El consiliario general de la Fraternidad Cristiana de Personas con Discapacidad (Frater) en España, Miguel Martínez Antón, se encuentra en nuestra diócesis compartiendo unos días de convivencia con los miembros de este movimiento. En la mañana del pasado lunes 28 de octubre, acompañado del consiliario diocesano, Esteban Rodríguez y de varios miembros de Frater, Martínez mantuvo un encuentro con el administrador diocesano, Antonio Pérez.
Tras la reunión, tuvimos ocasión de charlar de diferentes cuestiones con él.
P.- Llevas alrededor de un año en esta responsabilidad. A lo largo de este tiempo, ¿qué te ha aportado personalmente a tu vivencia de la fe estar tan cerca de estas personas que tienen algún tipo de discapacidad?
R.- Principalmente, lo que a mí me aporta es tener esa visión de persona creyente. Llevar una vida de misión compartida dentro del propio movimiento. Una Iglesia evangelizadora, con protagonismo propio.
P.- Gracias a Dios, desde hace algunos años se viene hablando bastante del tema de la inclusión. A grandes rasgos, nuestra Iglesia, ¿se puede decir que es inclusiva? ¿Qué aspectos demandan las personas con discapacidad en este movimiento de Frater?
R.- El tema de la inclusión comienza por un reconocimiento y una concienciación de esta realidad. A partir de ahí, estar atentos a un colectivo que cada vez es mayor, por distintas razones. Hay que empezar por eliminar las barreras físicas, por escuchar sus demandas, conocer cuáles son sus verdaderas necesidades en el día a día, en el transporte público, en los propios edificios parroquiales, en los templos, etc. Y también es importante que la Iglesia reconozca y apoye la tarea eclesial que están haciendo este tipo de movimientos. Lo que demandan las personas de Frater es que la Iglesia valore, que la Iglesia apoye y escuche.
P.- El voluntariado en la Iglesia siempre es una gracia, pero para la Frater, especialmente, debe ser esencial, ¿no es así?
R.- Es muy importante despertar esta sensibilidad en la sociedad. Cuando una persona se encuentra con otra con discapacidad, que se plantee cómo poder ayudar. Siempre deberíamos interrogarnos en cómo yo puedo echar una mano. Pero, lo más importante es que, antes de dar el paso al voluntariado o a la ayuda concreta, creemos espacios donde se cuide la sensibilidad hacia nuestros hermanos.