La vida consagrada tiene futuro

Diócesis de Tenerife
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El Obispado de Tenerife está situado en San Cristobal de La Laguna. La jurisdicción de la diócesis comprende Tenerife, La Palma, La Gomera y El Hierro.

La CONFER en Tenerife organizó este sábado 1 de marzo un encuentro con el arzobispo José Rodríguez Carballo, Secretario de la Congregación para los institutos de la vida consagrada y Sociedades de Vida Apostólica.

Este gallego fue el 119 sucesor de S. Francisco de Asís como Ministro General de la Orden Franciscana Menor, hasta abril de 2013. Fue entonces cuando el Papa Francisco le pidió que realizase este importante servicio en la Congregación que tiene que ver con todo lo que se refiere a los Institutos de Vida Consagrada (Órdenes y Congregaciones religiosas, Institutos seculares), y a las Sociedades de vida apostólica. Es también competente para lo que concierne a la vida eremita, las vírgenes consagradas y las relativas asociaciones y las nuevas formas de vida consagrada.

Monseñor Rodríguez Carballo, con su hábito franciscano y la Cruz de S. Damián como pectoral, tuvo dos intervenciones en el colegio lagunero del Buen Consejo ante un nutrido grupo de personas convocadas por la CONFER en Tenerife.

Buen comunicador, interpelante, dijo no querer situarse ni entre los optimistas ni entre los pesimistas, sino en el grupo de los realistas, aunque ciertamente lo que pareció querer acentuar más fue la «esperanza»: La «Vida Consagrada tiene futuro»- dijo- aunque aún no sepamos exactamente por dónde irá ese futuro. «La esperanza está motivada por la fe», que sostiene a quien sabe de quién se ha fiado y que nada es imposible para Dios.

La situación de la Vida Consagrada, hacia dónde va, las posibles respuestas ante la situación actual, algunos desafíos que se plantean y el próximo Año de la Vida Consagrada fueron los principales núcleos temáticos abordados durante el encuentro en el que no faltó espacio para la celebración eucarística e intercambiar vida y algunas de las cuestiones suscitadas.

En cuanto al diagnóstico de la situación, ante la cual quiso encuadrarse entre los realistas, enfatizó que «no podemos quedarnos con los brazos cruzados» y propuso conjugar a la vez: afrontar la situación con lucidez, tener visión de futuro y audacia evangélica. Es preciso «creer en la actualidad de la Vida Consagrada»- señaló- para invitar a no ser profetas de desventuras ya que ella no podrá faltar ni morir en la Iglesia. «Estamos ante una encrucijada decisiva. Hay que optar por lo nuevo». «Nuevo»- precisó- «no es la moda».

En otro momento de su disertación Monseñor Rodríguez ofreció algunos criterios que pueden ayudar a caminar con los ojos puestos en el futuro, a saber: las dificultades han de ser asumidas como «kairós». Aprovechar la oportunidad para centrarse en el misterio Pascual de Jesús, además de entrar por la senda de la purificación y la renovación, asumiendo la minoridad ya que la Vida Consagrada ha de seguir siendo levadura, fermento, signo profético en un momento que precisa una formación exigente pero no rígida, una fidelidad creativa, además de ir pasando de la mera colaboración a la interdependencia entre las congregaciones y con las otras realidades de la Iglesia. «El invierno es la estación más fecunda. Es el momento de cultivar las raíces»- comentó.

La primera parte de su intervención la concluyó fijando tres pilares para que la Vida Consagrada pueda seguir siendo fecunda: Espiritualidad (hijos del cielo y de la tierra), vida fraterna en comunidad (comunicar lo que hacemos, pensamos y sentimos) y misión (ser propositivos y dialogar). Todo ello, según Rodríguez Carballo, precisa de innovación, revitalización de las estructuras para que estén mejor al servicio del carisma y de la misión en un momento oportuno para «vivir la incerteza con gozo y alegría», así como testimoniar la esperanza y fortalecer la fe. La «la crisis más grande es la falta de fe»- recordó.

En cuando a la segunda parte de su intervención, mirando a posibles respuestas ante los retos del momento, la centró en su invitación a volver a lo esencial, volver al Evangelio en unos tiempos recios, delicados que demandan solidez. Para ello subrayó tres objetivos para la Vida Consagrada, siguiendo lo ya propuesto por Juan Pablo II ante el Nuevo Milenio, esto es: Mirada agradecida al pasado, vivir el presente con pasión y abrazar el futuro con esperanza.

Los momentos actuales parecen precisar tres movimientos fundamentales: Centrarse (en Jesucristo) Concentrarse (definir con claridad las prioridades del carisma) y Descentrarse (ir a las periferias)

Por último, el arzobispo indicó algunas cuestiones en relación al venidero Año de la Vida Consagrada, que comenzará el 30 de noviembre de 2014 (primer domingo de adviento) y finalizará el 3 de febrero de 2016. Su objetivo, resumió, es poder compartir que merece la pena consagrase al Señor, y hacerlo con convencimiento y alegría.

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