Con el lema general de “Tiempos de Esperanza” celebrará Cáritas diocesana de Tenerife su próxima Asamblea General Ordinaria. Según los organizadores, la entidad pretende dar cuenta a los agentes de la entidad del balance económico y de las líneas estratégicas en el momento presente. Este tiempo en el que, como una marea progresiva que avanza, la vacuna va dando un poco de seguridad a la sociedad, sin embargo las necesidades derivadas de la situación económica nos sitúa entre las Comunidades Autónomas más empobrecidas de la geografía de España.
¿Cómo llamar tiempo de esperanza a lo que nos viene por delante? ¿Es coherente?
Para quienes la esperanza solo se despierta cuando no existen problemas y la situación de bienestar general es sensible, sería una incoherencia. Pero, bien mirado, solo puede haber esperanza cuando la situación puede mejorar. Cuando el esfuerzo puede reconvertir la situación. Y ahí es donde se sitúa la intención de Cáritas diocesana. Lo mejor está por llegar y siempre el futuro es lo mejor. Esa es la esperanza que nos mueve a los agentes de esta entidad en la que la comunidad diocesana ha puesto la coordinación y animación de la acción social.
Hay esperanza porque existen más de mil agentes de Cáritas, voluntarios y contratados, que asumen su labor como un servicio al bien de los demás. Son más de mil miradas de esperanza. Es una esperanza en mil miradas. Hay esperanza porque al final de todos los caminos el amor triunfará. Es cierto que de camino se mezclan los egoísmos y las generosidades, las rabietas y los perdones, las venganzas y las más hermosas actitudes de servicio. Pero al final siempre queda por llegar lo mejor. Porque en esta batalla existencial, el amor lleva la fuerza de la victoria.
Si no fuera esta certeza la que mueve a Cáritas, ya habría cerrado las puertas de sus acogidas. Todo sufrimiento puede ser vencido y un sencillo gesto puede ser un acontecimiento de salvación. Por eso, es por lo que no hay lema más verdadero para un acontecimiento que pretende recoger un año de servicio y empujar a seguir adelante siendo voz de los que no tienen voz.
La existencia puede estar llena de duros momentos, pero a la mujer embarazada que trae una vida a esta dura realizad se le dice que está en estado de buena esperanza. Porque la vida encierra la esperanza como la crisálida encierra la hermosura voladora que le espera. Toda vida, la vida toda. Tiempo de esperanza.
Desde que los griegos vieron el ancla como símbolo de la seguridad y de esperanza, hasta que el cristianismo lo difundió en la cultura, sabemos que la existencia del ancla no nos priva de las tormentas. En medio de las dificultades de las mareas, hay ancla; hay espacio para la esperanza.
Decía San Pablo que el amor espera siempre cuando proponía que “El amor es paciente, afable; no tiene envidia; no presume ni se engríe; no es mal educado ni egoísta; no se irrita, no lleva cuentas del mal; no se alegra de la injusticia, sino que goza con la verdad. Disculpa sin límites, cree sin límites, espera sin límites, aguanta sin límites”.
Juan Pedro Rivero. Delegado Episcopal de Cáritas