleo. Y qué decir de la violencia en el seno de las familias…O el drama de los mayores y ancianos que se ven abandonados; o el de los niños, incluso en el seno materno, a los que se les niega el derecho a la vida mediante el aborto…”

El Obispo quiso “transmitir un mensaje de esperanza a las familias, especialmente las que viven en dificultad. No están solas. Estamos con ellas. Queremos anunciarles el Evangelio, la Buena noticia, de la familia cristiana en la que se viva las virtudes de la Sagrada Familia Nazaret”.

«El Jubileo termina, pero no la esperanza que este Año nos ha dado: –afirmaba el papa León XIV en la última audiencia jubilar– permaneceremos peregrinos de esperanza […] Sin esperanza, estamos muertos; con la esperanza, venimos a la luz. La esperanza es generativa: esperar es generar»

La homilía la concluyó Eloy Santiago deseando que “la Sagrada Familia de Nazaret, prototipo de iglesia doméstica, verdadero modelo de vida, ayude a todas las familias y a nuestra Diócesis, familia diocesana nivariense, a seguir caminando como peregrinos de esperanza siendo testigos de la verdadera esperanza que no defrauda que es Cristo y generando vida y procesos de fe, promoviendo la paz y trabajando por la justicia, la defensa de la vida, el bien común y el cuidado de nuestro Planeta, creado para ser casa común de la familia humana, de la que toda la humanidad, también los pobres que no tienen acceso a los recursos necesarios, formamos parte”.

La eucaristía finalizó con la bendición apostólica con indulgencia plenaria impartida por el prelado Nivariense.

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Asidonia-Jerez clausura el Jubileo «Peregrinos de Esperanza»

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Asidonia-Jerez clausura el Jubileo «Peregrinos de Esperanza»

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La Santa Iglesia Catedral ha acogido en la mañana de hoy, 28 de diciembre, la celebración de la Eucaristía con motivo de la clausura del Año Jubilar “Peregrinos de Esperanza”, coincidiendo con la festividad litúrgica de la Sagrada Familia. Esta celebración ha estado presidida por Monseñor José Rico Pavés, Obispo de Asidonia-Jerez, y ha contado con la participación de numerosos fieles, miembros del clero y representantes de las distintas comunidades de la Diócesis.

Este Jubileo, convocado por el Papa Francisco, se abrió a nivel diocesano el pasado 29 de diciembre de 2024, y ha sido un tiempo de gracia, reflexión y misión en el que la Diócesis ha vivido numerosas iniciativas pastorales y celebraciones. El lema propuesto por el Santo Padre, “Peregrinos de Esperanza”, ha guiado este itinerario espiritual, invitando a redescubrir el valor de las obras de misericordia como camino concreto de esperanza cristiana.

En su homilía, Monseñor José Rico Pavés reflexionó profundamente sobre el sentido de la clausura del Año Jubilar “Peregrinos de Esperanza”, enmarcada litúrgicamente en la celebración de la Sagrada Familia. El Obispo destacó que este Año Jubilar, inaugurado por el Papa Francisco en la Navidad de 2024, ha sido una oportunidad para redescubrir la esperanza cristiana a través de las obras de misericordia, que el Papa define como “obras de esperanza”.

Monseñor Rico Pavés subrayó que este cierre del Año Jubilar no es un simple acto simbólico, sino una invitación a seguir viviendo con intensidad las gracias recibidas durante el año. Agradeció especialmente a todas las realidades diocesanas que han hecho posible las peregrinaciones, especialmente los que han sido templos jubilares como el Hogar San Juan y el Santuario de San Juan Grande, donde se ha vivido de forma concreta la caridad cristiana.

El prelado centró su homilía en tres sueños de San José relatados en el Evangelio de Mateo, ofreciendo con ellos tres grandes enseñanzas para la familia y para la diócesis:

  1. Huir de lo que amenaza a Cristo en nuestras vidas, como hizo San José al escapar a Egipto. Invitó especialmente a los padres a proteger la fe de sus hijos, y a todos los fieles a no permitir que Cristo sea arrancado de la vida familiar y social.
  2. Volver a la Tierra Prometida, como símbolo de integración en el pueblo de Dios y de participación activa en la vida eclesial. Insistió en que la familia cristiana no debe aislarse del mundo, sino iluminarlo desde dentro, siendo testimonio vivo del Evangelio.
  3. Confiar en la fidelidad de Dios, incluso en la dificultad. El cumplimiento de las promesas divinas es la base de toda esperanza cristiana: “La esperanza no defrauda, porque tiene su fundamento en Jesucristo nuestro Señor”.

Finalmente, Monseñor José Rico Pavés animó a todos los fieles a custodiar en sus corazones las gracias de este año jubilar y, al igual que María Santísima, guardar con humildad y confianza la palabra del Señor.

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“Iglesia Noticia”: Curso “Amor humano” y tiempo jubilar con las riquelminas

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Emitido en COPE Granada y COPE Motril el 28 de diciembre de 2025.

Disponible el informativo diocesano “Iglesia Noticia”, emitido en COPE Granada y COPE Motril, el 28 de diciembre de 2025. Entre otros temas, recordamos la clausura hoy del año jubilar de la esperanza, convocado con el lema “Peregrinos de esperanza”. Hablamos del nuevo ciclo formativo de la Pastoral Familiar con el Curso “Amor humano, matrimonio y familia”, que comienza en enero y del tiempo jubilar concedido a la Congregación de las Misioneras del Santísimo Sacramento y María Inmaculada en su 130 aniversario fundacional.

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Domingo de la Sagrada Familia. Ciclo A. 28 de diciembre de 2025

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Domingo de la Sagrada Familia. Ciclo A. 28 de diciembre de 2025

 

Jesús no ha caído del cielo, sino que ha nacido formando parte de una familia compuesta por él y sus padres. Una familia que lo cuida y protege, en la que crece en sabiduría de la vida, en el conocimiento de Dios y en valores, y con la que aprende a convivir amando y recibiendo amor. La familia, en este relato de Mateo, se presenta como el medio para madurar como persona, como ciudadano y como creyente.

El rey Herodes es la expresión del pecado y de la muerte frente a Dios que representa la salvación. 

Mateo hace un paralelismo entre los comienzos de la vida de Moisés y los de la vida de Jesús:

Moisés, al nacer, es salvado de la muerte gracias a la actuación de su hermana; y después de huir del Faraón regresará a Egipto para liberar de la esclavitud al pueblo de Dios.

Jesús, nada más nacer, por la amenaza de Herodes y por la actuación de José, su padre, huye a Egipto para ponerse a salvo, regresando más tarde a Israel donde hará surgir al nuevo pueblo de Dios, la Iglesia.

Moisés libera de la esclavitud a su pueblo y Jesús, el Mesías, libera del pecado y de la muerte a la humanidad.

Este relato señala en Jesús, incluso hoy día, a los niños que mueren injustamente y las familias obligadas a emigrar para tener una vida mejor.

Emilio J., sacerdote

https://elpozodedios.blogspot.com/

 

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Mons. Satué: «La gracia recibida en este Jubileo nos invita a empezar de nuevo»

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La Iglesia de Málaga ha clausurado el Año Santo de la Esperanza este domingo, fiesta de la Sagrada Familia, con una Eucaristía en la Catedral, principal templo jubilar, presidida por el Obispo, D. José Antonio Satué. El prelado ha invitado a seguir viviendo la esperanza. «El jubileo no termina hoy, sino que empieza ahora. Si la gracia recibida no se traduce en gestos concretos de amor y reconciliación, se marchitará», ha dicho. «Os invito a acoger el reto de comenzar de nuevo en nuestras familias, parroquias, comunidades e Iglesia diocesana».

La Misa, concelebrada por los obispos eméritos de Málaga y Pamplona, D. Jesús Catalá y D. Francisco Pérez, así como por numerosos sacerdotes de toda la diócesis, ha contado con la participación de gran número de fieles diocesanos procedentes de parroquias de toda la provincia, comunidades cristianas, asociaciones y movimientos, también personas con discapacidad que han seguido la celebración por medio de la lengua de signos que les han acercado Isa Navarro, del área de discapacidad de la delegación de Catequesis, y Mónica Rielves, de la Acción Católica General. Todos ellos han querido cerrar en comunión un año que ha estado cargado de celebración, peregrinaciones a los templos jubilares y gestos de solidaridad con los más necesitados.

En su homilía, el Obispo, D. José Antonio Satué, ha expresado una pregunta: « ¿Qué haremos ahora con tanta gracia recibida? La respuesta que una y otra vez me ha brotado en la oración es esta: el Señor espera que nosotros volvamos a empezar.  De su mano, por supuesto». El obispo ha animado a todos a empezar de nuevo en las distintas áreas de la vida: «en nuestro corazón, en nuestras familias, parroquias y comunidades, en la Iglesia diocesana y, también, en la sociedad».

«El jubileo vivido ha fortalecido nuestra fe, ha avivado nuestra caridad, anclando nuestra vida en una esperanza que no defrauda, fortaleciendo en nosotros la humilde certeza de que Dios siga actuando, de que Dios ha vencido a la muerte y tiene una última palabra, una palabra de amor sobre nuestra existencia personal, sobre nuestras familias, sobre la Iglesia y sobre el mundo.  Empezar de nuevo», ha dicho. Y ha añadido: «Acojamos pues en este marco jubilar la llamada de la Palabra de Dios que nos anima a no abochornar y a tener indulgencia, a vestirnos de misericordia entrañable, bondad, humildad, dulzura, comprensión, a sobrellevarnos mutuamente y perdonarnos, porque el Señor nos ha perdonado. Y por encima de todo esto, el amor».

Homilía íntegra:

En el que era también el acto central del Día de la Sagrada Familia, ha habido ocasión de hacer presente a la familia como Iglesia doméstica. Matrimonios y familias de distintas realidades diocesanas han sido las encargadas de hacer las lecturas: Emi y Eduardo, de la parroquia de María Santísima de la Amargura, acompañados por el canto de Saray, ciega, que ha cantado el salmo. Las ofrendas han sido llevadas por Sofía y Luis, acompañados de su hijo Luis, de siete años, de la parroquia de Santa María de la Victoria. Asimismo, el Obispo ha guiado la renovación de los votos de los matrimonios que han participado. En relación a ellos, D. José Antonio ha dicho en su homilía: «En esta Eucaristía queremos dar gracias por tantos matrimonios cuya mutua fidelidad, a pesar de las dificultades, refleja la fidelidad de Dios Padre con nosotros, y rezar por aquellas parejas jóvenes y por aquellas que viven momentos complicados, para que afronten este momento con esperanza». 

PEREGRINOS EN LA CLAUSURA

Entre los fieles congregados se encontraba una representación de las Mercedarias de la Caridad, como la hermana Pilar Luque, de 85 años, que ha vivido 17 años en Alameda y ahora vive en la comunidad de Málaga. Para ella, este Jubileo es una bendición. «Estoy muy feliz de poder venir. La enfermedad de los años me deja limitada, pero lo he estado viviendo todo lo que puedo, con esperanza y alegría». Para Trinidad Hervás, ha sido la ocasión propicia para ganar el Jubileo. Ella ha sido presidenta de Adoración Nocturna Femenina Española, ANFE, en Málaga y ahora vive en la residencia de la Madre Carmen, de Málaga. «He querido venir a ganar la Indulgencia porque es un signo de sentirme cristiana». Josemari es feligrés de la Amargura, es sordo-ciego y expresa que «es la segunda vez que vengo. La primera fue en peregrinación con la parroquia. Luego me confesé, recé por el Papa y ahora, como cúlmen, el broche final. Estoy aprendiendo mucho y la experiencia me ayuda. Con paciencia me voy dando cuenta de muchas cosas y las voy guardando en mi corazón. Todavía me queda mucho que aprender sobre la fe. Ahora tengo la Biblia en braille, gracias a la ONCE, y eso me ayuda a poder vivir la fe como los oyentes, ese es mi deseo, de que todos podamos tener las mismas oportunidades y vivir lo mismo». Josemari expresa que su fe se robustece así: «Confío mucho en Dios y tengo mucha esperanza». 

La colecta ha sido destinada a la labor de las Adoratrices con las víctimas de la trata, que ha sido la intención social llevada a cabo durante todo el Año Jubilar por la Iglesia española. En representación, la hermana María Mateos, superiora de la comunidad, ha explicado brevemente el trabajo que realizan. La celebración ha sido acompañada musicalmente por el Coro de la Catedral, con la intervención especial de Luis Pacetti como solista y director, y un repertorio musical propio del tiempo de Navidad.

Tras la Misa, el Obispo ha ofrecido a todos en veneración la imagen del Niño Jesús, y a continuación se ha celebrado, en la Catedral, un recital flamenco navideño a cargo de la Peña Juan Breva, con el cante de José de Chaparro, acompañado a la guitarra por Chaparro de Málaga, a modo de Jubileo Flamenco.

AÑO DE FRUTOS DE ESPERANZA

Este Año Jubilar se inauguró diocesanamente el 29 de diciembre, a las 11.30 horas, en la Catedral de Málaga, presidida por el entonces Obispo de Málaga, D. Jesús Catalá. La celebración comenzó a las 10.30 horas en la iglesia parroquial de Santiago Apóstol, en calle Granada. Desde allí partió una procesión representativa de la diócesis hacia la Catedral. Desde entonces, se han sucedido las peregrinaciones, los actos vinculados a la esperanza, los recursos creados y compartidos… Entre ellos, la Diócesis ha compartido cada mes un vídeo y un guión de adoración para acercarse, cada mes, a un «lugar de esperanza»: la paz, la familia, los ancianos, los enfermos, los encarcelados, los jóvenes, los migrantes, los consagrados…

En la Diócesis han sido templos jubilares este año, además de la Catedral, la Casa del Sagrado Corazón (Cotolengo) y la parroquia del Sagrado Corazón de Melilla, aunque también la cárcel ha visto simbolizada esa puerta jubilar de la esperanza que el obispo abrió junto a las personas privadas de libertad el 22 de febrero en el Centro Penitenciario de Alhaurín de la Torre. En los distintos templos jubilares se han vivido durante estos meses celebraciones especiales que han nacido de los arciprestazgos, comunidades, grupos y realidades eclesiales como Cáritas, delegaciones, centros… Numerosos grupos, como los jóvenes, los misioneros, miembros de las hermandades y cofradías o alumnos de los centros teológicos, han acudido a Roma a ganar este Jubileo. Lo más destacado se ha visto reflejado en esta web y en la propia creada para este Año, jubileo.diocesismalaga.es, además del calendario con los principales eventos diocesanos.

LAS VOCES DEL JUBILEO

Guillermo Tejero, responsable de coordinar las celebraciones jubilares en la diócesis de Málaga, hace balance del año: «Hemos vivido momentos muy intensos de peregrinación, encuentros y celebraciones que han sido profundamente fructíferos. En ellos se ha percibido una auténtica esperanza y muchas ganas de encuentro, tanto con Dios como entre nosotros». Entre los frutos del Jubileo, destaca «la llamada a una renovación en la esperanza, y algo que nos ha sorprendido muy positivamente: la participación de todo el pueblo de Dios. Las peregrinaciones, tanto a la Catedral como al Cotolengo y a la iglesia del Sagrado Corazón de Melilla, han sido auténticos momentos de encuentro. Ha sido una experiencia que nos ha recordado que cada cristiano tiene una misión y una tarea, y que juntos estamos llamados a hacer crecer la esperanza».

Patricio Fuentes, director del Cotolengo, explica que este año «ha sido una explosión de esperanza para nosotros, y ha logrado también que la casa haya sido más conocida, aún si cabe, en Málaga. Y es una suerte grandísima poder, además, transmitir esperanza a las personas acogidas, y que tantas otras hayan tenido sensibilidad para celebrar este jubileo en nuestro templo, humilde pero también tan significativo y lleno de sentido. Porque son las personas más desfavorecidas, las que viven en esta casa, las más necesitadas de esperanza».

La ciudad autónoma de Melilla ha celebrado, por la distancia, su propia clausura jubilar en la iglesia del Sagrado Corazón, también este 28 de diciembre pero a las 12.00 horas. Desde allí, el vicario episcopal, Eduardo Resa, explica que «los cristianos de Melilla agradecemos que se nos concediera esta gracia particular, porque así ha habido muchísimo más acceso a ganar esas indulgencias y todo lo que conlleva este año de gracia del Señor. Desde que lo inauguramos, el día de la Sagrada Familia del año pasado, parroquias, colegios, jóvenes, mayores, grupos de religiosos y religiosas y toda la comunidad cristiana de Melilla ha atravesado una puerta simbólica de acceso al templo que preparamos». En su voz, un deseo para que lo vivido no se acabe: «Todo este año 2025 hemos dicho que somos “peregrinos de esperanza”. Ahora nos toca, especialmente a los cristianos y más en esta hermosísima ciudad de Melilla, ser sembradores de esperanza para cualquiera que se nos acerque, que nos lo pida, incluso aunque no comparta nuestro credo»

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Homilía del obispo de Málaga en la Fiesta de la Sagrada Familia y clausura del Año Jubilar

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Homilía de Mons. José Antonio Satué en la Fiesta de la Sagrada Familia celebrada en la Catedral de Málaga en la tarde del 28 de diciembre, clausura del Año Jubilar de la Esperanza.

Homilía
Fiesta de la Sagrada Familia
Clausura del Jubileo 2025 – Diócesis de Málaga

Queridos hermanos y hermanas:

Celebramos hoy la Sagrada Familia y, al mismo tiempo, clausuramos el Jubileo de la Esperanza en nuestra Iglesia diocesana, que peregrina en estas tierras de Málaga y Melilla. 

La mirada entrañable a la familia de Nazaret reaviva en nosotros el agradecimiento por el espléndido don de la familia, “escuela del mejor humanismo”. En esta Eucaristía, queremos dar gracias por tantos matrimonios, cuya mutua fidelidad refleja la fidelidad de Dios Padre con nosotros, y rezar por las parejas jóvenes, para que preparen con ilusión la construcción de un nuevo hogar. 

Con esta Eucaristía, acción de gracias, también clausuramos el Año Jubilar. El papa Francisco nos convocó a celebrar este Año Jubilar bajo el lema “La esperanza no defrauda” (cf. Rom 5,5). Ha sido un año de gracia, vivido en nuestras comunidades, manifestado en las peregrinaciones a los templos jubilares: nuestra Catedral, el templo del Sagrado Corazón de Melilla, y el centro benéfico del Cotolengo. 

Una invitación: «empezar de nuevo»

Al clausurar este Jubileo, no podemos limitarnos a mirar hacia atrás, sino que es necesario mirar al futuro. Nos surge una pregunta que debemos plantearnos como comunidad: ¿qué haremos ahora con tanta gracia recibida? La respuesta que una y otra vez me ha brotado en la oración es esta: el Señor espera de nosotros que volvamos a empezar. De su mano, por supuesto. Volver a empezar de la mano del Señor.

En la Biblia, el año jubilar era un tiempo santo que invitaba a comenzar de nuevo. Experimentar la indulgencia de Dios impulsaba a tratar con indulgencia a las personas y a la tierra. Por eso, se cancelaban las deudas, se liberaba a los esclavos y se devolvía la tierra. En la Sagrada Escritura, el jubileo no era solo una medida social; era una confesión de fe: los bienes e incluso la vida no nos pertenecen absolutamente, todo es don de Dios. Cuando las relaciones se rompen, el corazón se endurece, la injusticia crece y los nubarrones se espesan en el horizonte, el jubileo recordaba al pueblo que Dios siempre nos abre nuevas puertas. Nos invita a darnos nuevas oportunidades, a perdonar y a reemprender el camino.

Acojamos, en este marco jubilar, la llamada de la Palabra de Dios que nos anima a no abochornar y a tener indulgencia (primera lectura); a vestirnos de la misericordia entrañable, bondad, humildad, dulzura, comprensión, a sobrellevarnos mutuamente y perdonarnos. El Señor os ha perdonado: haced vosotros lo mismo. Y por encima de todo esto, el amor (segunda lectura).

Empezar de nuevo no significa olvidar nuestra historia. Todo lo contrario: queremos aprender de nuestros errores y apoyarnos en el testimonio de los santos y beatos, tanto los conocidos como los “santos de la puerta de al lado”, aquellos laicos, religiosos y pastores que han vivido entre nosotros, compartiendo su vida y su fe.

Empezar de nuevo tampoco supone renunciar a las exigencias de la verdad y la justicia; significa, sobre todo, acoger como personas y como comunidad la salvación que Dios nos ofrece; de modo que nadie quede prisionero para siempre de las estructuras de pecado, ni encadenado a sus acciones pasadas, ni sometido a viejos resentimientos, infinitamente más grandes que la ofensa de la que nacieron. Todos tenemos experiencia de que una palabra dicha en el peor momento (aunque quizá sin maldad) ha producido enfrentamientos de por vida. Es el momento de superarlos o de iniciar un camino que nos permita avanzar.

El Jubileo vivido ha fortalecido nuestra fe, ha avivado nuestra caridad, anclando nuestra vida en una “esperanza que no defrauda”, fortaleciendo en nosotros la certeza humilde de que Dios siempre sigue actuando, de que Dios ha vencido a la muerte y tiene la última palabra —una palabra de amor— sobre nuestra existencia personal, nuestra vida comunitaria y sobre el mundo. 

Empezar de nuevo. Este camino que os propongo, como el de Jesús, María y José, no estará exento de dificultades. El Evangelio nos presenta hoy a Jesús, María y José huyendo a Egipto, por la persecución del Rey Herodes contra el Niño. Tras las dificultades para encontrar posada y dar a luz, tienen que emigrar. La Sagrada Familia experimenta una y otra vez la paradoja de tener propicio a Dios y escaso el pan (y la paz). Y, sin embargo, confían. Con esta confianza y con su intercesión, acojamos la invitación a “empezar de nuevo” en nuestro corazón, en nuestras familias, parroquias y comunidades, en nuestra Iglesia diocesana, en la sociedad en la que vivimos.

«Empezar de nuevo» en nuestro corazón

Empezar de nuevo no significa cambiar de lugar o de oficio, sino cambiar el corazón. Es verdad que lo hemos intentado muchas veces y quizá, a estas alturas, aunque no lo digamos en voz alta, estamos convencidos de que no podemos cambiar, o peor, de que no tenemos arreglo.

Si volvemos a recorrer los mismos caminos de siempre (caminos de tierra y caminos del espíritu) seguramente llegaremos al mismo sitio. Pero si nos fiamos de Dios, si dedicamos tiempo al encuentro con Él, si nos dejamos llevar de su mano, aunque nos asuste lo nuevo, si nos dejamos ayudar por los hermanos, será posible recomponer vínculos, rehacer caminos, cuidar lo importante. Cuando Dios vive en nuestro corazón, hace nuevas todas las cosas.

«Empezar de nuevo» en nuestras familias, parroquias y comunidades

Nuestras familias y nuestras comunidades necesitan manifestar los frutos de este Jubileo: tiempos y espacios de gracia para sanar heridas, para pedir perdón, para propiciar encuentros, para escucharnos de nuevo sin reproches acumulados, para soñar juntos, mirando las necesidades de muchos pobres de pan y de esperanza, y afrontar la urgencia misionera a la que somos llamados. 

Nuestras parroquias, con la gracia jubilar, seguirán avanzando para ser mucho más que “un dispensario de productos religiosos”, “el territorio en el que vivo”, “la iglesia a la que voy a misa”, o “el lugar donde se reúne mi comunidad”; han de ser comunidades de comunidades vivas, corresponsables y misioneras, en las que se respire la presencia de Dios y el amor a los más pequeños y vulnerables.

«Empezar de nuevo» en la Iglesia diocesana

Este Jubileo nos llama también a empezar de nuevo como Iglesia diocesana. No como suma de grupos o sensibilidades distintas. Tampoco como familia de familias en el plano sociológico, sino como pueblo de Dios que camina unido. Y para ello necesitamos perdonarnos lo que haga falta, dejar atrás prejuicios, desconfianzas, palabras que hirieron más de lo que ayudaron. La comunión no es uniformidad, sino la decisión de querer caminar juntos, reconociéndonos hijos de un mismo Padre, que nos envía a aliviar y a sanar a sus hijos e hijas más heridos, a anunciar el Evangelio y extender su Reino de Fraternidad. Como decía el papa Francisco: «Tenemos que caminar juntos hacia esa patria que Dios nos ha preparado».

Vivimos un momento, en la Iglesia y en el mundo, de repliegue hacia dentro. Estamos tan a gusto en nuestro propio grupo, en nuestra propia comunidad, que corremos el riesgo de desarrollar actitudes maniqueas (Extra communitatem meam nulla salus), de perder nuestra capacidad de ser luz del mundo y sal de la tierra. Necesitamos fomentar en todos los bautizados, dentro de nuestras parroquias y comunidades el sentido de pertenencia a la Diócesis, que camina unida en torno al Sucesor de los Apóstoles (se llame Ramón, Antonio, Jesús o José Antonio). Necesitamos cuidar y promover la espiritualidad de comunión y las estructuras sinodales que la posibiliten. Todo esto lo podemos lograr, siempre, de la mano de Dios.

«Empezar de nuevo» en nuestra sociedad

Nuestra sociedad también tiene la necesidad de nacer de nuevo. Muchas personas están hastiadas de tanta confrontación y lo manifiestan. Unámonos decididamente a esta corriente, todavía minoritaria, que subraya el respeto, la verdad, el cuidado y la fraternidad, en definitiva. No caigamos en la tentación de defendernos con las mismas artimañas con las que a veces somos atacados. Nuestra respuesta debe tener siempre la señal de Cristo, manso y humilde de corazón. Recordemos que la Iglesia es en Cristo «signo e instrumento de la unión íntima con Dios y de la unidad de todo el género humano» (LG 1). 

Soñemos y trabajemos, junto con todas las personas de buena voluntad, por una sociedad donde nadie quede descartado, donde la dignidad de todos sea respetada, donde el cuidado de nuestra hermana y madre tierra sea una prioridad.

Conclusión

El Jubileo no termina hoy, sino que comienza ahora. Si la gracia recibida no se traduce en gestos concretos de amor y reconciliación, se marchita. Queridos hermanos y hermanas, acoged el reto de empezar de nuevo con Él, confiando en su presencia y acción en nuestras vidas cotidianas y en los grandes momentos. Que el Niño Jesús nos regale un corazón nuevo. Que María y José nos acompañen en este nuevo comienzo, en nuestras familias, parroquias, comunidades y en nuestra Iglesia diocesana. Que la gracia del Jubileo nos impulse a ser signos de esperanza para un mundo que busca reconciliación y fraternidad.

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