
El Día de la Iglesia Diocesana, que se celebra este 12 de noviembre, es una oportunidad para reconocer la inmensa la labor que hace la comunidad cristiana en nuestro país y para reforzar la corresponsabilidad de los fieles. Hablamos con el director del Secretariado para el Sostenimiento de la Iglesia de la CEE
Estamos a punto de celebrar el Día de la Iglesia Diocesana. ¿En qué pone el foco este año?
Es un día de fiesta, de celebración, en el que recordamos y agradecemos nuestra pertenencia a una comunidad cristiana. Hoy no es fácil reconocerse como creyente en muchos ambientes y la vivencia de la fe se va relegando al ámbito privado. Santiguarse en el avión antes de despegar, introducir a Dios en una conversación o bendecir la mesa en un restaurante puede dar cierto reparo. A veces, se experimenta un sentimiento de vergüenza por el hecho de ser cristianos. Algunos jóvenes dicen que no está de moda. Frente a esta realidad, la campaña de este año, con el lema Orgullosos de nuestra fe, muestra un sano orgullo por lo que somos y hacemos. Con humildad, sin ninguna pretensión de superioridad, pero convencidos de que Cristo y el Evangelio hacen de este mundo un lugar más humano, justo y fraterno.
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