Segundo día de las IV Jornadas Nueva Evangelización: “La soledad del discípulo y la comunidad”

Diócesis de Tenerife
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El Obispado de Tenerife está situado en San Cristobal de La Laguna. La jurisdicción de la diócesis comprende Tenerife, La Palma, La Gomera y El Hierro.

Tras una intensa jornada de inauguración de las IV Jornadas Nueva Evangelización, este sábado 29 de abril, el Seminario Diocesano acoge el segundo día de esta cita en la que están participando casi 500 agentes de pastoral venidos de las cuatro islas que conforman la Diócesis Nivariense.

Tras la Eucaristía presidida por el Obispo, se daba la bienvenida a los participantes haciendo especial referencia a los jóvenes, que a partir de hoy también desarrollan unas jornadas específicas. Asimismo, se recordó que este fin de semana, todos los diocesanos estamos especialmente invitados a orar por los frutos de la Misión Permanente. El subsidio litúrgico para las eucaristías de este sábado y domingo se puede encontrar en www.obispadodetenerife.es
Este segundo día de las jornadas comenzaron con la ponencia del jesuita y sociólogo José María Rodríguez Olaizola que llevó por título “La soledad del discípulo y la comunidad”. Una ponencia que despertó un caluroso y enérgico aplauso tras su conclusión, haciendo que incluso algunos asistentes se pusieran en pie.
Olaizola, en su disertación empezó explicando que las vivencias en torno a la soledad son muy variadas y subjetivas para luego adentrarse en tres grandes bloques que definió como motivos de la soledad: Motivos personales, motivos mediáticos y grandes motivos existenciales.
Este jesuita expresó en primera instancia que a lo largo de su vida, ha aprendido que soledad hay en todas las vidas. “Hay soledades muy duras. A veces, es más duro dormirte al lado de quien tienes a años luz, que dormirte solo. Por otro lado, las vivencias en torno a la soledad son muy diferentes. No es lo mismo la soledad del célibe que la del casado. También hay una soledad de los adolescentes. Se sienten demasiado mayores para ser tratados como niños y demasiado niños para ser tratados como mayores”. Olaizola añadió que otra soledad es la de hacerte mayor. En este sentido, despertó las risas de los asistentes cuando señaló como hoy día, en Facebook leemos cosas como “los 40 son los nuevos 25”. Este sociólogo invitó a los presentes a vivir fuera del engaño y a reconocer con naturalidad las cosas. “Puede que exista la crisis de los 40, donde nos damos cuenta que ya quemamos las naves, que estamos en la mitad de nuestras vidas. Este hacerse mayor es muy solitario”.
Al hilo de esta introducción, Olaizola aclaró que la soledad no es siempre algo malo. “El problema es la soledad del que no quiere estar solo. Hay mucha gente sola esperando un encuentro”.
Tras esbozar estas ideas, José María hizo un recorrido por los tres motivos que, a su juicio, causan la soledad. Y empezó hablando de los motivos personales. “Desde bien pequeños la gente está motivada para tener una mirada egocéntrica. Tú lo vales, bienvenidos a la república independiente de tu casa, nos dicen. Estamos en el centro del universo. Una mirada egocéntrica es una mirada tremendamente solitaria”. En este sentido, Olaizola recordó las palabras de un amigo que harto de escuchar el egocentrismo de una persona, le contestó: “Por qué no descansas un poco de ti mismo”.
En otro momento de su ponencia, Olaizola hizo referencia al sociólogo Zygmunt Bauman quien hablaba de la sociedad líquida. “Antes había muchos elementos que daban solidez a una sociedad. Instituciones, la familia, la religión… Ahora, se han vuelto líquidas muchas cosas que antes eran sólidas”. En este sentido, el ponente se refirió a que hasta las biografías se han vuelto líquidas. Y puso un ejemplo con sus padres. “Cuando se casaron, no tenían muchas cosas seguras, pero si todo iba medianamente bien, mi padre se jubilaría donde estaba trabajando, pasarían sus crisis pero su matrimonio sería para siempre y a los hijos le darían una estabilidad. Esto les pasaba a los amigos de mis padres también. Ahora hay muchas preguntas, muchas incertidumbres. La inseguridad causa mucha soledad”.
Olaizola también señaló como motivo personal de la soledad el aspecto emocional. “El sentido de la responsabilidad se ha diluido. Hoy día no se es consciente de las decisiones que se toman. Por otro lado, pensamos que la vida es maravillosa para todos menos para ti. Esto es una gran mentira. En Facebook se ve claro. Si alguien estudiara en el futuro estas redes sociales vería, sobre todo, polémicas, humor, y a todo el mundo queriéndose muchísimo”. Al hilo de esta idea, Olaiozola hizo referencia a la tesis de “la ventana de enfrente” recordando una película con este mismo título. En ella, una mujer que lleva una vida insatisfecha, todas las noches fuma un cigarrillo mirando a la ventana de enfrente donde ve a un vecino que tiene una vida, supuestamente, de ensueño. Todas las noches lo ve subir con una nueva conquista. Sin embargo, en un encuentro de ambos, él le dice que todas las noches, lo último que hace es mirar a su ventana donde ve una vida con la que sueña; un padre jugando con sus hijos, una vida en familia, etc.
En cuanto a los motivos mediáticos, Olaizola comenzó señalando que en la actualidad, tenemos a todos nuestros seres queridos conectados con un solo clic. “Este mundo hiperconectado, que tiene sus aspectos positivos, sufre muchos problemas. La conversación cada vez es más difícil. Hablamos del tema del momento, de Trump, de Corea del Norte…pero la conversación que se pierde es la del terreno personal. Y para esto es muy necesario el tiempo”.
Otro aspecto es conversar desde la diferencia, indicó el ponente. “Nos encanta discutir con gente que opina como nosotros. Los medios han hecho de la polémica el medio para comunicarse. Otras veces, la comunicación empieza por el tejado”.
Por último, el sociólogo se refirió a los motivos vitales. Citando de nuevo a Bauman, expresó que hoy día es difícil encontrar a alguien que cuando dice para siempre quiera decir para siempre. Luego están las heridas que deja la muerte. “Nuestra cultura oculta la muerte. Todo se hace rápido para pasar el mal trago. Pero existe esa certeza. Nos vamos a morir, ninguno de los que estamos aquí tenemos garantizados 10 años de vida. Ser conscientes de esto, libera mucho de la soledad. Es muy sanador ser conscientes de nuestra propia mortalidad, sin ser morbosos. Cuando esto pasa en un familiar o amigo te das cuenta de lo verdaderamente importante. Valorar cada día que tenemos y que los tenemos. Valorar que cada día es un regalo”.
También están las heridas de la fe. “El silencio de Dios. Vivimos en una sociedad donde ser creyente no es fácil. Se trata de un mundo hostil a la fe. La herida de la fe es sutil pero ahí está”.
En la última parte de su ponencia, Olaizola se dirigió a las páginas del Evangelio para buscar las respuestas y encontrar los recursos para vivir la soledad. “Lo bonito es que el evangelio, sin hablar explícitamente de la soledad, nos da muchas claves para vivirla y afrontarla. En el evangelio vemos la soledad de las decisiones. El hágase de María, por ejemplo. O la soledad del hijo pródigo, que es la soledad del fracaso. En el éxito siempre hay amigos. La solución a la soledad en el hijo pródigo la vemos tras una mirada al pasado. Si nos quedamos en el presente estamos perdidos. El hijo pródigo mira al pasado que le lleva a mirar al futuro. El fracaso lo ha integrado como respuesta a la esperanza. Cualquier relación que se quiera sustentar en el presente va a fracasar. Siempre hay una historia, hay que recordar de dónde venimos”.
Por otro lado, este jesuita recordó que hay una soledad de la que uno no puede salir por sí mismo. “A veces hay que pedir ayuda. Hay mucha gente con complejo de héroe pero todo el mundo necesita ser ayudado. Por otro lado, está la soledad de los leprosos, el ser capaz de decir: tu vida importa. En este mundo de la imagen, cuánto sufrimiento vemos por sentirse gordo, viejo y feo. Sin embargo, la sanación la encontramos en la respuesta de Jesús a todo esto. Él te dice: no importa cómo eres, sino quién eres”.
Como últimas ideas, José María hizo hincapié en buscar caminos para salir de la culpa. “La diferencia entre Pedro y Judas fue que Judas no salió de la culpa. Sin embargo, Pedro pasó por la experiencia del perdón. Muchas veces en la vida vamos a fallar a la gente que queremos. Es entonces cuando debemos abrirnos a la experiencia del perdón, un perdón que no se puede exigir. En ocasiones, a lo más que podemos llegar es a pedir perdón”.
Para finalizar, Olaizola recordó como Jesús también se sintió solo en la cruz. “Dios no se puede convertir en una carga más, sino con quien compartir la carga”, concluyó.
Tras esta segunda ponencia de las jornadas, los participantes acudieron a sus diferentes talleres o herramientas para la Misión. En total, este año se ofertan cinco y cada participante puede participar solo en uno con la idea de profundizar en el método ofertado. Al finalizar el día, también habrá oportunidad de realizar una sesión práctica.

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