«Tiempos complicados para creer en Dios. La Iglesia y su reto en el siglo XXI»

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Conferencia del Provincial de España de la Compañía de Jesús, el palmero Francisco José Ruíz Pérez.

La Orden Franciscana Seglar de Santa Cruz de La Palma concluyó las actividades culturales previstas por esta institución para este mes de octubre, con motivo de la fiesta de San Francisco de Asís, con la charla del provincial de la compañía de Jesús en España, el palmero José Ruíz Pérez, titulada: "Tiempos complicados para creer en Dios. La Iglesia y su reto en el siglo XXI".

En la conferencia, Ruíz comenzó constatando la realidad que vive nuestra sociedad ante el futuro, que percibe complejo y amenazante. Realidad que comparte la Iglesia ya que en estos tiempos el nombre de Dios "está dejando de pronunciarse y de celebrarse". Urge, pues, una Evangelización que ya profetizaba Benedicto XVI cuando escribió que "la Iglesia perdería mucho de los privilegios que disfrutaba en otras épocas y aparecería como una comunidad pequeña a la que se accedería por una decisión libre". Ante este panorama -apuntó el conferenciante- "todo dependerá de la inicitaiva que tengamos nosotros como comunidad": Ante esta constatación Francisco José se preguntaba "¿tenemos fortaleza para este reto?".

En este sentido, Ruíz subrayó que "debemos decir algo que sea significativo para que nos escuchen". Entre esas cosas destacó tres que hacen del cristianismo una novedad permanente: 1. Lo único que transforma el mundo es el Amor evangélico que Jesús encarna, amor entregado y crucificado (escena del joven rico). 2. El cristianismo es especialista en acercarse a los demás, descubriéndolos distintos a sí mismo, rompiendo así el riesgo de "autocentrarnos" y reconociendo en el otro a una persona. Jesús devolvía la dignidad perdida a quien se acercaba a Él, por ejemplo, la adúltera. El método más común que usaba era el perdón. Y 3. Además, recordó el provincial jesuita, descubre el otro como hermano y hermana y eso activa la misericordia (parábola del buen samaritano). ¡Qué importante sería que viéramos a Dios en los espacios duros de la vida! – enfatizó-. Dios necesita ser adorado en los maltratados de la sociedad. El Samaritano no pudo evitar quedar impactado; era un viajante y, sin embargo, no puede seguir adelante porque su corazón está afectado, cambia de vida y se ata a la misericordia que todo lo transforma. De ahí – dijo- que el cristianismo pueda decir a la sociedad que, en la medida que vayamos con el corazón, la vida cambia en beneficio de la humanidad.

Ante el panorma descrito, finalizó el conferenciante afirmando que "es preciso una mirada esperanzada a la humanidad ya que hemos de creer, profundamente, que Dios no pierde la paciencia, así lo mostró en la parábola de la higuera que no daba frutos. Esta higuera es la humanidad que parece no dar fruto y, ante la que Dios confía y espera".

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